La emisión de luz en Marte se concentra en regiones polares, con una intensidad alta en el rango visible.
Un equipo científico dirigido por investigadores del Laboratorio de Física Planetaria y Atmosférica (LPAP) de la Universidad de Lieja en Bélgica acaba de observar, por primera vez luces, en el cielo nocturno de Marte. Para lograrlo, se utilizó el instrumento UVIS-NOMAD a bordo del Satélite Trace Gas Orbiter (TGO) de la Agencia Espacial Europea (ESA). Los resultados de la investigación fueron publicados en la revista Nature Astronomy.
Por Jean-Claude Gérard | Infobae
Este instrumento forma parte del conjunto de espectrómetros NOMAD desarrollado en el Instituto Real de Aeronomía Espacial de Uccle y probado y calibrado en el Centro Espacial de Lieja. En 2008, fue insertado en una órbita circular marciana a una altitud de 400 km.
En Marte, el oxígeno atómico controla el enfriamiento del dióxido de carbono de la atmósfera superior y la presencia de una capa de ozono cerca de los polos. Una emisión bastante débil en el lado nocturno de la Tierra, pero prominente en el resplandor nocturno de Venus se origina en este fenómeno, pero nunca se había observado previamente en Marte.
Inicialmente diseñado para mapear la capa de ozono que rodea el planeta en el ultravioleta, UVIS-NOMAD cubre un rango espectral que se extiende desde el ultravioleta cercano al rojo. Para ello, suele orientarse hacia el centro del planeta y observa la luz solar reflejada por la superficie y la atmósfera del planeta.
El oxígeno atómico controla el enfriamiento del dióxido de carbono en la atmósfera superior, revelando una capa de ozono cerca de los polos según los expertos (ESA)
A partir de una propuesta de nuestro laboratorio, se dirigió hacia el borde del planeta para observar su atmósfera desde el borde. En 2020 ya pudimos detectar la presencia de una emisión verde entre 40 y 150 km de altitud, presente durante el día marciano. Esto se debía a la disociación de la molécula de CO2, principal constituyente de la atmósfera, por la radiación solar ultravioleta.
El satélite TGO, al observar la atmósfera nocturna, acaba de detectar una nueva emisión entre 40 y 70 km de altitud. “Esta emisión se debe a la recombinación de átomos de oxígeno creados en la atmósfera estival y transportados por los vientos hacia las altas latitudes invernales -indica Lauriane Soret, investigadora del LPAP-. Allí, los átomos se recombinan al entrar en contacto con el CO2 para reformar una molécula de O2 en un estado excitado que se relaja y emite luz en el rango visible”.
Esta emisión de luz se concentra en las regiones polares del norte y del sur, donde los átomos de oxígeno convergen en la rama descendente de la gigantesca trayectoria del hemisferio opuesto.
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