El papa Francisco condenó el domingo el asesinato de un activista medioambiental en Honduras, sumándose así a un creciente número de voces internacionales que han expresado su preocupación por el asesinato.
El líder ecologista, Juan López, fue asesinado a tiros a principios de este mes en el municipio de Tocoa, en el norte rural de Honduras, después de pasar años luchando contra las empresas mineras para preservar los ríos y bosques de la región.
“Estoy con los que ven pisoteados sus derechos fundamentales y con los que actúan por el bien común en respuesta a los gritos de los pobres de la tierra”, dijo Francisco al final de su mensaje del Ángelus en el Vaticano.
La región rural caribeña de Colón ha sido testigo de una oleada de asesinatos de defensores del medioambiente en los últimos años, y tres activistas de la organización de López fueron asesinados el año pasado.
El líder religioso se unió a varios líderes mundiales para condenar el asesinato.
La semana pasada, Brian A. Nichols, subsecretario de Estado estadounidense para el hemisferio occidental, exigió justicia para López. Las Naciones Unidas pidieron a “las autoridades competentes a llevar a cabo una investigación inmediata, exhaustiva e imparcial que permita identificar y sancionar a las personas responsables, tanto materiales como intelectuales, de este asesinato”.
La presidenta hondureña, Xiomara Castro, calificó la muerte de López de “vil asesinato” y prometió atender las crecientes demandas para investigar el crimen.
América Latina es la región más letal del mundo para ser defensor del medioambiente, según la organización no gubernamental Global Witness, que hace un seguimiento de los asesinatos de ambientalistas.
El año pasado, Honduras se situó entre los países más letales para defender el medioambiente junto con Colombia, Brasil y México. Al menos 140 defensores ambientales fueron asesinados sólo en estos cuatro países, lo que representa el 71% del total de asesinatos de defensores del medioambiente en todo el mundo.
Los líderes medioambientales actúan a menudo como guardianes en las regiones rurales, convirtiéndose en un par de ojos no deseados en lugares donde prospera el crimen organizado.
También tienden a desafiar a poderosas empresas y particulares que buscan beneficiarse de industrias extractivas como la minería y la tala, y lo hacen en franjas remotas de América Latina lejos del alcance de la justicia.
Honduras captó la atención mundial cuando la líder indígena y defensora del medioambiente Berta Cáceres fue asesinada en 2016. El asesinato sigue atormentando a Honduras, ya que muchos detalles de la muerte de Cáceres siguen sin resolverse.
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