Este sábado, durante una conferencia por el Jubileo de los gobernantes, el pontífice el Papa León XIV ha instado a los políticos del mundo a atajar la inaceptable desproporción entre ricos y pobres como servicio en favor de la paz social.
El pontífice recordó a los políticos que uno de sus deberes es promover y proteger, más allá de cualquier interés particular, el bien de la comunidad, especialmente en defensa de los más débiles y marginados.
«Se trata de esforzarse para que se supere le desproporción inaceptable entre una riqueza en manos de pocos y una pobreza desmedida. Quienes viven en condiciones extremas gritan para hacer escuchar sus voces pero, a menudo, no hallan oídos dispuestos a escucharles», denunció León XIV.
En este sentido, apuntó que esa desigualdad genera injusticia, lo que puede desembocar en violencia y antes o después en el drama de la guerra.
«Una buena acción política, favoreciendo una ecua distribución de los recursos, puede ofrecer un eficaz servicio a la armonía y a la paz tanto a nivel social como en ámbito internacional», recomendó.
León XIV recibió este sábado por la mañana en el Palacio Apostólico a los políticos que este fin de semana participan en el Jubileo de los Gobernantes y de los Administradores, en el marco de este Año Santo.
Ante ellos, remarcó como un gran desafío la irrupción de la Inteligencia Artificial (IA), al señalar que «será válida ayudando a la sociedad en la medida en que su uso no afecte a la identidad y la dignidad de las personas y a sus libertades fundamentales», señaló León XIV.
«La vida personal vale mucho más que un algoritmo y las relaciones sociales necesitan espacios humanos muy superiores a las pantallas limitadas que cualquier máquina sin alma pueda confeccionar», avisó.
Por último, el pontífice agustino, evocando a Cicerón, recomendó a la hora de legislar por el bien común tener como punto de referencia el concepto de la ley natural, «no escrita por la mano del hombre pero reconocida como válida universalmente en todo tiempo», declaró.
«La ley natural, universalmente válida por encima de otras convicciones de carácter más opinable, constituye una brújula con la que orientarse a la hora de legislar y actuar, particularmente sobre delicadas cuestiones éticas que hoy tocan la esfera de la intimidad personal», aconsejó.
León XIV se despidió de los gobernantes citando como ejemplo a Tomás Moro, jurista y canciller de Enrique VIII decapitado en 1535 por no acatar la nueva iglesia anglicana, «la valentía con la que no dudó en sacrificar su propia vida con tal de no traicionar la verdad lo hace todavía hoy, para nosotros, un mártir de la libertad y del primado de la conciencia. Que su ejemplo pueda ser para cada uno de vosotros fuente de inspiración» citó el pontífice.