El subsecretario de Estado de Estados Unidos, Christopher Landau, lanzó este jueves una dura crítica contra la Organización de los Estados Americanos (OEA) durante su intervención en la 55ª Asamblea General celebrada en Antigua y Barbuda.
Landau cuestionó la relevancia del organismo hemisférico, al considerar que «ha sido incapaz de ofrecer respuestas concretas» ante la situación políticas en Venezuela y Haití.
En un tono personal, Landau recordó que creció no solo en Estados Unidos, sino también en Canadá, Paraguay, Chile, Venezuela y, más recientemente, México. Expresó su gratitud hacia Colombia por haber dado refugio a su familia paterna que huía de Austria antes de la Segunda Guerra Mundial, y mencionó que sus abuelos están enterrados cerca de Bogotá. Con ese trasfondo, reafirmó el compromiso de Estados Unidos con la región y expresó su esperanza de que la OEA pueda ser un «socio valioso en ese esfuerzo compartido».
Landau hizo un repaso histórico de la OEA, recordando sus orígenes en la conferencia de 1889 en Washington, que buscaba fomentar el comercio, resolver disputas fronterizas y prevenir la injerencia externa. Reconoció las raíces profundas de la organización, que se remontan a más de un siglo, pero cuestionó si hoy en día la OEA está logrando los nobles objetivos de su Carta: establecer un orden de paz y justicia, promover la solidaridad, fortalecer la colaboración y defender la soberanía y la integridad territorial de sus miembros.
En ese sentido, reveló que el gobierno estadounidense «está evaluando actualmente, por orden del presidente Donald Trump, su permanencia en todos los organismos internacionales, incluida la OEA». Explicó que esta revisión tiene como objetivo determinar si esa membresía «beneficia los intereses de Estados Unidos y si las organizaciones en cuestión pueden ser reformadas». El resultado de esta revisión, advirtió, «aún no está definido».
Luego, centró su discurso en los casos que considera más urgentes y reveladores del papel de la OEA. El primero fue Venezuela. Landau afirmó que en las elecciones del año pasado, la oposición «ganó de forma abrumadora y tenía pruebas sólidas para demostrarlo, pero el Gobierno de Nicolás Maduro se mantuvo en el poder».
“¿Qué ha hecho esta organización en respuesta a ese descarado fraude electoral? Por lo que podemos decir, nada de sustancia”, afirmó. Denunció que el «chavismo ha convertido a Venezuela en una de las naciones más miserables del hemisferio, sometiendo a su población a la pobreza y la represión política, forzando a millones a huir del país».
El subsecretario también se refirió a las elecciones legislativas y regionales celebradas el pasado 25 de mayo, que calificó de “otra farsa carente de transparencia». Criticó especialmente la inclusión del voto para elegir a un gobernador del estado Esequibo de Guyana, lo cual consideró una «amenaza directa a la integridad territorial de un país vecino». Frente a todo esto, insistió: “Si esta organización no puede responder o remediar la situación, debemos preguntarnos cuál es su propósito”.
Seguidamente, abordó la situación en Haití, que describió como una «crisis marcada por el colapso del orden público, el control de bandas armadas en la capital y una creciente emergencia humanitaria, de seguridad y gobernanza». Aunque reconoció el papel de la OEA en responder a esa crisis, fue enfático: «si no puede o no quiere desempeñar un papel constructivo, debemos preguntarnos seriamente por qué existe”.
Aclaró que su crítica no tenía la intención de señalar culpables, sino de «tender una mano de amistad a la organización y sus miembros». Sin embargo, advirtió que la amistad es un camino de doble vía: “El secretario Rubio y yo necesitamos poder decirle al presidente y al pueblo de Estados Unidos que la inversión en esta organización beneficia a nuestro país. Y en este momento, no estoy seguro de que podamos hacer esa afirmación”, declaró.
Landau también lamentó que algunos miembros y observadores «vean a la OEA como un foro para obstaculizar a Estados Unidos», cuando, en su opinión, «debería ser un espacio para mejorar las condiciones económicas, sociales y políticas de todo el hemisferio».
En ese marco, expresó su deseo de canalizar capital estadounidense hacia la región y fomentar el desarrollo de “economías jaguar” en América, en paralelo a las conocidas “economías tigre” de Asia.
Antes de cerrar, presentó la candidatura de Rosa María Payá —disidente cubana y activista de derechos humanos— a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), asegurando que su claridad moral, experiencia y compromiso con la democracia la convierten en una «voz ideal» para ese órgano.
“Este no es un momento para meras palabras o consignas sobre la solidaridad hemisférica. Es hora de que el sistema interamericano produzca resultados. Que esté con el pueblo de Venezuela y Haití, no solo en palabras, sino en hechos. Rechacemos juntos a los regímenes autoritarios y antidemocráticos”, concluyó.