El sexo es un tabú, uno que se ha ido rompiendo en las últimas décadas, pero que persiste. La idea que solemos tener es que es algo bueno, positivo y que cualquiera desea, pero no siempre es así. Hay personas a las que este aspecto de la vida les genera ansiedad, incluso, les produce rechazo o temor.
Por infobae.com
Existen muchas razones por las que el sexo produce miedo o repulsa. Rafael Ballester, catedrático de Psicología de la Salud y sexólogo, explica que hay distintos grados de intensidad de rechazo, desde la ansiedad, que es muy frecuente, hasta la aversión hacia el sexo, que no lo es tanto y que está motivada por causas muy diferentes. Este tipo de problemas se pueden tratar en terapia, ya sea solos o en pareja, aunque en ocasiones, la solución pasa por hacer un ejercicio de introspección y aprender sobre la propia sexualidad.
Las primeras veces y los complejos
“La ansiedad es súper frecuente, a veces, simplemente, por desconocimiento, por ejemplo, es muy común en los adolescentes o los jóvenes cuando se inician las relaciones sexuales”, explica Ballester, que también es director del equipo de investigación y centro sanitario Salusex de la Universitat Jaume I, y añade que es normal y no tiene por qué ser desadaptativa. “Es algo nuevo que no conocen, es la primera vez que se abraza desnuda a otra persona y no se sabe muy bien qué es lo que se supone que se tiene que hacer”, comenta. Por eso, insiste en la importancia de la educación sexual “para saber cómo reaccionar, para conocer el cuerpo de la otra persona con la que vas a estar, para ser asertivo y no hacer lo que no quieres hacer, para entender que el consentimiento sexual es algo básico, tiene que ser manifiesto y para cada una de las prácticas que realizas y sea quien sea tu pareja”, porque, recuerda, “no vale eso de que no, como es mi novio o novia ya no hace falta, pues no, claro que hace falta”.
La ansiedad puede ser activada por causas más específicas, como el miedo al embarazo o a contraer una ITS (Infección de Transmisión Sexual) cuando no se utilizan métodos anticonceptivos y una persona tiene miedo a que esas sean las consecuencias de una relación. En este punto, el sexólogo habla de la importancia “conocer métodos anticonceptivos que te hagan estar seguro de lo que estás haciendo y que no tengas que estar pendiente de sí él controla o no controla la eyaculación”.
Otra de las causas son los complejos físicos, que cada vez son más frecuentes entre la gente joven, y aquí lo principal es romper con esos miedos sobre la imagen que tenemos de nuestro cuerpo. “Vivimos una sociedad desde hace ya décadas, con mucha presión hacia lo estético. Hay chicos y chicas que son muy autoexigentes respecto al cuerpo que deberían tener” y es capaz de representar esos complejos porque están muy presentes en la sociedad: ”Como resulta que tengo los pechos muy pequeños, no voy a resultar atractiva, o el tema del tamaño del pene, que sigue siendo el complejo sexual por excelencia en los hombres de cualquier edad”.
“Tenemos que entender que todo el mundo tenemos derecho a disfrutar de nuestra sexualidad, tengamos el cuerpo que tengamos”, explica, y añade que “si tú no te sientes bien con tu propio cuerpo, no vas a disfrutar compartiéndolo con otra persona porque vas a estar pensando ‘mira, ahora se dará cuenta de que tengo celulitis. Ahora se dará cuenta de que tengo el pene pequeño’. Voy a estar padeciendo más que disfrutando”.
Ballesteros también incide en adquirir una educación en diversidad sexual. “El amor y la atracción no tienen fronteras y no hay nada malo, ni feo ni sucio en que te gusten las chicas siendo chica o los chicos siendo chico”, recuerda.
Malas experiencias que amargan el presente
Hay otros temores que tienen que ver con “ansiedad de ejecución”, que aparece asociada al recuerdo de una mala experiencia anterior mientras se mantenían relaciones sexuales. Por ejemplo, si has tenido un problema de erección en una relación y surge el temor de que vuelva a pasar o, en caso de las mujeres, si no lubrican. “Es la ansiedad anticipatoria respecto a que me vuelva a pasar lo que ya me pasó y que normalmente precipita lo que más temes, porque claro, cuanto más interés tienes en tener lubricación o tener una erección, menos la tienes”, señala Ballester.
En este punto, el experto asegura que “si tuviéramos toda esa educación sexual nos acercaríamos con mucha más tranquilidad al sexo y con menos ansiedad” y continúa con el mismo ejemplo: “Si un día estoy muy cansado y no tengo una erección, pues no pasa nada o no lubrico no pasa nada. Me relajo, descanso, y pues otro día tendremos”.
Una educación estricta contraria al sexo
Este temor también puede surgir fruto de una educación muy estricta contraria a la sexualidad. En muchas ocasiones, esto está vinculado a la religión. “La consecuencia de esto es que haya personas que asocian el sexo a algo sucio, algo feo, no cuando no tendría por qué serlo para nada”, cuenta el experto, que explica que en terapia intenta que los pacientes con este problema revisen sus creencias para que se den cuenta de que, en caso de que el problema este motivado por la religión, “puede ser creyente y al mismo disfrutar de su sexualidad”. “No puede haber nada malo en aquello que provoca placer y que no daña a nadie”, recuerda.
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