Cuando se presenta la ocurrencia de un fenómeno que nadie previó en las variables o análisis, se suele apelar a la conocida “Teoría del Cisne Negro”.
En horas recientes y ante la tarea incumplida de la coalición opositora reunida bajo la figura de la Plataforma Unitaria en alcanzar un acuerdo de una candidatura oficial, ha surgido el nombre de Enrique Márquez como una posible salida al conflicto. Nadie estaba a espera de esto. Ni siquiera el propio Márquez. Pocos esperaban que a 100 días de la contienda, la PU aún no tendría una candidatura única.
Si todos convenimos en que las candidaturas inscritas fueron las permitidas por el gobierno de Maduro, Márquez no es una excepción. Maduro acepta su postulación porque sabe que Márquez podría dividir el voto opositor, especialmente el zuliano, bastión opositor de más de medio millón de votos.
La pregunta obligada es ¿cómo llegó Márquez hasta aquí? ¿Cómo se le permitió la legalización express de su partido Centrados? ¿Cómo es que Márquez pudo ofrecerse como mediador para conseguir legalizar otras tarjetas como la del MAS bajo la condición de que apoyaran su candidatura?
¿Quién, además del alcalde hatillano, Elías Sayegh, soportan financieramente su campaña?
La respuesta a todas y cada una de esas interrogantes es simple, el gobierno de Maduro no lo inhabilitó, permitió la legalización de la tarjeta de su partido y el del alcalde Sayegh, le dio el margen de maniobra para interceder ante otros partidos opositores y probablemente auxiliará financieramente su campaña.
La única respuesta distinta es a la interrogante de ¿Quién impulsa hoy el nombre de Enrique Márquez dentro de la plataforma?
Pues, Voluntad Popular, Causa R, Proyecto Venezuela y Encuentro Ciudadano, los mismos factores que el 25 de marzo estuvieron de acuerdo en que se perdiera la tarjeta de la MUD y no postular candidatura si no se permitía inscribir la de Corina Yoris.
Nada de raro tendría que se sacaran de su bolsillo de prestidigitadores los conejos de Bertucci, “El Burro” Martínez o hasta Daniel Ceballos, cualquiera menos Rosales pareciera ser su consigna en esta cruzada suicida…
Márquez no es un inesperado cisne negro, es un caballo de Troya rojo que algunos factores de la PU pretender introducir en su interior movidos por el odio cegador a la candidatura de Manuel Rosales.
Otorgarle el mismo rango y nivel de candidato de la PU no ayuda ni suma en la búsqueda de una candidatura única, unitaria y unificadora. Lo único que hace es complicar aún más la posibilidad de un acuerdo y aleja el consenso necesario en una hora tan precaria de margen de maniobra y poco propicia para más dilaciones en la toma de una decisión.
Cumple, eso sí, con la misión para la cual Maduro permitió su postulación, confunde y divide a la legítima oposición.
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