El gobierno de España ha destinado 10.600 millones de euros (11.550 millones de dólares) en préstamos y subvenciones para ayudar a las víctimas de las inundaciones repentinas que azotaron la costa oriental del país en torno a Valencia la semana pasada, dijo este martes el presidente del gobierno, Pedro Sánchez.
Sánchez dijo que el gobierno planea gastar hasta 838 millones de euros en donaciones directas en efectivo a las personas afectadas por las inundaciones que dejaron 217 muertos la semana pasada en el peor desastre de este tipo en la historia moderna de España.
El Instituto de Crédito Oficial de España (ICO), la agencia estatal de crédito, garantizará hasta 5.000 millones de euros en préstamos a pequeñas y medianas empresas, autónomos y familias para financiar los esfuerzos de reconstrucción.
Otros fondos se dedicarán a ofrecer a los afectados exenciones fiscales y del pago de prestaciones, así como pagos para la reposición de propiedades y la reparación de carreteras y vías férreas.
El gobierno ha desplegado 14.898 policías y soldados en las zonas afectadas por las inundaciones repentinas, añadió.
Se han confirmado al menos 218 muertes después del diluvio causado por fuertes lluvias la tarde del 29 de octubre y la mañana siguiente inundó poblaciones enteras, principalmente en la región de Valencia, tomando por sorpresa a la mayoría.
Las autoridades regionales han sido duramente criticadas por haber emitido alertas a los celulares unas dos horas después de que comenzara el desastre.
Siete días después, las autoridades aún no han dado una estimación de los desaparecidos. Sin embargo, el canal estatal RTVE emite una sucesión constante de peticiones de personas que buscan a familiares sin localizar.
Mientras muchos buscan a sus seres queridos, los enormes esfuerzos de recuperación más de 60 poblaciones más avanzan lentamente.
Las inundaciones han dejado escenas postapocalípticas.
Calle tras calle, en pueblo tras pueblo, siguen cubiertas de un espeso lodo marrón y montones de pertenencias arruinadas, masas de vegetación podrida y vehículos destrozados. Un hedor surge del barro.
En muchos lugares, a la gente todavía le faltan productos básicos y se forman filas en cocinas de emergencia improvisadas y puestos que reparten comida. El agua ha vuelto a los grifos, pero las autoridades dicen que no es apta para beber.
Los pisos bajos de miles de hogares han quedado arruinados. Se teme que dentro de algunos de los vehículos que el agua arrastró o atrapó en garajes subterráneos pueda haber cuerpos esperando a ser recuperados.
Miles de soldados trabajan con bomberos y refuerzos policiales en la inmensa operación de emergencia. Agentes y tropas buscan en hogares destruidos, los innumerables coches esparcidos por autopistas y calles o atrapados en el barro en canales y barrancos.
Las autoridades están preocupadas por otros problemas de salud causados por los efectos del desastre natural más mortal en la historia reciente de España. Han instado a la gente a vacunarse contra el tétanos y a tratar cualquier herida para prevenir infecciones y limpiar el barro de su piel. Muchas personas llevan mascarillas.
Miles de voluntarios están ayudando, llenando el vacío dejado por las autoridades. Pero la frustración por la gestión de la crisis se desbordó el domingo cuando una multitud en Paiporta, una localidad muy afectada, lanzó barro y otros objetos al rey y la reina de España, al presidente Sánchez y a funcionarios regionales cuando hicieron su primera visita al epicentro de la catástrofe.
[Con información de AP y Reuters]
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