Una familia venezolana pide que una niña de dos años sea devuelta a su madre luego de que el viernes las autoridades estadounidenses deportaran a la madre a Venezuela sin la niña.
El padre de la niña fue enviado a una prisión de El Salvador en marzo.
La menor, Maikelys Antonella Espinoza Bernal, permanece en un centro de acogida en Estados Unidos, según el Departamento de Seguridad Nacional (DHS, por su sigla en inglés). Las autoridades dijeron en un comunicado que la niña fue separada de sus padres y removida del manifiesto del avión de deportación en el que iba su madre por su propia “seguridad y bienestar”.
El gobierno del presidente Donald Trump dice que los padres de la niña son miembros del Tren de Aragua, una banda venezolana, pero no ha ofrecido pruebas que lo respalden.
La niña, conocida por muchos en su familia como Antonella, es una de los varios menores que se han visto afectados por la campaña de represión de la inmigración del presidente Trump en los últimos días. Al menos tres niños que son ciudadanos estadounidenses fueron enviados a Honduras este mes con sus madres, decisiones que fueron objeto de protesta por los abogados de las familias.
En el caso de la niña venezolana, su madre, Yorely Bernal, de 20 años, había entrado en Estados Unidos con su pareja, Maiker Espinoza, y su hija en mayo de 2024, cuando el presidente Joe Biden aún estaba en el cargo.

Allí, según los familiares de la pareja, las autoridades les dijeron que sus tatuajes parecían sospechosos, los detuvieron y enviaron a la niña a un centro de acogida.
Durante el primer gobierno de Trump, las separaciones familiares en la frontera provocaron ira e impugnaciones legales, y finalmente dejaron de utilizarse como política general. Sin embargo, durante el gobierno de Biden siguieron produciéndose separaciones en casos limitados, cuando los funcionarios consideraban que existía una amenaza para el menor.
No está claro por qué los funcionarios separaron a los miembros de esta familia el año pasado. Las búsquedas de antecedentes indican que ninguno de los progenitores tiene antecedentes penales en Venezuela o Perú, donde vivieron varios años, ni en Estados Unidos, más allá de sus delitos de inmigración. En Estados Unidos, la pareja solo ha vivido en centros de detención de inmigrantes.
En 2022, Espinoza, que ahora tiene 25 años, fue detenido en Perú por una acusación de violencia doméstica, pero el caso se cerró y nunca llegó a juicio, según los registros.
Las autoridades estadounidenses enviaron a Espinoza a El Salvador el 30 de marzo en uno de los cinco aviones que transportaban a venezolanos a una prisión de máxima seguridad. El gobierno de Trump dice que todos los hombres venezolanos de esos vuelos son miembros del Tren de Aragua, pero ha aportado pocas pruebas de ello.
A finales de abril, Bernal llamó a su madre, Raida Inciarte, para decirle que la iban a deportar a Venezuela, dijo Inciarte en una entrevista. Funcionarios estadounidenses habían dicho a Bernal que Antonella vendría con ella, dijo Inciarte.
En la videollamada, Bernal mostró a su madre un documento de las autoridades de inmigración con el nombre de Antonella, que, según ella, indicaba que la niña saldría de Estados Unidos con ella.
Pero cuando Bernal embarcó en el vuelo de deportación a Caracas, la capital venezolana, el 25 de abril, su hija no estaba allí.
Desde su casa de Maracaibo, en Venezuela, Inciarte pidió al gobierno estadounidense que pusiera en libertad a la niña, quien, según dijo, ha vivido en cuatro hogares de acogida mientras sus padres estaban detenidos por inmigración durante el último año. (Inciarte dijo que ha estado en contacto con un trabajador social y con los padres de acogida).
Su hija, dijo, había llegado a casa en Maracaibo el domingo y se pasó la mañana del lunes llorando en su habitación.

“Esa niña”, dijo refiriéndose a la pequeña, “tiene familia que sufre día a día, un año”.
La niña está bajo la supervisión de la Oficina de Reasentamiento de Refugiados, según el Departamento de Seguridad Nacional, en referencia a una parte del Departamento de Salud y Servicios Humanos. Un funcionario de esa oficina remitió todas las preguntas al DHS.
El gobierno de Trump no dijo cuándo, o si, la niña se reuniría con su familia.
En su declaración, el Departamento de Seguridad Nacional dijo que Espinoza era un “lugarteniente” del Tren de Aragua que supervisaba operaciones delictivas, incluida una “casa de tortura”, y que Bernal dirigía el “reclutamiento de mujeres jóvenes para el contrabando de drogas y la prostitución”.
“El presidente Trump y la secretaria Noem se toman en serio su responsabilidad de proteger a los niños”, decía el comunicado, refiriéndose a la secretaria del departamento, Kristi Noem. “No permitiremos que se abuse de esta niña y que siga expuesta a actividades delictivas que ponen en peligro su seguridad”.
María Alejandra Fernández, de 31 años, hermana de Espinoza, dijo: “Mi hermano no es ningún delincuente. Se fue de Venezuela como muchos jóvenes, buscando una oportunidad para salir adelante”.
El departamento no respondió a una solicitud de más detalles sobre las acusaciones de conexiones con la banda.
Inciarte dijo que los primeros hogares de acogida de la niña se encontraban en la zona de El Paso. Pero Antonella fue colocada en un nuevo hogar en los últimos días, según le dijo a Inciarte una madre de acogida, y ahora no estaba segura de dónde se encontraba ese hogar.
La nueva madre de acogida no respondió a los mensajes de The New York Times.
El gobierno de Trump ha dicho que el Tren de Aragua ha “invadido” Estados Unidos, lo que el presidente está utilizando para justificar las rápidas deportaciones de cientos de venezolanos y para cumplir una promesa electoral de adoptar una línea dura contra los inmigrantes indocumentados.
Bernal y Espinoza huyeron de la crisis económica y política de Venezuela, dijeron sus familias, y se conocieron viviendo en Perú. Ella trabajaba en un puesto de comida rápida. Él trabajó como albañil y en una herrería, hasta que abrió un negocio como barbero, dijo su hermana, Fernández, que vive en Venezuela.

Antonella nació en Lima el 8 de febrero de 2023, según su partida de nacimiento, en la que figura la pareja como sus padres. Cuando la niña tenía un año, Bernal y Espinoza decidieron seguir el creciente flujo de migrantes a Estados Unidos, dijeron sus familiares.
Los salarios en Perú eran bajos, dijo Inciarte, y la situación no mejoraba en Venezuela.
“Ellos se emocionaron”, dijo, “y fueron a buscar el sueño americano”.
La pareja salió de Perú y —con su hija a cuestas— cruzó Ecuador, Colombia, la selva del Darién, que conecta Sudamérica con Panamá y Centroamérica. En México, fueron brevemente secuestrados por lo que la hermana de Espinoza describió como “coyotes”, o traficantes de migrantes.
En mayo pasado, dijeron las familias, ambos se entregaron en la frontera estadounidense.
Desde su detención, Bernal le dijo a su madre en una llamada que las autoridades creían que sus tatuajes —tiene muchos— la convertían en “miembro de una banda”.
Pero no fue hasta que Trump asumió el cargo, dijeron las familias, cuando las acusaciones se hicieron más específicas: el gobierno creía que eran miembros del Tren de Aragua.
Los tatuajes de Bernal incluyen los años de nacimiento de sus padres inscritos en su cuello, así como un rayo, una pequeña llama y una serpiente, dijo su madre. Los tatuajes de Espinoza incluyen los personajes de dibujos animados Sam Bigotes y Marvin el Marciano, según una declaración que dio a las autoridades, así como una cruz, una corona y una brújula con un avión.
Documentos internos del gobierno indican que las autoridades estadounidenses citan los tatuajes para etiquetar a las personas como miembros del Tren de Aragua, aunque hay pocas pruebas de que la banda utilice los tatuajes como marcadores de pertenencia.
En sus conversaciones con los padres de acogida durante el último año, Inciarte dijo que describieron a Antonella como “dulce” e “independiente” para ser una niña pequeña. Pero también observaron que la niña lloraba cuando cambiaba de familia y parecía confundida sobre a quién pertenecía.
Esto angustiaba a la abuela, quien se preocupaba por los “daños psicológicos”, dijo.
“Hoy amanece con una mamá”, dijo, “pero al otro día tiene otra mamá”.