Después de los comicios primarios, se ha hecho más evidente la ausencia de un debate público en torno a los problemas fundamentales del país que, en realidad, son los políticos y los más urgentes para suscitar y canalizar la movilización ciudadana. Es tan político y urgente considerar la producción real de petróleo, la quiebra de la industria nacional, la creciente contaminación ambiental, o la caótica situación que padece el ciudadano de a pie, los dislates de Miraflores, el ritmo desinformado de sus consejos de ministros o el manejo de una asamblea nacional de espalda a dichos problemas. Mientras nos distraiga Nicolás Maduro con un solo tema, dejando de lado los demás problemas e imponiendo la agenda, esos problemas ignorados seguirán existiendo y agravándose sin ninguna consecuencia, suponiendo la ciudadanía que el fracaso de los servicios públicos o la falta de hospitales se deben a la maldad intrínseca de los funcionarios encargados, al tal bloqueo imperial o a la mala suerte, pero jamás a la gestión del gobierno.
Se ha impuesto la mensajería en las redes sociales, breve como la de los antiguos telegramas, orientada más al estereotipo que al análisis. Muy pocos reflexionan a fondo respecto al destino nacional, porque ni siquiera hay espacios que hagan posible su difusión, pues, al menos, antes hubo programas radiales y televisivos de opinión que nos relevaba de la lectura del periódico mientras conducíamos el carro o desayunábamos en casa.
Antes existía un primer punto en la agenda de la reunión semanal de los partidos, cuando los había, denominado Informe Político. Varias eran sus características: se sistematizaba el planteamiento de los problemas que tenían una inevitable consecuencia política, se sugerían soluciones; era indelegable, rendido por el líder de la organización política; era sometido a la discusión y aprobación del cuerpo colegiados. Las soluciones técnicas eran importantes, pero mucho más las orientadas políticamente a sensibilizar a la opinión pública, a provocar la movilización popular de respaldo para las tesis del partido, a instruir a los parlamentarios y ediles, o todo aquél que tuviere una representación social, para tramitar o gestionar una iniciativa en el ámbito de su responsabilidad pública. En el caso de no convertirse en un proyecto de ley o una denuncia ante el Ministerio Público, era materia de la ineludible rueda de prensa que semana tras semana, sin excepción, daban los partidos políticos. Los expertos en sociología política refieren que fue una práctica muy venezolana, perfeccionada progresivamente a partir de 1958, hasta que decayó en el presente siglo.
El Informe Política nunca fue un resumen noticioso, una mera contabilidad de los sucesos de la semana, sino la propuesta y fijación de determinadas posturas que, literalmente, orientaban a la ciudadanía de acuerdo a sus particulares creencias y simpatías ideológicas. Le correspondía rendirlo al jefe del partido, o su adjunto, pero no cualquier vocal o integrante de la dirección, ya que aquél era el primer responsable en la conducción de la organización. Y no quedaba como una mera tertulia de la organización, sino que debía tener consecuencias en la actuación política de la entidad. Además, esta experiencia se repetía en cada uno de los ámbitos partidistas: profesionales y técnicos, juventud, trabajadores, agrarios, mujeres. Lamentablemente, las nuevas generaciones nada saben de esa institución indispensable: la del Informe Político.
Esta es una práctica que debe volver al seno de las organizaciones políticas, así volver a retomar la conexión que por muchas razones se ha perdido con el ciudadano. Insistir, resistir y persistir nos ha enseñado que tomar lo relevante del pasado es una obligación de todo ser humano. La historia así nos lo ha enseñado. Los problemas en Venezuela continúan y se agravan, por ello la importancia de discutir y buscar soluciones, que aunque no estén, por ahora, en nuestras manos, existe la necesidad de abrir ventanas con nuevas propuestas y soluciones. Porque la agenda no es la que se imponga desde el gobierno central, sino del acontecer y padecer del ciudadano hasta lograr retomar la conexión y que se miren a los partidos desde otra óptica.
@freddyamarcano