MIAMI.- Investigadores en Brasil descubrieron que los tiburones de nariz puntiaguda que habitan las aguas costeras del país están expuestos a niveles significativos de cocaína. Este hallazgo, publicado recientemente en la revista científica Science Direct, destaca un preocupante fenómeno que podría tener consecuencias devastadoras para estos depredadores marinos.
El estudio, liderado por Enrico Mendes Saggioro, ecotoxicólogo del Instituto Oswaldo Cruz en Río de Janeiro, examinó a 13 ejemplares de tiburones de nariz puntiaguda capturados en barcos dedicados a la caza comercial. Utilizando técnicas avanzadas, el equipo analizó el tejido muscular y hepático de los tiburones, revelando concentraciones de cocaína hasta 100 veces mayores de lo esperado.
Para el estudio, informó CNN, se eligió esta especie debido a su tamaño pequeño y al hecho de que vive en una reducida área de aguas costeras, donde está expuesta a descargas significativas de contaminantes durante todo su ciclo de vida, según la investigación.
La cocaína, las aguas residuales y el mar
«La cocaína contamina el mar debido a los vertidos de aguas residuales de personas que consumen la droga, así como de los laboratorios ilegales que la producen», dijo a CNN el coautor del estudio, Enrico Mendes Saggioro.
«Este descubrimiento es alarmante porque muestra que los tiburones están absorbiendo cocaína en cantidades significativas», explicó Mendes a Science Direct. Además, señaló que las hembras mostraron niveles aún más altos de la droga en comparación con los machos, lo que sugiere diferencias en cómo metabolizan la sustancia.
Según el estudio, los niveles de cocaína eran aproximadamente tres veces más altos en el tejido muscular que en el hígado, mientras que las hembras tenían mayores concentraciones de cocaína en el tejido muscular en comparación con los machos.
Además, la investigación resalta que el consumo de cocaína ha aumentado masivamente en todo el mundo en las últimas décadas. El artículo agregó que alrededor del 22% de los usuarios viven en América del Sur, siendo Brasil el segundo mercado consumidor más grande de la región. El aumento del consumo y la deficiente infraestructura de tratamiento de aguas residuales han contribuido al aumento de los niveles de cocaína en el mar, según los investigadores.
Explicaron que también es difícil establecer los efectos potenciales en la salud humana, aunque «la cocaína ya ha entrado en la cadena alimentaria, ya que los tiburones son rutinariamente consumidos por los humanos en Brasil y en muchos otros países».
Tiburones vulnerables
Los tiburones de nariz puntiaguda, conocidos por su cuerpo esbelto, grandes ojos y hocico largo, son comunes en las costas brasileñas, especialmente en aguas poco profundas cercanas a la playa. Según el Instituto Smithsonian, alcanzan aproximadamente 79 centímetros de longitud y son habituales a profundidades de hasta 3 metros.
El equipo de investigación sospecha que la proximidad de estos tiburones a la costa los hace particularmente vulnerables a la contaminación por cocaína, que podría provenir de desagües conectados a laboratorios clandestinos donde se fabrica la droga en Río de Janeiro.
Aunque los efectos exactos de la cocaína en los tiburones aún no están completamente claros, Mendes advierte que la presencia de esta sustancia psicoactiva en el hígado podría interferir con la reproducción de las hembras, afectando potencialmente la salud reproductiva de la especie. Además, existe preocupación por los posibles impactos en el ecosistema marino en general, dado que la cocaína también ha demostrado ser perjudicial para otras especies como crustáceos y moluscos, así como para el desarrollo de peces.
Mendes Saggioro y la coautora del estudio Rachel Ann Hauser Davis, bióloga de la fundación, explicaron que investigaciones anteriores han demostrado que la droga afecta a otros animales como peces y mejillones. Hauser Davis dijo que es «muy probable» que los crustáceos, peces y otros animales que los tiburones depredan también estén contaminados con cocaína.
Además, debido a la falta de investigaciones, no es posible probar ningún efecto en el comportamiento de los tiburones, pero «la cocaína afecta al cerebro y se ha observado comportamiento hiperactivo y errático en otros animales», explicaron.
El llamado de Mendes a realizar más investigaciones para entender mejor estos efectos y identificar las fuentes de contaminación es crucial. No solo se trata de proteger a los tiburones, que son una fuente importante de alimento en Brasil, sino también de evaluar los riesgos potenciales para la salud humana derivados del consumo de estos animales contaminados.
Este estudio subraya la necesidad urgente de políticas más estrictas y acciones preventivas para preservar la salud de los océanos y las especies que dependen de ellos. La contaminación por cocaína representa un desafío creciente que requiere una respuesta científica y ambiental coordinada para mitigar sus efectos a largo plazo.
FUENTE: «Cocaine Shark»: First report on cocaine and benzoylecgonine detection in sharks, Science of The Total Environment, 2024, 174798, ISSN 0048-9697, https://doi.org/10.1016/j.scitotenv.2024.174798.