Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?
¿Por qué estás tan lejos de mi salvación, y de las palabras de mi clamor?
Dios mío, clamo de día, y no respondes;
Y de noche, y no hay para mí reposo.
Salmo 22
“Los asesinos de la luna” es una película que a pesar de las tres horas y media nunca decae. Ya esto es una victoria.
El origen de los Estados Unidos y como su portentosa riqueza es la parábola de un saqueo sobre los pueblos originarios. Aunque seamos justos: esto es lo común dentro de la Historia y no hace distingos entre naciones y civilizaciones. O entre épocas.
La aparición de la propiedad privada, de acuerdo a las tesis marxistas, es el inicio de la perdición. Cuando de verdad Dios arroja al hombre fuera del Paraíso. Propiedad privada asociada a la apropiación de la plusvalía, es decir, el excedente del trabajo de los trabajadores explotados por quienes controlan los poderes temporales y extra temporales. Luego, se da altos vuelos a la intriga, y de la intriga se pasa a la guerra y al asesinato de los enemigos.
La película de Martin Scorsese reflexiona sobre la mentira y el engaño. Y es básicamente un testimonio desgarrador de la codicia como la suprema vanidad. No es que los hombres sean buenos o malos, es que hay un arrebato, diríamos que genético, hacia el mal. Y que sólo las leyes y castigos pueden refrenar. De lo contrario el salvajismo sería el modo natural de vida.
“Todo precepto suele presuponer su infracción; toda norma, la practica contraria. Por eso la ley antigua, la ley de los primeros pueblos, no es más que un dique insuficiente al bruto perpetuo y triunfante”. Giovanni Papini (1881-1956).
En la Historia están las víctimas que por lo general son la gente estúpida que hacen daño al resto y así mismos. Los inteligentes/incautos forman parte de otro eslabón. Son la presa preferida de los estúpidos. Son los de buen corazón que se sacrifican, la mayor parte de las veces, inútilmente. La clase de los inteligentes, son una especie de sabios aislados del mundo y cuya prudencia les previene del dolor. No todos escapan, pero su realismo y superior razón, son bazas de gran importancia. Luego están los malvados o bandidos. Que son muy inteligentes y dañan a los demás con tal de conseguir beneficios para sí mismos. En “Los asesinos de la luna” son sus principales protagonistas. Esta tipología que acabamos de hacer se la debemos al italiano Carlo Cipolla (1922-2000).
Scorsese, un experto en diseccionar el carácter humano, aquí se hace más quirúrgico que nunca, y nos pasea por el Infierno desde una exquisitez artística muy pocas veces lograda. Leonardo Di Caprio nos confirma que es uno de los mejores actores mundiales mientras que el sempiterno Robert De Niro reniega del abominable declive burlándose aún del mismo.
“Los asesinos de la luna” está al mismo nivel de maestría de otras grandes películas de Scorsese como: “El lobo de Walt Street” (2013); “La isla siniestra” (2010); “Los infiltrados” (2006); “El aviador” (2004); “Pandillas de Nueva York” (2002); “Casino” (1995); “Buenos muchachos” (1990); “La última tentación de Cristo (1988) y las esenciales y clásicas como: “Toro salvaje” (1980) y “Taxi Driver” (1976). Es fácil concluir que sólo los buenos equipos con colaboradores talentosos y los más altos rendimientos artísticos y creativos conducen al éxito mundial.
DR. ANGEL RAFAEL LOMBARDI BOSCAN
@LOMBARDIBOSCAN
Director del Centro de Estudios Históricos de la Universidad del Zulia
Representante de los Profesores ante el Consejo Universitario de LUZ