El Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE) deportó a casi 200.000 personas en los primeros siete meses del segundo mandato del presidente Donald Trump, según confirmó a CNN un alto funcionario del Departamento de Seguridad Nacional (DHS).
La cifra coloca a la agencia en camino de alcanzar su tasa más alta de expulsiones en al menos una década, aunque todavía por debajo del objetivo fijado por la Casa Blanca.
Desde enero, cuando Trump asumió nuevamente el cargo, se han registrado cerca de 350.000 deportaciones, sumando las acciones del ICE, la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza (CBP), la Guardia Costera y personas que optaron por la autodeportación.
El año fiscal 2025, que cierra en septiembre, podría superar las 300.000 deportaciones solo a cargo del ICE, nivel que no se alcanzaba desde 2014, durante el gobierno de Barack Obama.
La CBP reportó más de 132.000 repatriaciones en lo que va del año, mientras que alrededor de 17.500 personas se marcharon voluntariamente. El DHS ha intensificado los operativos en grandes ciudades como Los Ángeles y Washington, en línea con la promesa de Trump de realizar deportaciones masivas.
La administración se ha fijado la meta de llegar a un millón de expulsiones anuales, aunque funcionarios admiten dificultades logísticas y de personal. Actualmente se realizan entre 1.000 y 2.000 arrestos diarios en el interior del país, lejos de la meta de 3.000 fijada por la Casa Blanca.
En respuesta, el gobierno aprobó una inyección de casi 75.000 millones de dólares para el ICE hasta 2029, de los cuales 45.000 millones se destinarán a ampliar la capacidad de detención y el resto a operaciones de arresto y deportación, convirtiendo a la agencia en la fuerza policial mejor financiada del país.
La secretaria de Seguridad Nacional, Kristi Noem, celebró las cifras y afirmó que el gobierno está enviando un mensaje “claro y contundente” a los inmigrantes indocumentados: entregarse o enfrentar las consecuencias.