Expertos en buceos indicaron las consecuencias de adentrarse en las profundidades del mar
Christopher Pike – Reuters
El hundimiento del Titanic es considerado uno de los grandes desastres marítimos de la historia. Dicha tragedia se dio el 15 de abril de 1912 con 2223 pasajeros a bordo, de los cuales sobrevivieron 706. Con el paso del tiempo, los especialistas empezaron a indagar sobre los motivos que condujeron a este trágico desenlace y, años más tarde, en 1985, dieron con partes de este barco que llamó la atención de todos.
Por: La Nación
Siendo el objetivo de los apasionados por la historia, el hundimiento del Titanic abrió un nuevo paradigma y es ahí donde los buzos, quienes se dedican a moverse en las profundidades del océano, indagaron sobre la posibilidad de trasladarse hacia esas latitudes. Sin embargo, las noticias no son alentadoras.
Al estar a más de 4 kilómetros por debajo del mar, las posibilidades de llegar a conocer lo que quedó del Titanic son ínfimas. Esto se debe a una cuestión meramente física, que excede cualquier deseo de traspasar los límites. Sucede que nuestro cuerpo puede aguantar hasta cierta distancia a la hora de meterse a las profundidades del agua y la propia naturaleza se encarga de complicar el trayecto al establecer una presión cada vez más intensa y molesta que dificulta la capacidad de respirar.
Para dar aún más detalles y así descartar por completo la idea de poder llegar a lo que queda de la embarcación, especialistas en buceo indicaron que a medida que el cuerpo se sumerge, comienza a experimentar diferentes sensaciones que le son ajenas al día a día. Un ejemplo, es que el tímpano se comprima y eso genere un dolor agudo muy difícil de soportar.
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