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Algunos con miedo de lo que pueda salir de las urnas y otros cansados de la política de los últimos años, los portugueses acuden este domingo a votar en unas elecciones “muy misteriosas” que decidirán cuál será el próximo Gobierno.
“Son unas elecciones muy misteriosas”, dijo a EFE Gonçalo Mendes, un joven de 19 años que acudió a sufragar acompañado de su madre a un peculiar colegio electoral instalado en un taller de coches, junto al Largo do Rato, en el centro de Lisboa.
Poco antes de las 10.00 hora local (misma hora GMT), y en medio de una tregua de la lluvia intermitente que marca la jornada electoral en la capital, Gonçalo depositó su voto por primera vez en unos comicios legislativos a escasos metros de un coche con el capó levantado.
En su caso, esta primera experiencia está marcada por el “miedo” a los resultados: “Creo que son unas elecciones decisivas, principalmente por si vamos a tener un Gobierno con o sin extrema derecha”, reflexionó.
El papel del ultraderechista Chega, tercera fuerza a la que los sondeos auguran un avance, es una de las grandes dudas de estos comicios, en los que se prevé una victoria de la derecha tradicional, pero sin mayoría absoluta.
El “miedo” es lo que ha movido a algunos a acudir a las urnas en un país donde en las últimas legislativas, en 2022, la abstención rozó el 50 %. Para otros, es el hartazgo.
“Las personas quieren votar, porque están cansadas y hartas”, contó a EFE Joana, que defiende que las elecciones son “extremamente importantes”, porque es necesario un “cambio en el país, que ha estado estancado entre dos partidos”.
Joana, que votó en una de las sedes de la Universidad Autónoma de Lisboa, cree que después de la pandemia hay una “sensación diferente de que las cosas pueden ir mal”, y por eso la gente acudirá a las urnas a lo largo de esta jornada.
En este colegio electoral, al inicio de la mañana, los electores llegaban con cuentagotas, algunos acompañados de sus perros o de sus hijos, y sin colas para depositar su papeleta.
La visita a las urnas les sorprendió antes de lo esperado, ya que las elecciones se convocaron de forma anticipada por la dimisión del primer ministro, el socialista António Costa, tras saberse investigado por la Fiscalía.
La sensación general es que celebrar unos nuevos comicios era la única alternativa a lo ocurrido.
“No había otra opción, porque lo que pasó era grave”, opinó en declaraciones a EFE Maria Filomena, de 63 años y de las más madrugadoras en el colegio de la Universidad Autónoma.
Los miembros de las diferentes mesas abrieron la jornada contando los sufragios de quienes optaron por el voto anticipado el pasado fin de semana, en el que depositaron su papeleta casi 181.000 de los 208.000 ciudadanos que se habían apuntado, el 95 %, según datos del Ministerio de Administración Interna.
Pero el grueso de los 9,3 millones de personas que votan en suelo luso -a los que se añaden otros 1,5 millones residentes en el extranjero- lo hace este domingo.
“Tenemos una afluencia muy buena para esta hora”, aseguró a EFE Vasco Morgado, el presidente de la Junta de Freguesia -órgano municipal inferior al Ayuntamiento- de Santo António, a la que pertenecen los colegios de la Universidad Autónoma y del taller de Rato.
Morgado destacó que este año hay muchos jóvenes que se estrenan en las votaciones y confió en que estas nuevas generaciones participen de forma activa: “Están muy interesados en su presencia en la sociedad”.
Es el caso del joven Gonçalo, que tiene claro los problemas que el próximo Gobierno debe resolver.
“La falta de inversión en el estado social, en el Servicio Nacional de Salud, en los transportes públicos y en los profesores. Necesitan ayuda y en este momento nadie se la está dando”, zanjó.
EFE