Yesenia, una inmigrante salvadoreña en Estados Unidos, no entendía por qué su hijo no pronunciaba bien las palabras a pesar del empeño en enseñarlo a hablar; pasados los tres años sólo emitía sonidos indescifrables, un examen de audición confirmó un problema de déficit del oído por lo que comenzó desde temprana edad a utilizar un aparato amplificador.
El pequeño Oscar ha logrado adaptarse bien y lleva una vida “normal”, sobre todo en la escuela, pero depende todo el tiempo del dispositivo para escuchar bien y poder mantener la comunicación. Yesenia sortea el desafío prodigando cuidados a su hijo y poniendo atención al aparato, cuya batería debe recargar cada noche.
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS) para 2050 se calcula que habrá unos 2.500 millones de personas “con algún grado de pérdida de audición y que más de 700 millones requerirán rehabilitación”.
Teniendo en cuenta esto y que los casos sordera y pérdida auditiva aumentan cada año en todo el mundo, lo que genera un problema de salud global, la organización conmemora este 3 de marzo el Día Mundial de la Audición.
Aparte de problemas congénitos y algunas enfermedades causantes de la sordera, la OMS considera que las prácticas y el descuido del sentido de oído están detrás del creciente problema.
“Debido a unas prácticas de audición poco seguras, más de 1.000 millones de jóvenes adultos corren el riesgo de sufrir una pérdida de audición evitable y permanente”, según la OMS, esto incluye la falta de protección para algunos trabajos bajo condiciones de ruido extremo.
Así también la exposición a altos decibeles en espacios de entretenimiento en ambientes como bares, discotecas, conciertos son propicios a mantener el sonido en altos decibeles, incluso dentro del hogar.
Niveles tolerables
Según la Hearing Health Foundation (HHF) en Estados Unidos, cualquier sonido que se perciba como fuerte, de hecho lo es para el oído, pues “los sonidos de 70 decibeles (dB) o menos se consideran seguros para nuestra audición. Ese es el sonido de una conversación normal entre dos personas (…) los sonidos superiores a 70 dB pueden dañar la audición con el tiempo”.
Esta institución explica que la medición del sonido es igual a la escala que mide los terremotos “logarítmica”, lo que indica que la sonoridad “no es directamente proporcional a la intensidad del sonido” y que “la intensidad de un sonido crece muy rápido”.
“Si necesitamos gritarle a un amigo que está a un brazo de distancia, o podemos escuchar la música saliendo de los auriculares de otra persona, el volumen es de al menos 85 dB, que es el ‘nivel seguro’ máximo de exposición al ruido en el lugar de trabajo a lo largo de una jornada de ocho horas”, explica la HHF.
Con el uso de auriculares y audífonos fácilmente se puede alcanzar un volumen de “hasta 100 dB o más, por lo que un nivel seguro es del 50 al 60 por ciento del volumen máximo”, por lo que se debe tener en cuenta el control o configuración del teléfono móvil “para proteger nuestra audición”.
Datos actuales
La OMS calcula que un 5 % de la población mundial, es decir unos 430 millones, requieren algún tipo de procedimiento “para corregir una pérdida auditiva” por discapacidad permanente, entre estos unos 34 millones de niños.
La terminología médica considera que una pérdida de audición superior a 35 decibeles en el oído que oye mejor se considera discapacidad. La mayor proporción de personas con problemas de audición -hasta un 80 %- viven en países de bajos ingresos.
La OMS considera que a la pérdida de audición le siguen otros problemas y limitantes para la persona que padece la discapacidad.
La primera es la limitación para comunicarse, el aislamiento social, la soledad y el estigma ante el problema; además de las consecuencias socioeconómicas asociadas al problema, y no se diga las limitaciones para la educación y el empleo.
Los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades de Estados Unidos (CDC) considera importante generar conciencia sobre “la exposición a sonidos fuertes”, lo que se puede prevenir siguiendo algunas pautas.
Primero identificando las fuentes de sonido, sobre todo de herramientas y utensilios domésticos que operan con motores; luego pasa por evitar la exposición prolongada a los ruidos fuertes, bajar el volumen de los equipos de sonido, y muy importante alejarse de la fuente de sonido cuando sean demasiado fuertes.
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