En un escenario marcado por la creciente volatilidad diplomática y militar en la cuenca del Caribe, el Ejecutivo venezolano notificó este domingo el zarpe de un tanquero perteneciente a la transnacional Chevron. La operación comercial se produce paradójicamente en el mismo momento en que Estados Unidos ejecuta maniobras de interdicción marítima cerca de las costas venezolanas, habiendo incautado ya dos embarcaciones y manteniendo actualmente una «persecución activa» para interceptar una tercera.
La excepción en medio del bloqueo
La información fue oficializada por Delcy Rodríguez, vicepresidenta ejecutiva y titular de la cartera de Hidrocarburos. A través de su canal en la plataforma Telegram, la funcionaria reportó la salida del buque Canopus Voyager, el cual partió cargado «con petróleo venezolano rumbo a los Estados Unidos».
Rodríguez subrayó que esta exportación se realiza en «estricto apego a las normas y en cumplimento de los compromisos asumidos» por la industria energética nacional. Cabe destacar que, a pesar de la ruptura política entre Miraflores y la Casa Blanca, Chevron continúa operando en el país en asociación con Pdvsa. Esta actividad se mantiene vigente gracias a una licencia específica de la Oficina de Control de Activos Extranjeros (Ofac) del Departamento del Tesoro, la cual blinda a la compañía estadounidense de las sanciones que pesan sobre el crudo venezolano.
Acompañando su mensaje con un material audiovisual del navío, la ministra enfatizó la postura gubernamental frente a la crisis actual: «Venezuela siempre ha sido y seguirá siendo respetuosa de la legalidad nacional e internacional. ¡Nada ni nadie detendrá a nuestra patria en su camino de avance y victoria!».
La ofensiva contra la «flota fantasma»
El zarpe del buque de Chevron contrasta radicalmente con los sucesos reportados el sábado por Kristi Noem, secretaria de Seguridad Nacional de EE. UU., quien confirmó la confiscación del tanquero Centuries, de bandera panameña.
Según la narrativa de la Casa Blanca, esta embarcación operaba bajo «bandera falsa» y formaba parte de lo que Washington denomina «la flota fantasma venezolana para traficar petróleo robado y financiar el régimen narcoterrorista de Maduro». Aunque surgieron reportes indicando que el Centuries no figuraba previamente en las listas negras estadounidenses, Anna Kelly, portavoz adjunta de la Casa Blanca, defendió la medida asegurando que el navío «transportaba petróleo de (la estatal venezolana) Pdvsa, empresa sancionada».
Este incidente marca la segunda incautación en menos de un mes, tras la captura del buque sancionado Skipper y su cargamento el pasado 10 de diciembre.
«Piratería» y tensión en altamar
Estas acciones responden a la reciente directriz del presidente estadounidense, Donald Trump, quien anunció un bloqueo total al tránsito de petroleros sancionados como mecanismo de máxima presión contra el gobierno de Nicolás Maduro, al cual acusan de liderar una red de narcotráfico. Al cierre de esta edición, fuerzas estadounidenses realizan operaciones para interceptar un tercer objetivo en aguas caribeñas.
Desde Caracas, la respuesta ha sido categórica. El gobierno ha calificado las incautaciones como un «robo» y ha advertido que ejercerá «todas las acciones correspondientes».
Por su parte, el presidente Nicolás Maduro condenó enérgicamente el despliegue estadounidense, calificándolo de «piratería de corsarios». El mandatario sentenció que Venezuela «tiene 25 semanas denunciando, enfrentando y derrotando una campaña de agresión que va desde el terrorismo psicológico hasta los corsarios que han asaltado petroleros».
Con información de SWI swissinfo.ch / EFE.



