Francisco Javier García Casique, así se llama uno de los venezolanos que fue trasladado desde Estados Unidos al Centro de Reclusión para Terroristas (Cecot), la cárcel de máxima seguridad en El Salvador construida por el gobierno de Nayib Bukele. Junto a él fueron enviados -sin juicio ni debido proceso- otros 237 hombres acusados de pertenecer al Tren de Aragua, una banda criminal a la que el presidente de EEUU declaró como un grupo terrorista que invadió su país.
Por El Estímulo
Su hermano Sebastián y su madre reconocieron a Francisco Javier García Casique en una fotografía que publicó el medio RTVE: «Conseguimos una foto, le hicimos zoom, y lo pudimos reconocer. El instinto de una madre no falla. El instinto de un hermano no falla (…) lo reconocí: él tiene un brazo, con la manga (llena) de tatuajes y es gordito. Las orejas se las reconocí, todo».
Sebastián asegura que había estado en contacto constante con él desde hace varias semanas. Francisco ya estaba advertido de que lo incluirían en el próximo grupo de migrantes venezolanos deportados desde EEUU. De hecho, una pregunta constante en sus llamadas era: «¿Han dicho algo de las deportaciones?».
El jueves 13 de marzo, desde Laredo, Texas, Francisco llamó y Sebastián le explicó que tanto Marco Rubio, secretario de Estado de EEUU, y Diosdado Cabello, ministro de Interior del gobierno de Maduro, habían confirmado la reactivación de los vuelos de repatriación por deportación.
Un día después, Sebastián supo que Francisco iba saliendo para el aeropuerto para regresar a Venezuela: «Y lo cancelaron por problemas climáticos y posibles amenazas de huracán». La deportación podía concretarse entre sábado y domingo.
«Nosotros estábamos esperando. Ya a él lo habían puesto a firmar el castigo de 10 años, de que no podía ingresar nuevamente a Estados Unidos y le entregaron su fotocopia de la cédula, que era el único documento de identidad que él tenía allá. También le entregaron su teléfono. Ayer (sábado 15 de marzo) se comunicó con nosotros contento y nos dijo: ‘Voy saliendo al aeropuerto otra vez’», cuenta Sebastián desde Maracay.
Horas después de la llamada, Sebastián leyó que Bukele y Trump acordaron el traslado de más de 200 presuntos miembros del Tren de Aragua a El Salvador: «Quedamos impactados. No nos había vuelto a llamar y de Venezuela no dijeron más nada de qué iba a pasar».
«Lo primero que presumimos era que lo iban a mandar para allá y nos pegó muy duro. No quisimos bajar los brazos, seguimos pensando en que vendría para acá y cuando nos levantamos hoy en la mañana, vemos las noticias (…) lo mandaron para allá. Nos pusimos a buscar fotos y lo conseguimos», relata Sebastián.
Aceptar la deportación casi un año antes
Para llegar a Estados Unidos, Francisco Javier García Casique cruzó el Darién. Llegó a ese país el 26 de diciembre de 2023, entrando por Piedras Negras de forma irregular.
«Se entregó y estuvo detenido (en un centro para migrantes). Lo soltaron y lo pusieron bajo presentación. Estuvo trabajando y un día, que le tocaba presentarse, no consiguió el centro (la corte asignada) y para no violar su beneficio, se acercó a la oficina de ICE a asesorarse. Los oficiales se le quedaron viendo, miraron sus tatuajes y lo detuvieron», relata Sebastián.
A Francisco lo detuvieron por dos meses, desde febrero hasta el 22 de abril de 2024, para investigarlo. El Servicio de Control de Inmigración y Aduanas (ICE) comprobó que no tenía antecedentes penales, pero por tener tatuajes y haber dicho que creció en Maracay lo involucraron con el Tren de Aragua: «Le pusieron que era pandillero».
Francisco fue llevado a una corte en la que aceptó firmar su orden de deportación para Venezuela, pero el juez le explicó que al no haber acuerdos con Venezuela para recibir repatriaciones lo soltaría con un grillete electrónico. La idea era poderlo ubicar con facilidad cuando se reactivaran los vuelos de deportados: «Él salió y trabajó. Estuvo tranquilo. Nunca se lo quitó y se mantuvo firme».
—No tengo miedo de nada porque no soy ningún delincuente. No tengo porqué violar el beneficio. Mi único deseo es que me manden a Venezuela—, repetía Francisco a su familia.
Francisco y las migraciones
Estados Unidos fue la segunda migración de Francisco García. Su primer destino, al que también llegó bajo condiciones precarias, fue Perú en el año 2017. Allá pasó tres años solo, hasta que Sebastián se animó a acompañarlo para entre los dos tratar de mejorar su calidad de vida.
Francisco trabajó como barbero en Perú hasta 2023. Nunca mencionó la idea de irse a Estados Unidos porque estaba acostumbrado a las dinámicas que creó allí. Pero Sebastián regresó a Venezuela y un año y dos meses más tarde, Francisco tomó la decisión de volver a emigrar.
Fue sencillo, hasta cierto punto, porque no es padre y su familiar más cercano, Sebastián, ya no estaba ahí. Así que tomó sus ahorros y decidió saltar hasta Colombia para emprender la ruta del Darién.
En el camino, y durante cada parada, Francisco trabajó como barbero para conseguir ingresos y continuar hasta Estados Unidos: «Afeitaba a personas en la calle para poder seguir». Y siguió en el oficio mientras estuvo viviendo en la ciudad de Longview, en Texas: formaba parte del equipo de Hulk Barber Shop.
Sebastián cuenta que aprendió este oficio viendo videos en YouTube e improvisando: «Yo dejaba que me afeitara y luego fue el mejor barbero de la zona donde estábamos en Perú».
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