Este viernes, el ejército israelí realizó ataques aéreos contra la sede subterránea de Hezbolá en Beirut, provocando una explosión masiva que destruyó varios edificios en el sur de la ciudad.
El Contralmirante Daniel Hagari, portavoz del ejército israelí, dijo sobre el ataque:
“La sede central de Hezbolá fue construida intencionalmente debajo de edificios residenciales en el corazón del barrio de Dahiyeh en Beirut, como parte de la estrategia de Hezbolá de utilizar a los libaneses como escudos humanos”.
El objetivo era el líder de Hezbolá, Hassan Nasrallah. Se reportan varios muertos y más de setenta heridos. El grupo militante confirmó que está vivo.
El Pentágono declaró que Estados Unidos no participó en el bombardeo y no recibió alerta previa.
Sabrina Singh, su vocera adjunta dijo:
«Seguiremos insistiendo en que se alcance una solución diplomática. Queremos que se calmen las tensiones en la región».
El ataque se produjo poco después de que el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, se dirigiera a la Asamblea General de la ONU en Nueva York y prometiera que la campaña de Israel para degradar a Hezbolá continuará hasta que se cumplan todos sus objetivos.
“He venido hoy aquí para decir: ¡Ya basta!” .
Añadiéndo: “Israel tiene todo el derecho a eliminar esta amenaza y devolver a nuestros ciudadanos a sus hogares sanos y salvos. Y eso es exactamente lo que estamos haciendo”.
Sus comentarios empañaron aún más las esperanzas de un cese del fuego temporal entre Israel y Hezbolá.
Un alto de 21 días, respaldado internacionalmente y destinado a prevenir una espiral hacia una guerra total en Oriente Medio, ya fue rechazado el jueves por Netanyahu.
Hezbolá nunca contestó a la propuesta.