La capital china vive una de las peores catástrofes naturales de los últimos años. Las autoridades confirmaron este martes la muerte de al menos 30 personas en Pekín tras varios días de lluvias torrenciales e inundaciones que han afectado extensamente al norte del país. Otras ocho personas murieron en la provincia de Hebei, donde continúan los deslizamientos de tierra.
Las lluvias, que comenzaron el 23 de julio, han dejado un saldo de más de 80.000 evacuados solo en Pekín, además de cortes masivos de electricidad, rutas bloqueadas y decenas de localidades completamente incomunicadas, de acuerdo con reporte de la BBC.
Unas 130 aldeas han quedado sin suministro eléctrico y decenas de carreteras permanecen cerradas, especialmente en el distrito montañoso de Miyun, donde se reportó la mayoría de las víctimas mortales.
El presidente chino, Xi Jinping, pidió el lunes a las autoridades locales y nacionales actuar con rapidez y estar preparadas para «los peores casos y escenarios extremos». El gobierno central ha destinado 200 millones de yuanes (alrededor de 28 millones de dólares) para tareas de rescate y reconstrucción.
Mientras los equipos de emergencia operan por aire, agua y tierra para llegar a zonas aisladas, cientos de personas permanecen atrapadas en aldeas remotas o incomunicadas, como la ciudad de Liulimiao, en el noreste de Pekín. Testimonios recogidos por medios internacionales relatan cómo familias enteras esperan ser rescatadas sin saber si podrán regresar pronto a sus hogares.
En algunas zonas, como Miyun, los residentes fueron evacuados con maquinaria pesada, incluyendo excavadoras. Imágenes difundidas muestran vehículos arrastrados por el agua, calles convertidas en ríos y puentes completamente colapsados.
Emergencia en expansión: récords de lluvia en el norte y tifón en el sur
El fenómeno meteorológico ha batido récords históricos de precipitación en al menos 13 estaciones del norte de China, según la emisora estatal CCTV. Expertos del servicio meteorológico nacional advierten que el cambio climático está amplificando la intensidad y frecuencia de estos eventos extremos.
Al mismo tiempo, el sur de China enfrenta su propia emergencia: Hong Kong emitió este lunes su alerta de tormenta más alta del año y algunas provincias como Zhejiang y Jiangsu se preparan para la llegada del tifón Co-May, que podría intensificar las lluvias en los próximos días.
Impacto económico y social
Los desastres naturales han golpeado fuertemente a China en 2025. Según el Ministerio de Gestión de Emergencias, las pérdidas económicas por eventos extremos como inundaciones, terremotos y deslizamientos de tierra superan los 7.500 millones de dólares solo en el primer semestre del año. Más de 23 millones de personas se han visto afectadas y más de 620.000 han sido desplazadas antes de esta última ola de inundaciones.
Las autoridades han reabierto gradualmente algunos sitios turísticos en Pekín, como el Palacio de Verano, el Zoológico y el Jardín Botánico Nacional, aunque las lluvias intermitentes siguen obstaculizando la normalidad.
«¿Cuándo vendrán los rescatistas a nosotros?»
El drama humano también se vive a nivel individual. Residentes como la Sra. Yang, originaria del distrito de Miyun, denuncian que aún no tienen noticias de sus familiares. “Mi abuelo está discapacitado, mi padre sufrió un derrame cerebral y mi madre tiene hepatitis”, dijo entre lágrimas. “Solo quiero saber si están bien”.
Otras historias reflejan la desesperación de comunidades remotas y pequeñas aldeas donde muchas personas esperan bajo la lluvia sin electricidad, agua potable ni comunicaciones. Algunos habitantes han caminado varios kilómetros para pedir auxilio en persona.
Persiste la amenaza
Aunque las lluvias han dado una breve tregua este martes, los pronósticos indican que las precipitaciones podrían reanudarse en las próximas horas, complicando los esfuerzos de rescate. Las autoridades han instado a la población a no acercarse a zonas de riesgo, mientras que en las regiones montañosas, el peligro de deslizamientos de tierra sigue siendo alto.
En medio del caos, la respuesta humanitaria se acelera. Equipos médicos, voluntarios, soldados y rescatistas trabajan contrarreloj para evitar nuevas víctimas. Pero la magnitud de los daños, sumada al clima impredecible, sugiere que la emergencia en China aún está lejos de terminar.