La primera economía del mundo iba viento en popa hasta que Donald Trump regresó a la Casa Blanca. La errática política económica y comercial del presidente de Estados Unidos ha generado desconfianza e incertidumbre y ha supuesto un frenazo en seco a un crecimiento que era la envidia del mundo. Estados Unidos se asoma a la recesión con una contracción de la actividad del 0,1% en el primer trimestre. Con sus idas y venidas con los aranceles y la declaración de una guerra comercial al mundo, Trump ha provocado distorsiones de calado en el comportamiento de los agentes económicos y una aceleración de las importaciones que explica el brusco cambio de signo en la economía.
Por El País
El producto interior bruto (PIB) de Estados Unidos cayó un 0,1% trimestral (un 0,3% en tasa trimestral anualizada), según los datos de la Oficina de Análisis Económico, dependiente del Departamento de Comercio de Estados Unidos, publicados este miércoles. Se trata de una primera estimación, a la que seguirán dos revisiones en los próximos dos meses.
El descenso del PIB es el primero desde comienzos de 2022. En el cuarto trimestre, la economía creció a una tasa trimestral anualizada del 2,4%, es decir, un 0,6% trimestral. Por primera vez en varios años, por culpa de Trump, la economía estadounidense ha mostrado menos pujanza que la de la zona euro, que creció un 0,4% en el primer trimestre.
Con su proteccionismo económico, Trump pretendía reducir el déficit comercial, pero lo que ha logrado hasta ahora es que se dispare a niveles récord. Empresas y consumidores han adelantado sus compras al exterior en previsión de los nuevos impuestos a la importación. Eso ha provocado, según los datos provisionales de la oficina del Censo, un desfase comercial de 464.475 millones de dólares en los tres primeros meses del año, una cifra sin precedentes que lastra el PIB. En el cálculo de la actividad económica, las exportaciones suman y las importaciones, restan.
“La disminución del PIB real en el primer trimestre reflejó principalmente un aumento de las importaciones, que se restan en el cálculo del PIB, y una disminución del gasto público. Estos movimientos se vieron compensados en parte por el aumento de la inversión, el gasto de los consumidores y las exportaciones”, indicó la Oficina de Análisis Económico.
La contribución de las importaciones fue completamente decisiva. En términos de contabilidad nacional, las importaciones de bienes crecieron a una tasa trimestral anualizada del 50,9%. Sin ese lastre, la economía habría crecido en el primer trimestre a un fuerte ritmo. Está por ver en qué grado ese efecto adelantado de los aranceles se va corrigiendo en trimestres sucesivos. Los datos muestran un escaso aumento de los inventarios, pero esa cifra es difícil de estimar y podría ser revisada al alza (y con ella, quizá la contracción pase a ser crecimiento). La incertidumbre introducida por Trump es tan grande que resulta difícil realizar previsiones.
Mientras, las expectativas de inflación se han disparado, por más que Trump quiera que se oculte el efecto de sus medidas arancelarias sobre los precios. Eso, a su vez, ha dañado la confianza de los consumidores, el principal motor de la economía estadunidense, cuyo crecimiento se desacelera, al pasar de una tasa trimestral anualizada del 4% en el último trimestre de 2024 al 1,8% del primer trimestre de este año. Los datos también muestran una presión al alza de los precios.
El primer mandato de Trump fue el peor para el empleo en la historia moderna de Estados Unidos, con la pandemia como principal explicación. A diferencia de entonces, la crisis bursátil y económica desatada por el republicano en esta ocasión es completamente autoinfligida. Ha dilapidado la herencia recibida en menos de 100 días no solo con la guerra comercial, sino también con la paralización de desembolsos aprobados por el Congreso, el despido de empleados federales sin garantías, la persecución de la inmigración y otras medidas.
Numerosas empresas están advirtiendo de que no cumplirán sus previsiones de ventas y beneficios como consecuencia de la guerra comercial y de la incertidumbre macroeconómica. Las aerolíneas notan que los ciudadanos están reservando menos viajes de ocio. Otras empresas de consumo también perciben tambores de recesión. La Bolsa ha tenido los peores primeros 100 días de un presidente de las últimas décadas.
Trump, sin embargo, se lava las manos. “Esta es la Bolsa de Biden, no la de Trump. No tomé posesión hasta el 20 de enero”, escribió este miércoles en Truth, su red social, pese a la evidencia de que son sus decisiones las que han provocado desplomes de las cotizaciones y torcido el rumbo de la economía. “Los aranceles pronto empezarán a entrar en vigor”, ha escrito también, como si no estuviesen en vigor, algunos desde febrero. “Nuestro país se disparará, pero tenemos que deshacernos de la resaca de Biden. Esto llevará un tiempo, no tiene NADA QUE VER CON LOS ARANCELES, solo que nos dejó con malos números”, ha seguido mintiendo. “Cuando empiece el boom, será como ningún otro. ¡¡¡SEAN PACIENTES!!!“, ha pedido, sin reconocer el daño causado.
Trump presume en su ignorancia de que sabe más de tipos de interés que el presidente de la Reserva Federal, Jerome Powell. Parte de los ataques de Trump contra Powell pueden deberse a que estuviera buscando un chivo expiatorio a quien echarle la culpa de los destrozos causados por él mismo, pero de momento prefiere culpar a Biden.
La economía estadounidense ha mostrado una gran resistencia frente a la amenaza de recesión en los últimos años y ha acabado superando las expectativas de crecimiento, pero eso ha sido antes de que Trump pusiese patas arriba la política económica.
Las medidas de Trump han complicado el trabajo del banco central. La Reserva Federal tiene como doble objetivo el pleno empleo y la estabilidad de precios. La guerra comercial amenaza con hacer subir los precios y frenar la creación de empleo. Powell reconoció este mes que la economía “se está alejando” de ambos objetivos e indicó que necesita “más claridad” antes de retomar los recortes en el precio del dinero. En principio, los inversores no esperan que los mueva en la reunión de la semana próxima, pero los inversores sí apuestan por un recorte en junio.