EFE
El Helicoide, ubicado en Caracas, fue planificado como un centro comercial por el entonces dictador Marcos Pérez Jiménez en los años 50, pero con la caída de su gobierno, en enero de 1958, se paralizó su construcción. Tras décadas en el abandono, se convirtió en la sede del actual Servicio Bolivariano de Inteligencia Nacional (SEBIN) en 1982 y una cárcel para los “enemigos” del gobierno venezolano.
Por: TN
Allí, el ahora fallecido Hugo Chávez encerró a sus disidentes, entre ellos al general Raúl Isaías Baduel, quien fue su ministro de Defensa. Baduel murió como preso político, sin juicio, dentro del Helicoide, en octubre de 2021.
Durante el gobierno de Nicolás Maduro, la represión contra la ciudadanía empeoró y muchos de los manifestantes que salieron a las calles durante las protestas del 2014 y del 2017 fueron trasladados a ese edificio.
Hoy, el Helicoide es señalado por la Organización de las Naciones Unidas como el centro de torturas del chavismo. Cuatro venezolanos que sobrevivieron al horror dentro esas celdas le contaron a TN sobre las torturas que sufrieron. Muchos lo conocen como “la máquina del terror”.
“Arrodíllate y pídeme perdón”
“El Helicoide es el centro de tortura más grande de América Latina”, aseveró Víctor Navarro y agregó: “Ser un preso político en Venezuela es ser víctima de las torturas más atroces, de los crímenes de lesa humanidad que Maduro comete día a día”. Navarro fue detenido el 24 de enero de 2018. Es una de las tantas víctimas que pasaron por allí.
“Tumbaron la puerta de mi casa y entraron alrededor de 35 oficiales del SEBIN, la policía política venezolana, que obedece directamente las órdenes de Delcy Rodríguez y Nicolás Maduro. Me lanzaron al piso, me pusieron una escopeta en la cabeza, me pegaron contra la pared. Me graban y me dicen que diga mi nombre y mi número de documento. Yo digo, Víctor Navarro. 25.510.806, es la misma forma como luego me llamaban en el Helicoide, porque buscan de cosificarte cuando te torturan”, contó.
“Me robaron las cosas que había en mi casa. Así empecé a conocer la dimensión del monstruo que opera en Venezuela. Me desaparecieron forzosamente. Yo simplemente preguntaba dónde estaba mi mamá. Me interrogaron muchísimo, que quién era yo, qué hacía, que quién me financiaba. Mi primer día fue de mucho miedo, de no saber qué me iba a pasar. Me amenazaban y me decían que iban a violar a quien era mi novia en ese momento, decían que me iban a violar, decían que había un oficial que le decían ‘El negro’ que tenía el pene del tamaño de mi brazo y que él me iba a violar”, explicó.
“Me golpearon muchísimo, un oficial se sentó frente a mí -yo les había pedido que no me esposaran y me esposaron- y empezó a cargar la pistola, le puso tres balas, la desbloqueó y me metió la pistola en la boca. Literalmente, un movimiento milimétrico me iba a volar la cabeza y a ellos no les importaba, se reían y me decían que les pidiera perdón. ‘Arrodíllate y pídeme perdón’, y yo me arrodillé y les pedí perdón porque yo no quería que me volaran la cabeza”, dijo.
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