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Después de las misas que había celebrado en Miami, en las que varias personas se le acercaron con donaciones para Cuba, el dinero estaba destinado para arreglar su carro (roto desde hace tres años y necesario para hacer su trabajo pastoral), y otra parte para ayudar a familias muy necesitadas en Trinidad, Sancti Spíritus.
«Es mi obligación decir la verdad», declaró el padre José Conrado al periodista Juan Manuel Cao en una emisión del programa A fondo hace pocos días, cuando hablaba de la acción del régimen al quitarle esos fondos.
Al analizar esta acción, el cura recordó las palabras de monseñor Enrique Pérez Serantes. «la obra del Demonio era la confusión y la mentira». Y subrayó: «Uno tiene que tratar de vivir en la verdad, porque de otra manera no vale la pena vivir».
El padre, a quien muchos suelen llamar, por su popularidad, «el cardenal del pueblo», también citó al papa Juan Pablo II con unas contundentes palabras: «El problema del dinero no está en tenerlo, sino en compartirlo. Con el poder pasa lo mismo».
José Conrado Rodríguez Alegre nació en 1951 en San Luis, Oriente. Realizó sus estudios para el sacerdocio en el Seminario San Carlos y San Ambrosio de La Habana y fue ordenado como sacerdote en 1976. Debido a sus comunicaciones con los líderes Fidel Castro y Raúl Castro, enfrentó dos exilios: en 1997, fue enviado a España para estudiar Teología, Filosofía y Periodismo, y en 2013, fue trasladado a una parroquia en Trinidad, vinculada a la Arquidiócesis de Cienfuegos, con la tarea de escribir un libro sobre la Virgen de la Caridad del Cobre.
La retórica del régimen
Frente a estas declaraciones, el régimen, que busca acaparar todo gesto de caridad y que critica a esas personas que hacen mucho más que la propia dirección del país, emitió un artículo que busca quitar el mérito al sacerdote cubano en su labor social.
Según lo publicado en el blog Rastros de Mentiras, cuyo nombre es una paradoja de su propio contenido, el padre José Conrado sería un «contrarrevolucionario» que busca «tergiversar y manipular la realidad sobre la situación en Cuba». Es decir, según la mirada del régimen, el cura estaría tergiversando la realidad que todos vemos, que no se puede esconder: Cuba se hunde en la miseria y la represión castrista.
El artículo es profundamente sesgado, escrito con el mismo guión comunista que se enseña en el MININT o cualquier otro centro de adoctrinamiento, con un discurso manido donde el exilio (es decir, los feligreses que han asistido a las misas del padre Conrado en Miami para apoyar a Cuba) es ‘la mafia anticubana’.
Resulta risible leer esas líneas, pero también es penoso que un supuesto gobierno tema a personas como el padre Conrado, que hacen tanto bien por la sociedad. Eso dice de la estrechez de miras y de espiritualidad de un régimen que desde 1959 persiguió y pisoteó a todas las voces religiosas o no, que exaltaran a otra persona que no fuera Fidel Castro.
Ayudar a Cuba, a pesar de Cuba
En una misa que ofició en abril, el padre Conrado pidió al exilio que «nunca olviden a Cuba», y justamente su labor busca que el pueblo cubano, en cualquier sitio, mantenga viva su idea de patria, su búsqueda de libertad, siempre amparados en la fe y en obrar bien.
Sus acciones buscan apoyar a sus feligreses en la isla y brindar un poco de consuelo dentro del marasmo comunista que somete a la isla. No obstante, el régimen insiste en frenar incluso este tipo de ayudas tan necesarias para el pueblo de a pie, mientras los dirigentes gozan de prebendas y alimentos que los ciudadanos comunes no tienen.
De hecho, como señaló el religioso en una entrevista con DIARIO LAS AMÉRICAS este año, “los pastores en Cuba también están aplastados por las circunstancias, pero ahí están, tratando de seguir a ese rebaño, a veces delante y a veces detrás. Esos pastores nos están invitando a orar porque orar es también tomar conciencia y eso es lo que están pidiendo los obispos cubanos”.
Como añadió, «hay que pedirle a Dios que nos una y nos conceda la fuerza moral y espiritual que necesitamos para abrir el corazón y reclamar y reaccionar ante la injusticia».
Otra entrevista realizada por este medio en 2017 mostraba a un sacerdote comprometido con el mismo mensaje: “El gran sueño de mi vida ha sido la Iglesia, y la Iglesia en Cuba como servidora del pueblo, porque ella es la presencia de Cristo hoy en la historia.
Precisamente en esa ocasión, al hacer un análisis de la relación entre el régimen cubano y la Iglesia, denotó: «La Iglesia no tiene que enfrentar al Gobierno, pero, manteniendo su identidad, tiene que decir su verdad y ser escuchada. En eso no hemos avanzado mucho». Como zanjó, «estamos en presencia de un pueblo tocado por cosas muy negativas. Puede llamarse de diversas maneras, pero es la consecuencia de lo que le sucede al ser humano cuando es sometido a los mecanismos de un poder totalitario».
En una emisión reciente del programa Cuba y su historia, conducido por el periodista Alberto Muller, el padre José Conrado debatió sobre la creciente violencia en la isla. Ante la pregunta sobre si queda algo de esperanza, no sería un hombre de fe si no tuviera la esperanza en que el ser humano puede en un momento determinado, dejarse tocar el corazón, hasta por el sufrimiento que está causando y que ve a su alrededor».
«Hay que ver a la gente por las calles, los rostros. ¿Cómo van a decir que no se dan cuenta de ese pueblo que está agotado, agobiado?», preguntó.
«Dios nos está dando la fuerza, pero qué duro es», admitió José Conrado.
La táctica del régimen en Cuba
La postura del sacerdote cubano es incómoda para la dictadura, que suele reprimir, expatriar y «regular» (impedir la salida o entrada a la isla) a quienes destacan por su labor democrática.
Es común que el régimen orqueste este tipo de difamaciones a opositores o voces que ganan notoriedad por su firmeza en los principios de libertad y lucha por los derechos humanos.
Se trata de una estrategia que desde los inicios de la ‘revolución’ de 1959 busca desprestigiar y muchas veces ofender vulgarmente, y basados en mentiras, a la disidencia.
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