Roma.- Las dantescas imágenes que se ven en las redes sociales de la persecución que se ha desatado en Venezuela desde la proclamación del dictador Nicolás Maduro mantiene en vilo a la diáspora del país sudamericano. Pues, “tras la contundente e inapelable victoria electoral que logramos los venezolanos el 28 de julio, la respuesta del régimen es el asesinato, el secuestro y la persecución”, denunció María Corina Machado en la red X este miércoles 31 de julio y puntualizó que “hasta hoy cuenta con más de 177 detenciones arbitrarias, 11 desapariciones forzadas y al menos 16 asesinatos en las últimas 48 horas”.
Pero no es la primera vez que este régimen comunista oprime al pueblo: los últimos diez años han sido catalogados como la “década oscura de Nicolás Maduro” por la ONG Provea (Programa Venezolano de Educación y Acción en Derechos Humanos), una organización sin fines de lucro que defiende los derechos humanos en Venezuela desde hace 35 años.
Según Provea entre el 2013 y el 2023, “43.003 personas han sido víctimas de violaciones a la integridad personal, que incluyen más de 1.652 víctimas de torturas y 7.309 víctimas de tratos o penas crueles, inhumanas y degradantes”. Además, han sido ejecutadas 10.085 almas en manos de los agentes de los cuerpos policiales y militares controlados por el régimen.
El terror desde dentro
Además de las 177 detenciones arbitrarias denunciadas por la líder de la oposición democrática, el propio fiscal general de Venezuela, Tarek William Saab, informó el martes 30 de julio que al menos 749 personas fueron detenidas por presuntos “actos de violencia”. Y ¿qué sucede con las personas detenidas por el régimen? Para entenderlo DIARIO LAS AMÉRICAS conversó con Jesús Alemán, un joven que inició su lucha por un cambio en Venezuela cuando tenía sólo 12 años y que en el 2018 fue secuestrado y torturado por la dictadura. Hoy Jesús está exiliado en España, con una historia de terror acuestas.
¿Por qué estás exiliado en España? ¿Cuéntanos qué sucedió el año 2018 en Venezuela?
Estoy fuera de Venezuela porque la dictadura me expatrió. El 18 de enero del 2018, me secuestraron: yo iba saliendo de mi casa para llevar una ayuda humanitaria que me había llegado de Estados Unidos a unos niños y me secuestró el SEBIN (Servicio Bolivariano de Inteligencia). Me ‘sembraron’ granadas, armas largas, municiones, chalecos antibalas, uniformes de la Guardia Nacional Bolivariana, diciendo que eso lo cargaba yo en mi vehículo. Allí comienza mi camino de tortura. Estuve preso en la base territorial de los Llanos, en donde sufrí distintos métodos de tortura.
¿Puedes narrarme cuáles eran estos métodos de tortura?
Me tapaban la cara con una bolsa negra que me cortaba la respiración, ponían algo alrededor de mi cuerpo y me golpeaban con lo que presumía que era un bate, me golpeaban la cabeza, me aturdían, me decían que recibiera los golpes como los aplausos en las marchas, me mojaban en el suelo y me daban descargas eléctricas en la espalda y en el tórax. Me decían que mi vida no valía nada, que estaba solo, que no tendría salvador, me preguntaban por otros dirigentes políticos. Yo no tenía nada que decir, pero mis silencios se traducían en golpes, golpes que marcaron mi vida. Después de las palizas los escuchaba disfrutar el momento. Sus risas también eran tortuosas. El resto del tiempo me dejaban completamente aislado en un pequeño cuarto con una luz blanca, donde constantemente me cuestionaba el momento en el que iban a regresar, prefiriendo algunas veces que volvieran, porque sentía que me estaba volviendo loco. Yo solo podía pensar en mi familia. A la semana me presentan en los tribunales. Ellos no solo me acusaban de ser activista político, sino que también me incriminan en delitos que no cometí, utilizando todo el sistema judicial, falsificando pruebas, falsos testimonios y manejando todos los cuerpos policiales a su antojo. Mis cargos eran de terrorismo, traición a la patria y asociación para delinquir. Luego me dictan privativa de libertad y me trasladan a una cárcel común Campo Lindo.
¿Cómo es la vida en una cárcel venezolana?
Allí la vida de cada uno estaba en manos de un PRAN, que es el líder de los delincuentes de la cárcel. Vivíamos en condiciones inhumanas y deplorables. En la cárcel había más de 40 casos de tuberculosis. Cuando nos permitían ir al baño, todas las necesidades fisiológicas o aseos se hacían a través de un solo ducto que colapsaba y el agua nos llegaba hasta las pantorrillas. Me enfermé de escabiosis y hongos, llegué a ver incluso los tendones de los dedos de mi pie, pero me negaron asistencia médica. Yo no dormía porque en ocasiones en la noche podían tirar gas lacrimógeno y en las mañanas era normal que amaneciera alguien apuñalado. También viví un motín, en donde presencié cómo a mi custodio le dieron un disparo en la cabeza. Estuve más de 20 horas acostado en el suelo en una línea de fuego y lo único que yo le pedía a Dios era que no fuera a explotar una granada cerca de mí.
¿Cómo logras salir de la cárcel?
Una mañana inesperadamente me sacan del centro de reclusión, me llevan a los tribunales y me hacen firmar unas medidas cautelares de prohibición de salida del estado, prohibición de salida del país y régimen de presentación. Tuve arresto domiciliario hasta el 27 de julio del 2018, cuando deciden expatriarme de mi país. En el aeropuerto, me dijeron que ya me había salvado en dos oportunidades y que una tercera no la iba poder contar, porque me iban a matar cortándome en pedazos. Desde el 28 de julio del 2018 vivo en el exilio, pero eso no ha significado olvidar a mi país, al igual que los millones de venezolanos que se vieron forzados de una u otra forma a salir de Venezuela.
¿Cómo cambió tu vida esta experiencia?
Cuando sales firmas un acta de sentencia de que no puedes volver a tu país. Te roban la vida. Es una experiencia que te cambia, yo cuando llegué a España me despertaba corriendo en las calles. Muchas veces me desperté en una parada de autobuses. Es verdad, estoy en libertad, pero es una libertad subjetiva. Si no puedes volver a tu tierra donde naciste, donde hiciste vida, donde está tu familia, donde creciste, es difícil. Gracias a Dios, España ha sido un país que nos ha abierto las puertas, nos ha dado las oportunidades de crecer. Nos ha tocado hacer muchísimo, desde trabajar en construcción hasta defender los derechos humanos de los que todavía siguen en Venezuela.
¿Qué añoras para Venezuela?
Yo deseo para Venezuela un país lleno de oportunidades, de unión. Es un país que tiene muchísimo odio y muchísimo resentimiento. Yo creo que nosotros que hemos pasado por situaciones difíciles debemos ser esos agentes que ayudemos a que ese odio y ese resentimiento merme, porque es un país devastado desde lo social, lo económico y cultural. Esto rompió familias. Tiene que haber un cambio y tenemos que ser parte de eso. Por primera vez, en los seis años que tengo viviendo en el exilio, siento que pronto vamos a volver a casa.