Tras la histórica expulsión de McCarthy al frente de la sala, Mike Johnson asumió como ‘speaker’ y aboga por las políticas de Trump. AFP/Getty Images
El 2023 será recordado como el año en el que el ‘trumpismo’, el ala dura del Partido Republicano, puso en jaque no solo a la propia formación política, sino también a la Cámara de Representantes, una de las principales instituciones de Estados Unidos y cuyo presidente es considerada la tercera autoridad del país.
Por El Nuevo Herald
El año arrancó con los republicanos saboreando las mieles de un éxito notable cosechado en las elecciones de medio mandato del noviembre anterior, en las que lograron arrebatar al Partido Demócrata la mayoría en la Cámara de Representantes, la Cámara Baja del Congreso estadounidense.
Esta victoria dejó un panorama muy favorecedor para los conservadores, pues el órgano legislativo, de gran poder en la política estadounidense, quedaba en sus manos y contaban también con la posibilidad de erigir a uno de los suyos como máxima autoridad de la sala, un cargo nada desdeñable.
La Cámara de Representantes elige a su presidente mediante una votación nominal entre los candidatos propuestos por las formaciones presentes en la sala. En un sistema político dividido entre el bloque republicano y el demócrata, los conservadores no deberían tener ningún problema para quedarse con el asiento.
Sin embargo, el Partido Republicano está ciertamente dividido desde la irrupción de Donald Trump en 2016. El magnate se hizo con la victoria en las presidenciales de aquel año y durante sus cuatro años de mandato llevó a cabo unas políticas ultra derechistas que fueron rechazadas por propios y ajenos.
Tras su derrota en 2020 ante el actual mandatario, Joe Biden, Trump alentó los fantasmas de un supuesto fraude electoral en su contra, una narrativa que culminó con el asalto al Capitolio el 6 de enero de 2021. Estos hechos han sido defendidos por sus aliados más cercanos, pero repudiados por otros tantos políticos republicanos.
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