El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, aseguró este miércoles que su gobierno mantendrá conversaciones con Irán la próxima semana, con el objetivo de frenar el programa nuclear de ese país, tras un alto el fuego que puso fin a 12 días de intensos enfrentamientos entre Teherán e Israel.
Desde La Haya, donde participa en la cumbre de la OTAN, Trump afirmó que los recientes bombardeos estadounidenses —incluido el uso de potentes bombas antibúnker— “aniquilaron” partes clave del programa nuclear iraní, lo que a su juicio precipitó el final del conflicto. “Fue muy severo. Fue una aniquilación”, declaró.
Aunque la Agencia de Inteligencia de Defensa de EE.UU. indicó que el progreso nuclear iraní solo se habría retrasado unos meses, Trump desestimó ese análisis. “Lo último que quieren hacer ahora es enriquecer uranio. Quieren recuperarse”, dijo.
Por su parte, el director de la CIA, John Ratcliffe, señaló que los ataques dañaron severamente varias instalaciones clave, cuya reconstrucción podría tomar años. Una evaluación israelí, difundida por la Casa Blanca, estima que el programa nuclear iraní ha sido retrasado “varios años”, aunque Trump aclaró que no se basaba únicamente en la inteligencia israelí.
Pese al tono combativo, el presidente estadounidense se mostró abierto a una salida diplomática. “Quizás firmemos un acuerdo. No lo sé. No creo que sea tan necesario”, dijo. No dio detalles sobre el lugar o los participantes de las conversaciones previstas.
Mientras tanto, tanto en Irán como en Israel se respira un clima de alivio y agotamiento. En Teherán, ciudadanos como Farah, de 67 años, expresaron su deseo de retomar una vida normal tras huir de los bombardeos. “La gente está aliviada, pero hay mucha incertidumbre sobre lo que viene”, comentó. En Tel Aviv, familias celebran el regreso a clases y la calma, aunque persiste el estrés.
El conflicto comenzó el 13 de junio con una ofensiva aérea israelí que mató a altos mandos militares iraníes y a destacados científicos nucleares. Irán respondió con misiles que, por primera vez, lograron atravesar defensas israelíes. Según datos iraníes, el saldo fue de 627 muertos y casi 5.000 heridos en su territorio; en Israel, se reportaron 28 fallecidos.
El presidente iraní, Masoud Pezeshkian, considerado un moderado, señaló que la guerra podría abrir espacio para reformas internas. “Esta guerra y la empatía generada entre pueblo y gobierno es una oportunidad para cambiar el enfoque de gestión y fomentar la unidad”, declaró a medios estatales.
No obstante, las autoridades iraníes actuaron rápidamente para reafirmar su control: ejecutaron a tres hombres acusados de colaborar con el Mossad y arrestaron a más de 700 personas presuntamente vinculadas con Israel, según la agencia Nournews.
Durante el conflicto, tanto Trump como el primer ministro israelí Benjamin Netanyahu insinuaron que el enfrentamiento podría derrocar al sistema clerical instaurado en Irán desde 1979. Sin embargo, tras el alto el fuego, Trump descartó apoyar un cambio de régimen. “No queremos caos. Queremos estabilidad”, dijo.
Rafael Grossi, director del Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA), advirtió que evaluar el daño en función del tiempo para reconstruir es irrelevante sin inspecciones. “El conocimiento técnico y la capacidad industrial siguen existiendo. La prioridad es que los inspectores regresen a los sitios nucleares”, sostuvo.
El futuro del programa nuclear iraní, y del equilibrio geopolítico en Medio Oriente, dependerá ahora de las negociaciones anunciadas y de si ambas partes están dispuestas a evitar una nueva escalada.
Reuters