Carolina Calkins ha tenido la oportunidad de asistir a diversos encuentros futbolísticos alrededor del mundo, pero dice que el caos que vivió el domingo por la noche antes de que comenzara la final de la Copa América, entre Argentina y Colombia, “nunca” lo había experimentado.
“He ido a partidos en Europa, en Argentina, fui al Mundial de Brasil… y nunca me había tocado una situación similar”, pero en Miami, confiesa “sí tenía un poco de angustia”, dijo la colombiana, quien vive en Estados Unidos hace cuatro años, en entrevista con la Voz de América.
El domingo, contó, llegó al estadio Hard Rock, donde se disputó el juego, hacia las 6 de la tarde. Al principio, no vio ninguna novedad, solo “un ambiente de fiesta increíble, tanto colombianos como argentinos… con música, con parlantes, gente vendiendo ruanas, sombreros, en fin… estábamos súper emocionados”, hasta que llegó, junto a cuatro amigos más a las puertas de entrada, las cuales encontró cerradas”.
“No entendíamos qué estaba pasando…. las puertas duraron cerradas por dos horas más o menos”, afirmó, hasta que, según dijo, vio “gente saltándose la baranda alrededor del estadio” y ahí entendió un poco más la situación, pero no había vocero oficial que confirmara los hechos.
Confesó a la VOA que llegó un punto en el que pensó irse a casa: “Comenzó la gente a empujar y dije, esto no vale… pero es que también salirse era imposible porque había mucha gente detrás y no veía hasta dónde iba la multitud”.
Alrededor de las 20:30 horas, por fin entró: “Todo fue caótico, o sea, cuando entramos fue una horda de gente, nunca me revisaron la boleta, no me revisaron la cartera, no pasé por ningún filtro de seguridad, ya cuando logramos entrar”.
Dentro del estadio
Jaime Bernal, periodista colombiano que estaba cubriendo el evento deportivo, dijo a la VOA que cuando ingresó al estadio no tuvo ningún problema. Le pidieron su acreditación, y afirmó que, en otros partidos, como Argentina – Perú y Uruguay – Panamá, la organización “también fue bastante floja, pero no hubo incidentes”.
No obstante, sintió la tensión cuando salió de nuevo para documentar algunas historias: “Se estaban empezando a poner tensos… la entrada fue dificilísima a la prensa nuevamente”.
A igual que Jaime, para la hincha colombiana Mónica Toro, acceder al estadio fue muy tranquilo, pues estuvo allí hacia las 5:10 de la tarde. No obstante, le sorprendió que “no hubiera cordón de seguridad anticipado, como se hacen en los partidos locales e internacionales (2 km antes de la entrada)… el primer filtro fue la pedida de boleta e ingreso de inmediato”. Así como la «poca seguridad exterior” y la falta de revisión de bolsos.
Pero su calvario lo vivió dentro del estadio: “Una vez llegó el tumulto de gente, todo entró en terror. Multitud de gente atareada en las escaleras, gente que aprovechó puestos solos para tomarlos como suyos, calor, gritos de personas que reclamaban su silla, su espacio, sus 1.000, 2.000 y 3.000 mil dólares pagos por la boleta”.
En el sector donde estaba ubicada, junto a sus dos pequeños hijos y su esposo, vio a dos adultos colombianos con una niña de cinco años. Según ella, “ingresaron sin boleta, se acomodaron en dos sillas. Allí, el hombre se despojó de su camiseta y empezó a fumar marihuana con su pareja. La niña, aturdida, lloraba”.
Y contó a la VOA que, a pesar de que la gente les pedía que se sentaran, respondían “con groserías”. Incluso, cuando un hincha le pidió respetar las reglas del lugar, el hombre “respondió con un puñetazo en la boca” y cuando la gente salió en su defensa, se generó la discusión, sin presencia de las autoridades, que llegaron a los cinco minutos.
“Pidieron a la gente sus boletos y se dieron cuenta que ellos no tenían, como tampoco los que estaban de pie al lado”, añadió.
Para Toro y su familia, no fue un juego placentero e incluso, señaló que su hija le dijo “llorando, con miedo y temblando: ‘Mamá yo vine a ver una final en paz y no pude’”.
Carolina coincide con Mónica, pues también dijo que, dentro del estadio, se podía ver a aquellas personas que lograron colarse para ver el juego. Incluso, afirmó que, al llegar a su silla, encontró a otras personas ocupándola, pero la pidió y “no pusieron resistencia, pero quedaron dos personas sentadas en una silla y otras personas se movieron hacia el pasillo”.
Es más, no vio ningún personal de logística que monitoreara el orden de la silletería. No obstante, contó que uno de sus amigos salió en el entretiempo del partido a comprar bebidas y, al regresar, estaban pidiendo el boleto: “La persona que estaba sentada al lado le dijo: Oye, qué pena, es que se me descargó el celular, ¿será que que puedo salir contigo y volver a entrar contigo? Obvio no se le había descargado el celular”.
“Una combinación de factores”
Según Carolina, el caos desatado el domingo en el estadio de Miami, es “una combinación de factores”. Tanto la falta del anillo de seguridad para el control de la boletería, para poder hacer los respectivos filtros, como la falta de civismo y cultura de los asistentes: “Tenemos que ser mejores nosotros, como hinchas, y no intentar como aprovecharnos de la situación”.
Bernal coincide con la hincha. Para él, la falta del anillo de seguridad es el inicio del caos, pero “otro tema grave fue de falta de comunicación… El 90 % de los aficionados no sabían por qué no abrían las puertas. Si no te digo más».
«Si ellos empiezan con megáfonos o algo a decir, oigan, el que no tenga boleta va a ser requisado o no va poder entrar o lo que sea, creo que eso hubiera ayudado, pero nadie nunca habló… los periodistas porque bajamos y miramos, pero los que no bajaron no sabían por qué”.
Aseguró haber sentido temor de que la situación se saliera aún más de control, pero afirmó que no es la primera vez que vive un episodio de esa magnitud, pues en su recorrido periodístico ha ido a diferentes plazas y vivió una situación similar. Hace tres años, en la final de la Liga de Campeones en París: “Muchos aficionados del Liverpool no pudieron entrar porque parece que les vendieron boletas falsas, entonces trataban de ingresar a la fuerza… y tuvo que llegar la policía con gases lacrimógenos a sacar a la gente”.
El partido del domingo, en el que Argentina salió victoriosa, tuvo un retraso de más de una hora por los inconvenientes presentados en la antesala del juego. El Departamento de Policía de Miami-Dade informó el lunes que 27 personas fueron arrestadas y 55 expulsadas del lugar y que más de 800 agentes de la ley estaban en el evento.
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