La guerrilla Ejército de Liberación Nacional asumió este viernes la autoría de un ataque con explosivos contra una unidad militar al este de Colombia en el que murieron tres militares y más de 26 resultaron heridos, lo que derivó en que el gobierno suspendiera indefinidamente las negociaciones de paz.
El ELN indicó que el fuerte militar “fue atacado con artillería propia” y justificó que se trató de un accionar “legítimo” porque, aseguró, algunos militares tenían presuntas alianzas con paramilitares.
El ataque fue lanzado el martes en un poblado rural de Arauca, departamento fronterizo con Venezuela. Según el Ejército, los explosivos fueron lanzados a los militares desde un vehículo de carga. La mayoría de los militares heridos fueron trasladados por la Fuerza Aérea a Bogotá.
El comunicado fue difundido por la delegación de paz del ELN y firmado por el frente que opera en Arauca, donde fue cometido el ataque. En el documento el frente asegura que cumplió “orientaciones” de la máxima instancia de la guerrilla sobre una mesa de paz congelada y en crisis desde marzo, debido a las tensiones que generó un diálogo paralelo que adelanta el gobierno con una escisión del ELN en el sur del país.
El ELN, fundado en 1964 e inspirado en la revolución cubana, tiene una estructura de bloques y responde a un comando central. Según las autoridades, tiene presencia en más de 200 municipios del país, con especial influencia en la frontera con Venezuela.
El ataque en Arauca sumió en su más honda crisis a la mesa de diálogo que se instaló con el gobierno del izquierdista Gustavo Petro en noviembre de 2022, luego de que las negociaciones permanecieron suspendidas por más de tres años con el anterior gobierno colombiano a causa de otro ataque con explosivos en Bogotá que causó la muerte de 22 personas e hirió a decenas.
Además, generó cuestionamientos a la política de paz del gobierno que sostiene negociaciones simultáneas con varios grupos armados y bandas urbanas, dado que la mesa con el ELN era considerada la más avanzada.
También avivó las voces de quienes consideran que el ELN no tiene voluntad de hacer la paz, cuando está en peligro de fracasar un nuevo intento de negociación que se sumaría a otros cinco que no resultaron en gobiernos anteriores.
Para Petro, el ataque es prácticamente una “acción que cierra un proceso de paz con sangre”, según dijo el martes dando un ultimátum a la guerrilla.
Sin embargo, un día después la delegación de paz del gobierno informó la suspensión indefinida de los diálogos y no su cierre, advirtiendo que la viabilidad del proceso quedó “severamente lesionada” por el ataque y “su continuidad sólo puede ser recuperada con una manifestación inequívoca de la voluntad de paz del ELN”.
Tras la suspensión del proceso, el máximo líder de la guerrilla, alias “Antonio García”, reclamó al presidente y lo señaló de ser él quien rompía el diálogo con sus declaraciones. También alegó que los procesos de paz pueden continuar en “medio de las operaciones militares”.
El ELN y el gobierno retomaron las confrontaciones desde inicios de agosto, cuando terminó un cese al fuego bilateral que estuvo vigente durante un año como parte de la mesa de negociación, el más extenso que se haya logrado con esa guerrilla desde hace seis décadas.
Tras el ataque en Arauca, las autoridades reforzaron sus operaciones ofensivas contra el ELN y también activaron millonarias recompensas contra los autores materiales del ataque y contra los máximos cabecillas de la guerrilla.
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