Vista general del sector Las Casitas del barrio La Vega en Caracas, el 9 de agosto de 2023. Yusmary ha venido a gastar en agua la mitad del dinero que gana a la semana. Isora acude al mercado negro de bombonas de gas para cocinar. Rodrigo, entre apagones, compró plantas eléctricas para su casa y negocio. (Foto de Federico PARRA / AFP)
Que si Venezuela cambió. Que si Venezuela se arregló.
DANIEL PARDO || BBC MUNDO
Preguntas recurrentes, sobre todo de migrantes venezolanos, en 10 años que llevo cubriendo ese país.
A veces las hacen en calidad de chiste, con sentido irónico, porque la crisis profunda que vivió Venezuela entre 2016 y 2018 se alivió, pero está lejos de resolverse.
Y a veces las hacen con el recuerdo de un pasado mejor: este fue uno de los países más ricos y prósperos de América Latina, y hoy está entre los más pobres.
En esta década la economía venezolana se achicó en un 75% y más de un cuarto de la población (7 de 30 millones) se fue.
Son procesos traumáticos que inevitablemente despiertan la nostalgia, tanto por el país que parece ya no estar, como por la distancia entre los que se quedaron y los que se fueron.
Un buen ejemplo de esa nostalgia que revuelve a los venezolanos es “Caracas en el 2000”, la canción del momento, que habla de las guacamayas que vuelan sobre la capital, de la ciclovía dominguera por una frondosa circunvalar montañosa, del raspadito de cola que venden en las calles y de esas otras instituciones típicas que los emigrantes —en este caso, los caraqueños — dejaron de vivir.
Detrás de todo ejercicio nostálgico está la noción de algo perdido.
Y sí, claro, les respondo: Venezuela ya no es tan rica como en los años 60 o 70 pero tampoco tan pobre como en 2018. Y añado: la moneda ahora es el dólar, hay restaurantes tan caros como en Nueva York y la gasolina ahora sí hay que pagarla.
En un país que supo tener un Estado generoso y redistribuidor y una clase media relativamente asentada, la desigualdad, la pobreza y la ineficiencia ahora dominan el paisaje. Y la economía, en general, está en constante transformación.
Pero también es mucho lo que no cambia, caí en cuenta en mi última visita hace unas semanas: no cambian la política ni la infraestructura, como la gente quisiera, y tampoco el venezolano, ese personaje resiliente, alegre y tierno está igual de “jodedor” que siempre.
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