El edificio de la cárcel Ramo Verde, en Los Teques. (EFE/Miguel Gutiérrez)
La relación entre Joe Biden y Nicolás Maduro vive su mejor momento. El canje múltiple de esta semana, que provocó la liberación de Alex Saab, presunto testaferro del «presidente pueblo», ha solapado además la polémica deportación del teniente Pedro Naranjo, entregado a Caracas pese a ser hijo de un general preso político durante tres años y pese a que, además, había desertado de su puesto para escoltar a su padre en su huida a Estados Unidos.
DANIEL LOZANO || EL MUNDO
Un evidente giro de tuerca a la protección otorgada durante años a los opositores venezolanos, además del incumplimiento con la defensa de los derechos humanos. En medio de la gran crisis migratoria que sufre EEUU en su frontera sur, Washington ha apostado claramente por combatirla cuando falta menos de un año para las presidenciales. Así lo hizo patente el jueves, cuando uno de sus portavoces reconoció que la libertad del magnate colombiano Saab forma parte de su «estrategia contra la migración ilegal».
Los vuelos de deportación directos desde EEUU y Caracas comenzaron en octubre, en paralelo a la firma de los acuerdos de Barbados entre gobierno y oposición. Y no han parado. En el último, repleto de emigrantes, viajaba también Naranjo, de 27 años, quien durante dos meses permaneció en el Centro de Detención de Inmigración en el estado de Luisiana con la esperanza de recobrar la libertad.
Pedro Naranjo Machado, entregado a Maduro y encarcelado.E.M
No fue así. Estados Unidos le entregó a las autoridades de su país, que le han recluido en la prisión militar de Ramo Verde, la misma en la que permaneció durante más de tres años el exprisionero político Leopoldo López, según confirmó a EL MUNDO el abogado Alonso Medina Roa, al frente de la Coalición por los Derechos Humanos y la Democracia. Se le acusa de haber desertado de su puesto.
Al teniente no se le concedió asilo pese a ser hijo del general de división Pedro José Naranjo Suárez, prisionero político durante tres años y medio. Ambos escaparon de Venezuela hace un año y pese a su heroicidad, no encontraron la solidaridad que esperaban. Primero en Colombia, donde la administración de Gustavo Petro, aliado de Maduro, les dio la espalda. Y después en México, donde tampoco fueron asistidos. Ante semejante situación decidieron cruzar Río Bravo el 4 de octubre pasado para una vez en territorio estadounidense, entregarse a las autoridades para reclamar asilo y protección.
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