MANAGUA- El régimen de Nicaragua, conocido por su larga trayectoria de alianzas con regímenes autoritarios y su sistemática represión de la oposición interna, decidió romper relaciones diplomáticas con Israel, un país que ha mantenido una postura firme en defensa de su soberanía frente al terrorismo de Hamás en Gaza.
Daniel Ortega, que busca constantemente alianzas con regímenes de izquierda y movimientos extremistas, utiliza esta ruptura como un gesto simbólico y político con sus pares, considerando que los intercambios con Israel son prácticamente nulos y que el país ni siquiera tiene un embajador residente en Managua.
Rosario Murillo, esposa de Ortega, vicepresidenta y portavoz del régimen, justificó la medida con una retórica agresiva, calificando al gobierno israelí de «fascista y genocida», en sintonía con la narrativa que busca enmarcar la política exterior nicaragüense dentro de un eje antioccidental y de corte autoritario.
Según el régimen nicaragüense, esta decisión se da en respuesta a una solicitud del Parlamento Nacional, controlado absolutamente por el Frente Sandinista de Liberación Nacional.
«Es lo más probable que en las próximas horas se esté conociendo el decreto que garantiza el cumplimiento de esa instrucción» de romper las relaciones bilaterales, informó Murillo.
«Aislamiento»
Con esta decisión, la imagen de Nicaragua es de un estado cada vez más aislado al igual que Venezuela frente a la escena internacional.
Cabe destacar que, si bien Israel y Nicaragua restablecieron relaciones en 2017, Ortega fue históricamente ambivalente en su relación con Israel, habiendo ya roto relaciones diplomáticas en 1982 y 2010. Sin embargo, este gesto actual parece más una estrategia propagandística que un movimiento de impacto real, dado que la relación entre ambos países es prácticamente inexistente.
Israel no tiene un embajador residente en Managua, sino uno concurrente con sede en San José.
FUENTE: Redacción DLA/Con información de AFP