En el marco de las elecciones presidenciales del 28 de julio, la cúpula gobernante ha creado un camino lleno de obstáculos y artimañas con los que han intentado sacar a la oposición democrática, liderada por María Corina Machado, de la ruta electoral y desmotivar o dispersar el voto opositor.
Las tretas en esta carrera presidencial comenzaron con la inhabilitación política de Machado, electa con más dos millones de votos en las primarias de octubre pasado, y la imposibilidad de postular a la candidata designada, Corina Yoris, que por poco lleva a la implosión de la unidad opositora, hasta que a último minuto se formalizó la candidatura del diplomático Edmundo González Urrutia, que congrega el apoyo de todas las fuerzas políticas de la oposición mayoritaria.
A menos de 40 días para que se celebren unos comicios tan decisivos para el país suramericano, en crisis socioeconómica tras 25 años de chavismo, pende sobre la oposición democrática la posibilidad de que el Tribunal Supremo de Justicia (TSJ), que actúa como brazo judicial del régimen, inhabilite la tarjeta de la Mesa de la Unidad Democrática (MUD) y deje sin efecto la candidatura de González Urrutia.
Aunque esto generaría un “terremoto político” entre los opositores, que tendrían muy poco margen de maniobra para continuar en la contienda electoral, el analista político Luis Salamanca considera que no afectaría negativamente al voto opositor, sino que “reforzaría la irritación popular” en contra del gobernante chavista.
“Si el gobierno cree esa medida podría dispersar el voto, yo creo que no lo dispersaría, más bien, reforzaría el voto (opositor). No lo va a afectar de manera depresiva, lo va a afectar de manera reactiva, va a haber más resiliencia en el voto opositor frente a una eventualidad como esa”, sostiene el politólogo en conversación con DIARIO LAS AMÉRICAS.
Anhelo de cambio
El régimen de Maduro no sólo incumplió el acuerdo de Barbados, que establecía condiciones mínimas para las elecciones presidenciales, al impedir la participación de la dirigente opositora, también al arreciar la persecución política en contra del entorno de Machado y activistas de derechos humanos.
Este año, han sido detenidos arbitrariamente al menos nueve miembros del partido Vente Venezuela, entre ellos, los jefes Dignora Hernández y Henry Alviárez; y el joven periodista Gabriel González, del equipo de Comunicaciones, a quien el Ministerio Público le imputa, junto a otros tres presos políticos, los delitos de “incitación al odio” y “asociación”, tras la visita de González Urrutia a La Guaira (centro-norte), en la que se acercó a saludar a militares.
A estas detenciones, junto a la persecución de seis miembros más del Comando Con Venezuela que están asilados en la Embajada de Argentina en Caracas, se suma la ola de acciones intimidatorias que se han registrado en los diversos estados que ha visitado Machado durante los recorridos que realiza para promover la candidatura opositora, que van desde cierres de locales y restaurantes que les vendan alimentos y hoteles o posadas que les brinden hospedaje, hasta la confiscación de vehículos y equipos de trabajo a quienes colaboren con la campaña opositora.
Estas acciones, que otrora desmovilizarían al votante opositor, han generado, en cambio, más manifestaciones de apoyo a favor de Machado y González Urrutia en cada rincón que visitan. “La resiliencia del voto ya se está viendo. La gente, ante los intentos del oficialismo de impedir que María Corina llegue a los sitios a reunirse o que cierre los negocios que les dan comida, lo que manifiestan es más disposición a hacer eso mismo, de buscar a María Corina y apoyarla (…) Hay una aspiración tan profunda de cambio, tan honda, que penetra todos los sectores sociales y políticos, opositores y oficialistas, que nunca había existido antes, al menos en los últimos 25 años”, subraya Salamanca.
Control del régimen sin efecto
En estas elecciones, en la que la oposición logró mantenerse en la vía electoral con un candidato unitario, favorecido en las encuestas con casi 30 puntos por encima de Maduro, el control social a través de los distintos “beneficios” que ofrece el régimen, que “ha convertido los programas del Estado en una estrategia política partidista”, tampoco ha surtido efecto.
“El chavismo se mueve entre el garrote y la zanahoria. Da garrotazos, pero al mismo tiempo te da sobaditas, pero, ya la gente está tan desbordada por la quiebra de su modelo de vida social, que esas cosas no significan nada o significan muy poco”, apunta el politólogo.
La cúpula gobernante ha dejado ver las costuras en sus bases partidistas al expresar las desconfianzas en su 1×10, que consiste en que cada militante del PSUV lleve 10 personas a votar por Maduro en una especie de “acarreo de votantes”. Públicamente les exigen las listas hasta a los trabajadores de la administración pública. “El electorado que se enamoró de Chávez y siguió a Maduro ya perdió el amor, ahora quiere una nueva ilusión política y la está obteniendo de María Corina Machado”, resalta Salamanca.
Ese posible fracaso en el 1×10 no sería algo nuevo para el chavismo, que lo experimentó en las elecciones parlamentarias de 2015, cuando la oposición logró su mayor victoria. “Hay un corte del elector, un corte que no lo han dejado expresarse bien. Se expresó en 2015 y allí el madurismo le vio la cara fea al abandono político y a partir de ahí decidieron hacer elecciones para impedir la expresión popular”, menciona.
En este contexto, además, el chavismo ha utilizado la “infraestructura institucional del sufragio”, al realizar cambios en los nombres de los colegios electorales y movimientos inconsultos de electores de centros de votación para intentar dispersar o desmovilizar el voto opositor. “Tendría que ser una operación a nivel nacional muy fuerte para desmovilizar el potencial de votos que tiene el candidato unitario, porque los porcentajes de votos de partida son absolutamente desproporcionados a favor de González”, destaca.
Negociar o aferrarse al poder
En la recta final de las presidenciales, en el que el chavismo, como en las últimas elecciones ha trabajado en función de “controlar el voto”, aún falta ver si el régimen permite que los venezolanos puedan ejercer el derecho al sufragio con la libertad de elegir al candidato de su preferencia, pese a que la contienda ha sido “muy desigual”.
Ante esto, el analista plantea tres escenarios, uno en el que el régimen subestima la candidatura opositora y se cree en la capacidad de ganar al abanderado opositor. El segundo, en el que se esté negociando su salida tras bastidores, aceptando la entrega del poder; y, por último, en el que lance un “zarpazo”, que puede ocurrir cerca del 28 de julio, para dejar sin maniobra a la dirigencia opositora y “neutralizar el voto opositor”, en su afán de aferrarse al poder.
“El régimen tiene que tomar una decisión, plantarse y negociar su salida, o continuar jugando el mismo juego de los últimos años, buscando mantener el poder, que no podrán por vía electoral legítima (…) Hoy en día el venezolano tiene hambre de cambio como tiene hambre de comida, de mejorar su vida y eso lo lleva a ser resiliente. Entonces, sin duda alguna, el elector va a tener un papel muy significativo por su resiliencia, por su autonomía y por su necesidad de cambio”.
@ebritop22