Wilder Fernández, un joven pescador del occidente de Venezuela, captura con una red cuatro peces de buen tamaño en las aguas umbrosas de una pequeña bahía al norte del lago de Maracaibo, uno de los más extensos de América. Será la cena de su equipo antes de salir a navegar hasta la noche, en una faena a la que últimamente tiene pavor de sumarse.
Con 13 años en el oficio, confiesa que teme morir en sus afanes en esas aguas que conectan con el mar Caribe, ya no a manos de algún asaltante de la noche, como años atrás, sino, quizás, por munición extranjera.
«Eso es una locura, varón», expresa sobre el despliegue al norte de su país de buques, aviones caza, un submarino y miles de tropas de las fuerzas armadas de Estados Unidos como parte de un operativo militar contra presuntas organizaciones «narcoterroristas» que, según la Casa Blanca, tendrían vínculos con el gobierno de Nicolás Maduro, reseña la BBC.
Desde el 2 de septiembre el ejército estadounidense ha atacado seis embarcaciones en el Caribe, matando a 27 tripulantes a los que ha acusado, sin ofrecer pruebas, de traficar con narcóticos.
Y este miércoles el presidente Donald Trump dijo que EE. UU. está también evaluando una posible incursión terrestre, en una comparecencia en la que confirmó que autorizó a la CIA realizar operaciones encubiertas en Venezuela.
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