Desde que ordenó escalar la supuesta lucha contra el narcotráfico en el Caribe y Pacífico, Estados Unidos ha causado la muerte de 105 personas que iban a bordo de las llamadas «narcolanchas», desde el 2 de septiembre.
Así lo suscribe un reporte de TalCual, al destacar que se han perpetrado 29 ataques a estas embarcaciones acusadas de ser conducidas por «narcoterroristas», desde la administración Trump.
ONGs han calificado las muertes como «asesinatos injustificados». Mientras que, el alto comisionado de la ONU para DDHH, Volker Türk aseguró que son «inaceptables» e instó a EE .UU. ha ponerles fin y «evitar que ejecuciones extrajudiciales de personas a bordo de las embarcaciones, independientemente de la conducta delictiva que se les impute».
TWP: Funcionarios y familiares desmienten afirmaciones de Trump sobre narcolanchas
La justificación del gobierno de Trump para bombardear a presuntos narcotraficantes frente a las costas venezolanas ha sido clara y consecuente: estas personas no son solo delincuentes; son «narcoterroristas» que trafican con un «arma letal que envenena a estadounidenses» a instancias de organizaciones terroristas.
«Los eliminamos», declaró Trump el mes pasado a los generales y almirantes de tres y cuatro estrellas. «Cada barco mata a un promedio de 25.000 personas; algunos dicen que más. Ven estos barcos, están repletos de bolsas de polvo blanco, principalmente fentanilo y otras drogas».
Afirmando tener la facultad de ejecutar sumariamente a los narcotraficantes como si fueran tropas enemigas, Trump ha autorizado al ejército estadounidense a atacar al menos seis lanchas rápidas que el gobierno ha considerado sospechosas, matando a decenas de personas desde principios de septiembre. Al menos la mitad de los ataques y 21 de los asesinatos, según los lugareños, han ocurrido en las aguas entre Venezuela y Trinidad y Tobago, naciones tan cercanas que en días despejados se ven a simple vista.
Sin embargo, registros y entrevistas con 20 personas familiarizadas con la ruta o los ataques, incluyendo funcionarios estadounidenses e internacionales, actuales y anteriores, contradicen las afirmaciones de la administración. El paso, afirmaron, no se utiliza habitualmente para el tráfico de opioides sintéticos como el fentanilo, presente en el 69 % de las muertes por sobredosis de drogas el año pasado. Estas drogas tampoco suelen dirigirse a Estados Unidos.
Trinidad y Tobago, una nación caribeña a más de 1.600 kilómetros al sur y 1.930 kilómetros al este de Miami, es tanto un mercado de destino para la marihuana como un punto de transbordo para la cocaína sudamericana con destino a África Occidental y Europa, según funcionarios estadounidenses, la policía trinitense y analistas independientes. El fentanilo incautado en Estados Unidos, en cambio, suele fabricarse en México con precursores procedentes de China y contrabandearlo a través de la frontera terrestre, con frecuencia por ciudadanos estadounidenses.