«La pugna en el seno de la coalición dominante está por definirse: ¿abrir las puertas a una transición o impedir, con el tiempo en contra, la participación de Edmundo González Urrutia? ¿Hay matices en medio de estas dos opciones?»
Estamos a un mes del 28 de julio, fecha que marcará el resto de la década para nuestro país. De las decisiones políticas que se susciten en las próximas cuatro semanas podríamos estar a las puertas de una transición política hacia la democracia, hacia un modelo inclusive más cerrado o al mantenimiento de la particular guerra fría que ha marcado a la política venezolana en la última década.
Por ahora, tenemos como certeza que la oposición democrática aglutinada alrededor de la candidatura de Edmundo González y el liderazgo de María Corina Machado tienen la primera opción de victoria si el proceso del 28J cumple con los estándares mínimos de garantías electorales. Sin embargo, son muchas las incógnitas que quedan por despejar para saber si, efectivamente, esta victoria podrá ser “cobrada” y podremos ver finalmente un fin de ciclo para el chavismo como hegemón al frente del poder.
En estas líneas me propongo enumerar los puntos ciegos que quedan por ser develados para entender de mejor forma hacia qué escenario nos dirigimos como país:
1. El Acuerdo de Doha: un secreto a voces que no ha sido publicado, para bien o para mal, es el resultado de la negociación directa entre la administración de Joe Biden y el gobierno de Nicolás Maduro. Pese a que múltiples actores políticos dentro y fuera de Venezuela han asegurado que esta negociación se dio o sigue en desarrollo, no hay resultados claros y visibles sobre lo discutido entre Washington y Caracas. Por suponer cosas, este acuerdo bien pudiese ser la razón por la que hoy Edmundo González Urrutia no ha sido inhabilitado como candidato o su tarjeta, la de la MUD, continúa corriendo como opción electoral.
2. La “paz política” de Petro y el rol de la izquierda latinoamericana: en medio de noticias sobre la campaña electoral, la visita de Gustavo Petro a Venezuela y su posterior reunión con Luiz Inácio Lula da Silva abrió al público una idea desde la cual, sin detalles, parece esbozarse un intento para establecer las bases de una normalización política en el país. Tras un primer rechazo reportado por parte del chavismo, noticias desde Colombia indican que el vecino país no ha cesado en sus intentos de invocar un acuerdo político para lo que viene después del 28 de julio.
El trato que den tanto Petro como el resto de aliados ideológicos regionales a la elección presidencial en Venezuela y a la actitud del chavismo con relación a la misma será fundamental para el resultado final de este proceso.
3. La jugada oficial: secuencialmente, y como consecuencia de los dos primeros puntos, el chavismo tiene en sus manos el control sobre cómo proceder con relación a una realidad: en este momento son una minoría electoral que está a solo semanas de ser evidenciada. Es por ello que la pugna en el seno de la coalición dominante está por definirse: ¿abrir las puertas a una transición o impedir, con el tiempo en contra, la participación de Edmundo González Urrutia? ¿Hay matices en medio de estas dos opciones?
«Nuestra ciudadanía ha vuelvo a conectar con el momento político y se convierte en un factor clave de cara a lo que viene»
Los recursos interpuestos por fichas del chavismo dentro de los partidos políticos judicializados para intentar inhabilitar la tarjeta de la MUD, a Gonzalez Urrutia, entre otras cosas, son comodines que están a disposición del poder para ser utilizados. Por otra parte, las limitaciones impuestas a la participación de testigos electorales, limitándolos a su propio centro de votación y no a cualquiera en el que quieran participar, podrían indicar que el chavismo aún confía en que la combinación de la movilización propia, la ausencia de testigos opositores en centros de votación y los votos que pueda rasguñar alguna de las ocho candidaturas cooptadas que hoy permanecen en el tarjetón electoral les podría permitir ser “la mayor minoría” y conservar el poder. Una decisión está por tomarse.
4. La unidad opositora: si hay un factor que ha superado las expectativas propias y extrañas ha sido la capacidad de articulación interna de las fuerzas democráticas venezolanas. Ni las primarias, ni la inhabilitación de María Corina Machado o la decisión injustificada de no permitir inscribir a Corina Yoris como candidata sustituta lograron implosionar el espíritu de decisiones colectivas en el seno opositor.
Siguiendo la secuencia de “puntos ciegos”, la Plataforma Unitaria y sus alianzas tienen, dentro de sus potenciales cursos de acción, desde la mera preparación del “día D” con las complicaciones logísticas planteadas para la defensa del voto hasta la posibilidad de tener que lidiar con una inhabilitación del candidato unitario.
En la medida que más se endurezca la acción oficial contra la disidencia, más se deslegitimará el proceso electoral pero también se hará más complejo mantener el accionar conjunto opositor con relación al modo de proceder. La coordinación de acción opositora sigue siendo un elemento fundamental de cara a lo que viene. ¿Podrá prevalecer?
5. Por último, lo más importante… la gente: Los venezolanos han sido los principales protagonistas de esta coyuntura, dando lecciones ejemplares mes a mes. Desde la organización ciudadana que permitió la celebración de las elecciones primarias de forma autogestionada hasta la masiva participación en cada rincón del país que María Corina Machado ha visitado, nuestra ciudadanía ha vuelvo a conectar con el momento político y se convierte en un factor clave de cara a lo que viene.
La expresión de la voluntad de cambio de cada ciudadano antes, durante y después del 28 de julio es un elemento fundamental en esta coyuntura. Frente a un partido de gobierno que cuenta con una multiplicidad de opciones para intentar atentar contra su oposición, será la articulación y movilización ciudadana un factor clave que pueda ejercer de contención al abuso. ¿Quién podrá más?
A un mes de las elecciones, hoy son más las dudas que las certezas con relación a lo que puede pasar. Por los momentos solo hay garantías de que, pase lo que pase, la oposición democrática se encuentra en una posición infinitamente mejor a la que se encontraba hace 365 días. Cualquier decisión tomada desde el poder en este momento representará un costo político propio. Le toca a nuestro liderazgo terminar la tarea y aprovechar las ventajas estratégicas alcanzadas para consolidar un espacio de transición para nuestro país. Los puntos ciegos están por dilucidarse.