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GRAND ISLAND — El cubano Israel Gómez Estrada, como muchos migrantes, llegó a Estados Unidos con un solo sueño: triunfar. Después de enfrentar desafíos enormes, comenzó a ver la luz al final del túnel. Residiendo en Nebraska con un permiso de residencia y un empleo estable, sueña con traer a su esposa e hijos para compartir esta nueva vida.
Hace un año y medio, Israel llegó a Grand Island, una pequeña comunidad en el corazón de Nebraska. Aquí, ha abierto un restaurante cubano, a pesar de los tornados frecuentes y los inviernos implacables.
A pesar de las sugerencias de amigos para mudarse a otro estado, Israel, de 46 años, se mantiene firme en su decisión de quedarse. En marzo, recibió su «tarjeta verde», que le permite trabajar legalmente en el país.
A diferencia de otros migrantes, los cubanos pueden solicitar esta residencia un año después de llegar a Estados Unidos. A pesar de la barrera del idioma, Israel encontró rápidamente trabajo en un matadero.
«Venimos con el objetivo de triunfar y con un sueño,» cuenta Israel. ¿Es agotador? «Para nosotros no, porque estamos acostumbrados a trabajar duro,» dice con una sonrisa.
Nebraska enfrenta una escasez de mano de obra, y la migración se ve como una solución potencial por parte de los empresarios.
Primera nevada
Antes de dejar Cuba, Israel exploró ofertas de empleo en Internet y vio numerosas oportunidades en Nebraska. Decidió entonces dejar su país y su familia, a pesar de la grave enfermedad de su padre.
Con nostalgia, Israel muestra fotos de su teléfono: sus padres, su esposa, sus hijos adolescentes, y las celebraciones familiares que ha extrañado. Con su «tarjeta verde», ahora podría visitarlos, pero el costo del billete de avión sigue siendo un obstáculo.
Vive en un pequeño estudio de dos cuartos en una casa blanca de madera compartida con otros cubanos. La promesa de una nueva vida ilumina su presente tras un periodo extremadamente difícil.
Para llegar a Estados Unidos, Israel cruzó durante 13 días las selvas y ríos de Centroamérica. Un amigo le sugirió ir a Nebraska, pero este se mudó poco después, dejando a Israel sin techo en medio de una tormenta de nieve.
Siempre había soñado con ver la nieve, y cuando la vio por primera vez, fue una experiencia maravillosa, más hermosa de lo que había imaginado.
Abrazo de solidaridad
Israel encontró un gran apoyo en la iglesia local Destiny Church. El pastor Tim Rust y los miembros de la congregación le ofrecieron ayuda, incluso regalándole un coche para evitar largas caminatas al supermercado.
Rust recuerda cómo, a pesar de no hablar el mismo idioma, se comunicaban mediante un traductor en el teléfono. Israel fue acogido con calidez en la iglesia, y su carácter amable no pasó desapercibido.
«Hay gente que quizás no lo aprecia, no lo entiende, pero en general, los empresarios y la comunidad tienen una actitud positiva hacia los migrantes,» comenta Rust.
A pesar de las tensiones políticas, Israel no ha experimentado racismo. En 2020, dos tercios del condado de Grand Island votaron por Donald Trump. Sin embargo, Israel valora las políticas migratorias del presidente Joe Biden y aprecia que Trump quiera que los inmigrantes trabajen y contribuyan al país.
En medio de los desafíos, Israel mantiene la esperanza y el optimismo. Con esfuerzo y dedicación, está construyendo un futuro prometedor para él y su familia en Nebraska.
FUENTE: Con información de AFP
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