El Gobierno de Gustavo Petro inició formalmente este lunes 24 de junio en Caracas un proceso de paz con los disidentes de las extintas FARC, agrupados en la Segunda Marquetalia, con la presencia sorpresiva del antiguo jefe negociador de la FARC, Iván Márquez, que incumplió el acuerdo firmado en 2016 para entregar las armas.
Esta mesa nacional es la tercera dentro del marco de la política de “Paz Total”, que busca establecer diálogos simultáneos con diversos grupos armados. En esta reunión, Márquez expresó la voluntad de la Segunda Marquetalia de contribuir al objetivo compartido de alcanzar la paz para Colombia.
Cuba, Noruega y Venezuela actúan como garantías del proceso, que también incluye conversaciones con el ELN (Ejército de Liberación Nacional) y el grupo disidente conocido como Estado Mayor Central (EMC). El acuerdo firmado para iniciar formalmente la mesa destaca que busca implementar cambios y reformas democráticas en beneficio de la población, priorizando los territorios afectados.
Tres Incógnitas
Para profundizar en las negociaciones en curso del gobierno de Petro con la disidencia de las FARC. DIARIO LAS AMÉRICAS consultó en exclusiva a dos destacados analistas políticos: el profesor de Ciencias Políticas Olmer Muñoz, y el politólogo Néstor Julián Restrepo.
El profesor Muñoz planteó tres incógnitas cruciales respecto al proceso actual. En primer lugar, destacó que se realiza dentro del marco de la «Paz Total», concepto que sostiene aún no está del todo definido.
Explicó que, si la «Paz Total» incluye tanto a los grupos armados organizados como a las bandas delincuenciales, esto podría dificultar las negociaciones al tener que tratar simultáneamente con múltiples grupos armados y criminales levantados en armas.
En segundo lugar, Muñoz resaltó que, si la «Paz Total» representa el fin de la violencia armada en Colombia, las disidencias de las FARC tuvieron una oportunidad crucial en 2016. Es relevante señalar que en el acuerdo de ese año se estableció que aquellos que participaran en el proceso de negociación y desarme, recibirían un tratamiento exclusivo en la jurisdicción especial de paz.
Si regresaban a las armas, perderían todos los beneficios legales otorgados durante esas negociaciones. Por lo tanto, según Muñoz, el gobierno actual debería mantener las negociaciones dentro del marco definido en 2016.
En tercer lugar, Muñoz mencionó las dificultades con las disidencias de las FARC y resaltó dos aspectos principales: primero, están recuperando el control territorial en regiones como Cauca, Nariño y Valle del Cauca (localizadas en el suroccidente del país), y han aumentado su presencia armada en aproximadamente 28 de los 32 departamentos de la nación, lo que incide en la producción de hidrocarburos y la explotación ilegal de minerales.
Segundo, están en un momento crítico en términos de fuerza por medidas tomadas por el gobierno nacional para suspender operaciones militares en áreas donde antes había un control relativo del Estado.
Falta de legitimidad
En cuanto al papel de Venezuela y Cuba en estas negociaciones, el profesor mencionó que ambos países no están dentro del marco del sistema interamericano de Derechos Humanos, lo cual considera muy grave. Afirmó que, aunque actúen como mediadores, la falta de legitimidad democrática de ambos puede afectar la credibilidad internacional de las negociaciones.
“El Estado de Derecho y Social en Colombia, es quien debe poner las condiciones de la negociación y suspender cualquier tipo de actividad violenta secuestros, narcotráfico, extorsiones, ataques a poblaciones indígenas y afrodescendientes por parte de estos grupos que están vulnerando directamente derechos fundamentales de la población”, definió.
Destacó que el narcotráfico sigue siendo un combustible para los grupos armados en Colombia y que su erradicación es fundamental para alcanzar una paz duradera en el país. Reveló que Colombia ha vuelto a tener niveles de producción de hoja de coca similares a los de 1998, y mencionó que el presidente Gustavo Petro suspendió la medición realizada por las Naciones Unidas sobre cultivos ilícitos en el país.
Considera además que, en este proceso de negociación, es poco probable que la disidencia de las FARC acepte dejar de depender del narcotráfico como su principal fuente de financiación.
No hay confianza
Por su parte, el politólogo y analista Néstor Julián Restrepo explicó que Colombia ha enfrentado conflictos internos y procesos de paz de manera constante. Esta situación no es nueva, una característica de lo que se conoce como «La Paz Total» es la falta de confianza por parte de los ciudadanos, quienes se sienten agotados debido a la sucesión de tantos procesos similares.
Restrepo señaló que la ausencia del Estado en los territorios es una de las causas de la aparición continua de grupos armados en el país. Coincidió con el profesor y analista Olmer Muñoz en que el narcotráfico sigue siendo un problema persistente en Colombia.
Expresó que mientras esta actividad ilícita siga existiendo, junto con el gran mercado del narcotráfico en Estados Unidos y Europa, Colombia seguirá inmersa en un conflicto armado, siendo este el origen del problema.
Restrepo hizo hincapié en la falta de confianza en el proceso de paz actual. Mencionó que la participación del guerrillero Iván Márquez en múltiples procesos anteriores incumplidos genera falta de credibilidad y legitimidad en el proceso actual, llevado a cabo en Venezuela.
Destacó que los ciudadanos desconfían de Iván Márquez debido a su historial: «Él ha dejado un estigma no solo por el proceso de paz en La Habana, sino por procesos anteriores donde no cumplió».
¿Garantías?
En cuanto a Cuba y Venezuela, países mediadores en este proceso de «Paz Total», Restrepo mencionó que históricamente han sido garantías de los procesos de paz en Colombia. Venezuela, por su cercanía geográfica, y Cuba, por su afinidad ideológica, actúan como intermediarios para los grupos guerrilleros de izquierda en América Latina.
A pesar de ser considerados gobiernos totalitarios, Restrepo argumentó que pragmáticamente Colombia siempre ha necesitado un intermediario, y en los últimos años ese papel lo han desempeñado Cuba y Venezuela. Destacó que estos países seguirán participando en las negociaciones de paz debido a su rol como traductores y facilitadores en el proceso.
Restrepo aseguró que mientras persista el narcotráfico en Colombia y el Estado no tiene control sobre los territorios, seguirán surgiendo disidencias tanto paramilitares como guerrilleras.
Expresó su escepticismo respecto a las negociaciones en Venezuela por los conflictos internos entre los grupos armados. En su opinión, sería más beneficioso negociar y obtener indultos o legalización de fondos a través del proceso de “Paz Total”.
FUENTE: Entrevista analistas políticos: el profesor de Ciencias Políticas Olmer Muñoz, y el politólogo Néstor Julián Restrepo. Agencias: AFP, AP