Lionel Messi en uno de sus primeros partidos con la camiseta de las juveniles del Barcelona
Domingo 17 de septiembre del 2000. Lionel Andrés Messi recorre los pasillos del Aeropuerto Internacional de Ezeiza. Se encamina a cumplir el sueño de jugar en un club de Europa, pero igual tiene un nudo en el estómago por la inminente sensación de viajar en avión por segunda vez en su vida (la primera había sido para disputar un torneo juvenil con Newell’s, en Perú). De hecho las turbulencias le provocan mareos y vómitos.
Alberto Cormillot || Infobae
Con apenas 13 años, prepara su cuerpo y mente para afrontar una prueba en el Barcelona de España. Fabián Soldini, su representante, sostiene en su mano tres boletos de avión porque también vuela Jorge, el papá. Las valijas no son muy grandes y llevan más dudas que certezas sobre el futuro de Leo. Presentan los pasaportes que tuvieron que sacar de apuro una semana antes, atraviesan la aduana y se suben a la aeronave. El adolescente se ajusta el cinturón para la que será la aventura más grande de su vida.
Lionel ya había tenido su iniciación en el club Abanderado Grandoli e inflaba redes en las infantiles de Newell’s. Integraba una Categoría 87 que era reconocida por su buen juego y una enorme cantidad de proyectos de futbolistas profesionales. Uno de los primeros en echarle el ojo fue el ex jugador leproso y de la selección argentina Fabián Basualdo, quien empezaba a experimentar en el mundo de la representación de la mano del ya reconocido agente Ricardo Schlieper. En paralelo, un Soldini recién recibido de entrenador se unió a un grupo empresario que lo contrató como ojeador en las ligas de los alrededores de Rosario (allí fue que pescó a Nacho Scocco en la localidad santafesina de Hughes).
Quien promocionó a la Pulga ante Soldini fue su tío Claudio Biancucchi (esposo de la hermana de Celia, mamá de Leo). Como representaba a su hijo Maximiliano, un delantero Categoría 84 que quedó libre en San Lorenzo y terminó haciendo carrera en el fútbol paraguayo y brasileño, trazó la conexión. “Vos atendés bien a los chicos, ¿por qué no venís a ver a mi sobrino, que es un crack?”, llamó su atención. El representante se dirigió al predio de Newell’s en Bella Vista para observarlo en acción.
Fue amor a primera vista: Soldini quedó embelesado. En diálogo con Infobae, describió: “Fui a ver un partido de la Primera local, llegué un rato antes y estaba jugando él. Veo un enano que hace pin, pan, pum y la manda a guardar. Cuando escucho que alguno dice que yo descubrí a Messi, lo niego. Hasta mi abuela con cataratas se daba cuenta de que ese pibe era un fenómeno”.
No transcurrieron demasiados minutos entre las maravillas que vio de Leo en cancha hasta concertar una reunión con Jorge Messi. Se juntaron al sábado siguiente para aprovechar su franco en la empresa metalúrgica Acindar y su papá le planteó dos cuestiones: primero, que ni la obra social ni Newell’s le querían seguir pagando el tratamiento para las hormonas de crecimiento que costaba 960 dólares mensuales; segundo, que la situación económica del país no daba para más y veía con buenos ojos instalarse en el exterior. Hacía solamente unos meses atrás, un canterano leproso Categoría 88 había sido captado y fichado por el Milan de Italia: Leandro Depetris fue quien motivó la prematura partida de Messi a Europa.
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