El Gobierno de Estados Unidos reanudó su política de deportaciones a terceros países con un vuelo operado por el Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE) que trasladó a cinco inmigrantes hacia el Reino de Esuatini, en el sur de África.
La medida fue anunciada por la subsecretaria del Departamento de Seguridad Nacional (DHS), Tricia McLaughlin, en su cuenta oficial en la red social X.
Según McLaughlin, los deportados originarios de Vietnam, Cuba, Jamaica, Laos y Yemen, enfrentan condenas por asesinato, violación de menores, crueldad contra adultos dependientes, y otros delitos violentos.
La funcionaria indicó que los inmigrantes fueron enviadas a Esuatini, antigua Suazilandia, «después de que sus países de origen se negaran a aceptarlos».
“Estos son delincuentes tan bárbaros que sus propios países rechazaron recibirlos”, escribió la subsecretaria del DHS destacando que la administración Trump «está decidida a sacar de circulación a los criminales más peligrosos, incluso si eso implica enviarlos a naciones sin vínculo previo con los deportados».
El programa de deportaciones a terceros países se había visto suspendido en los últimos meses, pero en junio, la Corte Suprema de EE. UU. levantó las restricciones que impedían estas expulsiones, permitiendo que el gobierno reactivara vuelos similares.
A principios de mes, otro grupo de inmigrantes fue enviado a Sudán del Sur bajo este mismo esquema.
McLaughlin también denunció un aumento de la violencia contra los funcionarios encargados de hacer cumplir las deportaciones.
Según cifras del DHS, las agresiones contra agentes del ICE aumentaron un 830 % entre el 21 de enero y el 14 de julio de 2025, en comparación con el mismo periodo del año anterior.