‘La sociedad de la nieve’, de J.A. Bayona
La película La sociedad de la nieve es quizá uno de los títulos españoles que más han dado que hablar en mucho tiempo. La película dirigida por J.A. Bayona que cuenta la tragedia de los Andes llegó primero a los cines en nuestro país y desde hace unas semanas se puede ver en Netflix, donde está batiendo auténticos récords de audiencia. Sin embargo, no todo iba a ser bonito y agradable, y más en una película que entraña una dificultad mayúscula y que narra uno de los episodios más funestos de la historia.
Por Infobae
Porque aunque el auténtico drama que vivieron los pasajeros del Vuelo 571 de la Fuerza Aérea Uruguaya sería realmente imposible de recrear, eso no significa que la película dejase de apostar por la verosimilitud por encima de todo. Desde el primer momento Bayona apostó fuerte por intentar ser lo más cercano a la realidad posible: “La obsesión era captar la verdad, que los actores estuvieran lo sufcientemente estimulados por todas sus dificultades para que ellos hicieran virtud de esas dificultades y aportaran realismo a la película”, cuenta en una entrevista el realizador español.
Para hacer todo ese proceso mucho más llevadero, Bayona tuvo la idea de juntar al casting desde el principio, consiguiendo así que se familiarizasen unos con otros para que luego en la pantalla los vínculos y relaciones entre personajes. “Los últimos castings se hicieron en Montevideo y algunos tuvieron que hacer incluso una semana de cuarentena, y otra para volver a Argentina. Ya se estableció una relación entre ellos ahí”, desvelaba Bayona, quien añadía que la preparación continuó con dos meses de ensayos en Barcelona: “Eran 25 jóvenes encerrados en un hotel, acabaron siendo mejores amigos”.
Rodando con cámaras de fotos
Esas limitaciones pasaban por no poder casi acceder a algunos de los lugares de la montaña, teniendo que bajar del helicóptero sin la cámara y que grabar algunas de las escenas con cámaras de fotos incluso. Aunque el equipo rodó finalmente en la zona de Sierra Nevada, en Granada, buena parte de la producción pasó un tiempo antes en los Andes, donde había ocurrido realmente la tragedia allá por 1973. “Fuimos tres veces a rodar los Andes y ahí los medios eran todavía más precarios. Hubo un momento en el que llegamos con el helicóptero y no podíamos bajar de ahí la cámara de cine y acabamos rodando con una cámara de fotos”, cuenta el cineasta.
Para leer la nota completa, aquí