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El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, dijo el martes que no tiene prisa por hablar con su homólogo, Xi Jinping, para tratar de desactivar una nueva guerra comercial entre las dos mayores economías del mundo, desatada por sus aranceles generalizados del 10 % sobre todas las importaciones chinas.
China reaccionó con aranceles específicos a las importaciones estadounidenses el martes y puso a varias empresas, incluida Google, sobre aviso de posibles sanciones, en una respuesta comedida a los aranceles de Trump.
«Está bien», dijo Trump en la Casa Blanca al ser preguntado por los aranceles de represalia de China.
Una conversación entre Xi y Trump se considera clave para una posible flexibilización o retraso de los aranceles, como ya lo hicieron el lunes las conversaciones con los líderes de México y Canadá.
La portavoz de la Casa Blanca, Karoline Leavitt, señaló a los periodistas que aún era necesario programar una llamada entre Trump y Xi.
«El presidente Xi sí se puso en contacto con el presidente Trump para hablar de esto, tal vez para iniciar una negociación. Así que veremos cómo va esa llamada», dijo Leavitt a Fox Business Network a primera hora del martes.
La limitada respuesta de Beijing a la imposición por parte de Estados Unidos de un arancel del 10 % a todas las importaciones chinas subrayó el intento de los responsables políticos chinos de entablar conversaciones con Trump para evitar una guerra comercial abierta entre las dos mayores economías del mundo.
Capital Economics, una firma de investigación con sede en el Reino Unido, estimó que los aranceles adicionales de China se aplicarían a unos 20.000 millones de dólares de importaciones anuales, en comparación con los 450.000 millones de dólares en bienes chinos sujetos al arancel de Trump.
«Las medidas son bastante modestas, al menos en relación con los movimientos de Estados Unidos, y han sido calibradas para enviar un mensaje a Estados Unidos», dijo Julian Evans-Pritchard, jefe de la firma China Economics, en una nota.
Trump suspendió el lunes su amenaza de imponer aranceles del 25 % a México y Canadá, acordando una pausa de 30 días a cambio de concesiones en materia fronteriza y de lucha contra el crimen.
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