El Papa Francisco fue dado de alta este domingo después de 38 días en un apartamento medicalizado del Policlínico Gemelli, donde recibió atención tras una neumonía bilateral. A su salida, el pontífice se mostró ante aproximadamente 700 peregrinos desde un balcón, donde permaneció durante 1 minuto y 39 segundos, visible en su fragilidad. Con un rostro pálido, ojeras y dificultad para hablar, Francisco agradeció a los presentes: «Gracias por las oraciones».
Las autoridades, incluido el alcalde de Roma, Roberto Gualtieri, y varios embajadores, se encontraban entre la multitud que vitoreaba su nombre. Cuando el Papa salió en silla de ruedas, no pudo disimular su emoción y expresó un saludo especial a una fiel con un ramo de flores amarillas, aunque le costó pronunciar cada palabra.
Tras su breve aparición pública, el enfermero del Papa, Massimiliano Strappetti, le recordó la importancia de impartir la bendición antes de retirarse. Francisco, con visible esfuerzo, hizo la señal de la cruz y finalmente se dirigió a la salida del hospital. A diferencia de lo habitual, optó por su Fiat 500 blanco en lugar de una ambulancia. Durante el trayecto hacia Casa Santa Marta, realizó un desvío para pasar por la basílica de Santa María la Mayor, donde se detuvo un momento para rezar en silencio. Allí, entregó un ramo de flores al cardenal Rolandas Makrickas para que lo colocara bajo el icono de «María Salvación del Pueblo Romano».
De regreso a Casa Santa Marta, fue recibido por el cardenal decano Giovanni Battista Re, quien le dio la bienvenida oficial. Sin embargo, el Papa deberá seguir un régimen de recuperación riguroso. Los médicos han establecido que no podrá retomar su actividad normal de inmediato y deberá continuar con dos meses de terapia farmacológica, oxigenoterapia y rehabilitación motora y respiratoria.
Este regreso a casa marca el inicio de una nueva fase en el pontificado de Francisco. El cardenal Fernández ha expresado la esperanza de que esta etapa esté «llena de sorpresas», aunque será muy delicada. El Papa deberá ajustar su presencia pública, limitando su participación en ceremonias y encuentros con peregrinos. Asimismo, se espera que asigne responsabilidades a sus colaboradores para tomar decisiones urgentes, como nombramientos de obispos y la gestión de relaciones con conferencias episcopales.
Francisco es consciente de que su estado de salud será objeto de escrutinio público, especialmente los críticos que piden su renuncia. En su mensaje del ángelus, reflexionó sobre la necesidad de “paciencia confiada”, anclada en el amor de Dios. Esta semana, el Papa debe diseñar una estrategia para el gobierno inmediato de la Santa Sede, lo que sin duda representará un desafío considerable.
En los próximos días y semanas, se programan varios eventos importantes en el calendario del Papa, incluyendo el Jubileo de los Misioneros de la Misericordia el 28-30 de marzo, y la bendición «Urbi et Orbi» por la Pascua el 20 de abril. A pesar de su actual fragilidad, su papel como voz de los más vulnerables se mantiene firme.