Estas la hacen singular en la región.
El ejemplo más reciente es la firme postura de Chile hacia Venezuela por la reiterada violación de los derechos humanos.
Al presidente Boric le ha tocado afrontar con firmeza hechos que afectan a su país, derivados de la crisis ocasionada por el régimen venezolano. Esto le ha costado reproches y tropelías de Nicolás Maduro y de sus funcionarios, y también ha tensado las relaciones entre los dos países, regidos por la izquierda que zigzaguea el rumbo latinoamericano.
En 2023, a Boric le tocó abordar los problemas de migración de más de 500.000 venezolanos, de los cuales su gobierno hasta mayo deportó 146, por diversos delitos. A esto se suman las actividades delictivas de la banda criminal del Tren de Aragua desde 2021, que Chile trata de frenar sin que Caracas haya colaborado.
Más adelante, en febrero de 2024, las relaciones bilaterales se complicaron por el asesinato del teniente venezolano Ronald Ojeda. El militar disidente permanecía en Chile en condición de refugiado y fue sacado a la fuerza de su residencia en Santiago, por hombres encapuchados y armados.
La fiscalía chilena dijo que era un crimen político ordenado desde Venezuela, de acuerdo con los resultados de la investigación. Meses después, el fiscal al servicio del régimen de Maduro, Tareck William Saab, afirmó por sus redes que se trató de “una operación de falsa bandera” y responsabilizó a “cuerpos de inteligencia de Chile y extranjeros”.
El presidente chileno emitió molesto una nota de protesta en junio, por los señalamientos del fiscal de Venezuela. Y días más tarde el diputado oficialista y hombre fuerte del chavismo, Diosdado Cabello, insultó a Boric. “Bobo”, lo llamó por segunda vez.
Boric civilista
Boric, quien se ha cuidado de calificar de dictadura al régimen de Maduro y de romper relaciones diplomáticas, no ha respondido hasta la fecha los improperios, pero cada vez que puede reitera su posición.
En marzo pasado, cuestionó duramente a Maduro en el Palacio de La Moneda.
«He sido muy crítico y he denunciado en foros internacionales las violaciones a los derechos humanos de un régimen que, sin lugar a duda, ha tenido una deriva autoritaria, como es el régimen venezolano», dijo el presidente chileno.
Pidió además garantías para las elecciones de Venezuela en julio, tras indicar que «hemos buscado colaborar para que haya un encauzamiento democrático”. Y dejó claro que “la voz del gobierno, y la política internacional del gobierno, la decido yo´”. “Y he establecido públicamente una condena clara a las violaciones a los derechos humanos y a las restricciones a la libertad de expresión que, desde nuestro punto de vista, han existido en los últimos años en Venezuela».
También en la Cumbre Suramericana, realizada en Brasilia a finales de ese mes, Boric criticó al presidente Luiz Inácio Lula da Silva ya que el mandatario brasileño calificó de “narrativa” las denuncias que trascienden sobre la situación de los derechos humanos en Venezuela.
«Le manifesté respetuosamente que tenía una discrepancia con lo que señaló el presidente Lula ayer (…) No es una construcción narrativa, es una realidad seria», precisó Boric en aquella ocasión.
Derechos humanos en Chile
Cada vez que el presidente de Chile, abogado de 38 años, especializado en Derecho Internacional de derechos humanos e historia institucional, manifiesta esa posición “se centra en fórmulas civilistas y democráticas”, heredadas de la realidad histórica, política y social, de esa nación, explica el exembajador de Venezuela en Chile, Julio César Moreno León. Boric no incurre en “boberías”, precisa.
“A pesar de la identificación ideológica que pudiera existir entre el gobierno chileno y el venezolano y de que el Partido Comunista de ese país forma parte importante de la coalición gubernamental junto a grupos de izquierda, la violación de derechos humanos es un estigma muy marcado en la conciencia del pueblo, por lo que hizo el régimen de Augusto Pinochet en contra de la oposición izquierdista que estaba en el exilio”.
El diplomático sostiene que tanto Boric como la izquierda chilena sienten que “hay una deuda” con los derechos humanos y la protección de los exiliados y de quienes fueron perseguidos y violentados por el dictador.
Izquierda democrática
Moreno León, de tendencia socialcristiana que trabajó en Chile durante el gobierno del presidente Eduardo Frei Ruiz-Tagle, en 1994, identifica en Boric a un político “plenamente democrático” marcado por un hecho puntual:
“Las fuerzas armadas chilenas que aún controlaba Pinochet quedaron al margen de la actividad política cuando este salió del poder. No pudieron ser utilizadas, como en Argentina y Brasil, y al retirarse a sus cuarteles, el renacer democrático se produjo exitosamente”, explica Moreno León.
Considera que el presidente Boric, quien inició su gobierno en 2022 con cierta inmadurez, según apunta, “ha madurado porque sabe que no puede salirse del marco institucional democrático” en el que se desarrollaron los sucesivos gobiernos, de diferentes tendencias, a partir de la transición.
En ese contexto, dice, el joven mandatario “es un fenómeno generacional” que surgió al agotarse la fórmula de la concertación que llevó a Chile a la democracia, tras la derrota de Pinochet, la cual comenzó el gobierno de Patricio Aylwin (1990-1994) y culminó con el fallecido presidente Sebastián Piñera, casi tres décadas después, y a quien Boric sucedió en elecciones populares.
En el ínterin, sucedieron gobiernos demócrata cristianos y socialistas.
“Entre uno y otro sucedieron gobiernos socialistas y demócrata cristianos que cumplieron el compromiso de fortalecer las instituciones lesionadas por la dictadura, y que muy sabiamente lograron junto con Pinochet llevar a Chile a un gobierno socialista como fue el de Ricardo Lagos Escobar (2000-2006)”.
Una de las demostraciones del talante democrático del gobierno de Boric, surgido de la nueva izquierda chilena, es haber respetado la decisión ciudadana de rechazar por segunda vez una nueva constitución. La existente elaborada por Pinochet y modificada sustancialmente durante la administración de Lagos, se mantiene vigente, destaca Moreno León.
“Por eso creo que hay una diferencia muy importante entre el gobierno de izquierda de Boric y el sistema que existe en Venezuela, el cual es incluso repudiado por gente más radical que Boric, como (Gustavo) Petro (Colombia) y Lula (Brasil)”.
Y agrega: “Considerando la defensa de derechos humanos en Chile, incluso en gobiernos de izquierda, el presidente Boric tiene toda la razón de exigirle a Venezuela que colabore y aclare la participación de organismos militares o paramilitares en el caso de Ojeda”.
FUENTE: Entrevista al embajador Julio Césár Moreno León