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PUERTO PRÍNCIPE.- La creciente violencia de pandillas en Haití desencadenó una crisis humanitaria que ha dejado a más de 300.000 niños desplazados en los últimos meses, según un informe reciente de UNICEF. La situación se agrava en medio de esfuerzos fallidos del gobierno para contener la ola de secuestros y asesinatos que azotan al país caribeño.
Desde marzo, más de 580.000 personas han sido forzadas a abandonar sus hogares debido a la intensificación de los conflictos armados. La violencia se incrementó significativamente a finales de febrero con una serie de ataques coordinados contra infraestructuras gubernamentales, que culminaron con la renuncia del primer ministro Ariel Henry en abril.
La directora ejecutiva de UNICEF, Catherine Russell, advirtió sobre el devastador impacto en los niños y destacó la urgente necesidad de un entorno seguro y de mayor apoyo internacional para estos menores vulnerables.
Las pandillas han tomado control del 80% de la capital, Puerto Príncipe, y de las principales rutas de acceso a la ciudad. Naciones Unidas reporta que en los primeros tres meses del año, más de 2.500 personas fueron asesinadas o heridas en todo el país, exacerbando la crisis.
La situación de los niños desplazados es particularmente preocupante. Muchos de ellos residen en refugios improvisados, incluidas escuelas con condiciones sanitarias deficientes, lo que aumenta el riesgo de enfermedades. El cierre de escuelas dejó a miles de niños sin acceso a la educación, mientras que la falta de recursos básicos como alimentos, agua potable y atención médica obliga a muchos a unirse a las pandillas para sobrevivir.
UNICEF también destaca el aumento de riesgos como agresiones sexuales, explotación y separación familiar entre los niños y adolescentes desplazados.
La llegada reciente de un contingente de fuerzas de seguridad keniatas, enviado para ayudar a Haití a recuperar el control de las áreas dominadas por pandillas, fue recibida con escepticismo por algunos sectores. Esta reacción se debe en parte a los recuerdos de una misión de paz anterior de la ONU que introdujo el cólera en el país y enfrentó acusaciones de abuso sexual.
En un esfuerzo por coordinar la respuesta internacional, el viceasesor de Seguridad Nacional de Estados Unidos, Jonathan Finer, se reunió con el primer ministro interino de Haití, Garry Conille, para discutir la implementación de la misión respaldada por la ONU. Finer enfatizó el compromiso de Estados Unidos con la rendición de cuentas y la supervisión adecuada de la misión.
Mientras tanto, Haití se prepara para una temporada de huracanes que comenzó antes de lo previsto, con la amenaza del huracán Beryl en la costa sur del país. Las autoridades han emitido alertas y se están tomando medidas preventivas para mitigar el impacto de posibles desastres naturales en una nación ya sumida en la crisis.
FUENTE: Con información de AP
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