Un manto de opulencia y controversia envuelve a José Javier Aguirre Moreno, un abogado venezolano radicado en Florida, Estados Unidos, que ha levantado un imperio de seguros en tiempo récord. Su compañía, Latinpro Insurance LLC, fundada oficialmente en 2020 junto a su esposa, la también abogada Rina de los Ángeles Camargo de Aguirre, ha estado bajo la lupa de diversas acusaciones que vinculan a la empresa con posibles fraudes al sistema de salud estadounidense, conocido como Obamacare o Affordable Care Act (ACA).
La pareja, consciente quizás de la competencia en metrópolis como Miami, a donde también ha llegado, decidió establecer inicialmente su centro de operaciones en Orlando, una ciudad con una creciente población hispana; antes de dar su salto a otras ciudades.
Aunque Latinpro Insurance vio la luz durante los albores de la pandemia, en el año 2020, Aguirre Moreno ya contaba con experiencia en el sector, habiendo trabajado como agente de seguros para otras empresas desde años antes. Sin embargo, este dato contradice la versión que se ha tejido en ciertos medios de comunicación, donde se le atribuye a Latinpro Insurance su fundación en el año 2018.
Las sospechas sobre el origen de la fortuna de Aguirre Moreno se ven alimentadas por su ostentoso estilo de vida. El abogado, originario del municipio Mara en el estado Zulia, Venezuela, se pasea por las calles de Orlando en vehículos blindados, custodiado por guardaespaldas. Este despliegue de seguridad, inusual para los estándares de la ciudad, ha despertado la inquietud de la comunidad latina, que vincula a sus escoltas a supuestas conexiones con la banda criminal transnacional “El Tren de Aragua”, un rumor que se alimenta además, de la opacidad con la que se maneja el empresario.
Aguirre Moreno, lejos de pasar desapercibido, alimenta su imagen de hombre exitoso con apariciones calculadas en medios de comunicación hispanos en Florida. Entrevistas supuestamente pagadas y publirreportajes donde se le presenta como un modelo a seguir, forman parte de una elaborada estrategia para proyectar una imagen de triunfo y prosperidad, mientras se tejen serias dudas sobre la legitimidad de su imperio de seguros.
El abogado Aguirre Moreno, descrito por algunos como un individuo “fanfarrón” y amenazante, ha utilizado supuestamente tácticas intimidatorias para silenciar a quienes se atreven a cuestionar sus prácticas. Circulan versiones de que el empresario no ha dudado en recurrir a amenazas legales para forzar la eliminación de publicaciones en redes sociales y foros de internet donde se cuestiona la transparencia de su compañía. “Mantiene amenazado a todo el mundo para que guarden silencio”, declara un testimonio anónimo, ilustrando el clima de miedo que parece rodear al empresario.
La estrategia de silenciamiento, que busca acallar cualquier voz crítica, parece ir de la mano con la elaborada campaña de relaciones públicas orquestada por Latinpro Insurance. Mientras se promociona como un modelo de emprendimiento latino, en paralelo parece desarrollarse una estrategia para borrar las huellas de cuestionables prácticas empresariales.
El sistema, que se aprovecha de la facilidad para obtener licencias de vendedor de seguros en Florida, incentiva a los agentes a reclutar la mayor cantidad de personas posible, sin importar si estas cumplen con los requisitos del Obamacare.
“Se rumorea que ha comprado hasta caballos pura sangre”, susurra un miembro de la comunidad venezolana en Orlando, asombrado por la rapidez con la que el empresario ha amasado su fortuna. “Este caso es atípico por el éxito que han tenido en la tramoya y han sabido hacerlo distinto a otros”, añade la fuente, dejando entrever que la ambición de Aguirre Moreno no conoce límites.
El comportamiento de algunos de los actores de la trama, que recuerda a la de una película de gánsters, pone en evidencia la vulnerabilidad del Obamacare y la necesidad de una mayor vigilancia por parte de las autoridades.
El esquema del “éxito” asegurado
Según personas familiarizadas con el asunto, el éxito meteórico de Latinpro Insurance no se basa en la calidad de sus servicios, sino en un turbio esquema que se asemeja a una pirámide, donde se premia la captación masiva de clientes, sin importar los métodos utilizados para ello.
De acuerdo con algunas estimaciones, la compañía de Aguirre Moreno pudiera estar facturando entre dos y tres millones de dólares mensuales, una cifra exorbitante que contrasta con la realidad demográfica de Orlando, una ciudad predominantemente de clase media y donde la industria del turismo marca el ritmo económico, pero donde las cifras de potenciales afiliados bajo el Obamacare no parecen abundar en la misma medida que los números de la aseguradora sugieren.
El modus operandi de Latinpro Insurance consiste en reclutar a un ejército de vendedores, o “corredores de seguros”, atraídos por la promesa de jugosas comisiones. Estos agentes, cuya licencia se obtiene con una facilidad pasmosa en el estado de Florida, tienen como objetivo principal captar la mayor cantidad de clientes posibles, sin importar su estatus migratorio o la veracidad de la información proporcionada.
Las reuniones informales entre estos vendedores revelan la magnitud de lo que parece sugerir un deliberado fraude. Se habla de incluir en las listas a “muñecos”, un término que en el argot de los agentes de seguros de la empresa se refiere a usuarios ficticios, creados con identidades falsas o datos incompletos. El objetivo es inflar artificialmente el número de asegurados para obtener mayores subsidios del gobierno federal, aprovechando la falta de control y verificación por parte de las autoridades. El volumen de asegurados que maneja Latinpro Insurance, bajo el Obamacare, contrasta con la realidad demográfica de la ciudad.
Una persona consultada, a quien alguien de la compañía le propuso ser agente de seguros para Latinpro, pero que no aceptó la propuesta, dijo suponer que este esquema, que se perpetúa con total impunidad, pudiera estar convirtiendo a la empresa en un negocio millonario. Las listas de “potenciales asegurables” circulan libremente a la venta en internet, lo que facilitaría la expansión del supuesto fraude. Un caso ilustrativo es el de un hombre que, seducido por las promesas de ganancias fáciles, adquirió una de estas listas, solo para descubrir con estupor que la gran mayoría de los nombres eran falsos o no existían.
El silencio cómplice de quienes se benefician del negocio, alimenta una maquinaria que ha encontrado en el Obamacare una mina de oro, explotando las vulnerabilidades del sistema y lucrándose a costa del erario público.
El Obamacare, ¿un paraíso para estafadores?
La Ley de Protección al Paciente y Cuidado Asequible, mejor conocida como Obamacare, en inglés Patient Protection and Affordable Care Act (PPACA), fue concebida con la noble intención de garantizar el acceso a la salud a todos los estadounidenses. Sin embargo, la ambiciosa reforma sanitaria impulsada por el expresidente Barack Obama, parece haber abierto una puerta a la codicia y al engaño, atrayendo a individuos sin escrúpulos dispuestos a aprovechar las grietas del sistema para su propio beneficio.
A pesar de sus bondades, como la eliminación de las condiciones preexistentes y la ayuda financiera para quienes no pueden costear un seguro médico, el Obamacare ha sido objeto de críticas y debates desde su implementación. La complejidad de su estructura y la falta de mecanismos de control más rigurosos, han creado un caldo de cultivo propicio para la aparición de fraudes.
Las estafas relacionadas con el Obamacare adoptan diversas formas, desde compañías que ofrecen planes de salud con cobertura engañosa, hasta el robo de información personal para la creación de identidades falsas. La facturación fraudulenta es otro de los problemas recurrentes, con pérdidas millonarias para el erario público cada año.
Y es en este contexto de vulnerabilidad donde empresas como Latinpro Insurance han encontrado terreno fértil para operar. La inclusión de usuarios ficticios en el Obamacare, a través de la creación de perfiles falsos, se ha convertido en una práctica común para obtener subsidios de primas de forma ilícita.
La gravedad de este delito radica en que no solo defrauda al sistema de salud, sino que también erosiona la confianza en un programa vital para millones de estadounidenses.
¿Un emporio construido sobre el engaño?
Mientras las autoridades estadounidenses investigan las prácticas fraudulentas en el sector de los seguros de salud, José Javier Aguirre Moreno y Rina de los Ángeles Camargo de Aguirre, la pareja detrás de LatinPro Insurance, se esfuerzan por proyectar una imagen de éxito y filantropía.
Medios de comunicación en español de Estados Unidos se han hecho eco de la narrativa construida por la empresa, presentándola como un ejemplo de emprendimiento latino. En un publireportaje publicado en un medio hispano, LatinPro Insurance es descrita como “un legado de servicio” y “una familia de profesionales competentes” que ha logrado expandir su presencia a 20 estados con más de 500 agentes.
“No somos solo una agencia, somos familia”, declara José Aguirre Moreno en el mencionado reportaje, asegurando que la filosofía de la empresa va más allá de la mera venta de seguros. “Nuestro propósito es prestar un servicio esencial que la comunidad necesita”, afirma Aguirre, mientras se le presenta como un visionario que busca brindar seguridad financiera a la comunidad latina.
Rina Camargo de Aguirre, por su parte, se encarga de destacar el supuesto compromiso social de LatinPro Insurance, haciendo alarde de su participación en eventos benéficos y su apoyo a causas sociales. “LatinPro Insurance nace como un sueño, un sueño de unir a las personas”, declara Camargo en el publireportaje.
Sin embargo, la realidad que se esconde tras la fachada de filantropía y éxito empresarial de LatinPro Insurance parece ser mucho más turbia. Los testimonios de personas próximas a la compañía, las denuncias por prácticas fraudulentas y el ostentoso estilo de vida de sus fundadores, hacen pensar que pudiera tratarse de un castillo de naipes construido sobre el engaño.
El lucrativo negocio de la salud
La arquitectura del presunto fraude a gran escala que parece haberse instaurado entre algunos agentes de seguros tiene como pilar fundamental la creación de una base de usuarios fantasmas, pero que en el sistema del Obamacare figuran como beneficiarios de subsidios y cobertura médica.
Las autoridades han detectado diversas modalidades en las que las compañías de seguros, valiéndose de artimañas ilegales, logran burlar los controles del Obamacare para obtener beneficios económicos fraudulentos. La creación de solicitudes falsas, utilizando identidades fabricadas con información ficticia, es una de las estrategias más comunes. La Oficina de Responsabilidad del Gobierno de los Estados Unidos (GAO) ha documentado casos en los que se han llegado a crear identidades ficticias con el único propósito de solicitar subsidios de primas a través del intercambio federal.
Otra práctica fraudulenta detectada es la inscripción de personas en planes de salud del Obamacare sin su consentimiento. Se trata de una táctica que no solo viola la ley, sino que también atenta contra los derechos de los ciudadanos, quienes sin saberlo son incluidos en un sistema que desconocen con el fin de generar comisiones para la compañía aseguradora.
La sofisticación del fraude llega a tal punto que se han detectado sitios web que imitan, con un realismo sorprendente, a las plataformas legítimas del Obamacare. Estos sitios falsos, diseñados para engañar a los usuarios más incautos, buscan obtener información personal sensible, que posteriormente será utilizada para crear nuevas identidades ficticias y alimentar la maquinaria del fraude.
¿La doble vida de un “exitoso” empresario?
Mientras José Aguirre Moreno se presenta ante sus empleados y socios como un hombre de familia, dedicado a su esposa y a su empresa, una faceta oculta de su vida ha salido a la luz, revelando una incongruencia entre su discurso público y sus acciones privadas.
El portal web theadulthub.com, una plataforma dirigida a adultos que buscan pareja, encuentros casuales y relaciones extramatrimoniales, alberga un perfil que parece pertenecer al mismísimo empresario de los seguros. Bajo el nombre de usuario “jjaguirre18“, un hombre que se identifica como “swinger” heterosexual de 50 años, residente en Kissimmee, una localidad al sur de Orlando, busca compañía femenina con la frase: “Atento alegre divertido me encanta el sexo y las mujeres maduras”.
El usuario “jjaguirre18“, que en su perfil se describe a sí mismo como un hombre que busca “pareja, mujer”, muestra un especial interés en actividades como “cybersexo, encuentros discretos, amistad con beneficios, encuentros en grupo, sexo en grupo, ligues”, entre otras prácticas que denotan una inclinación por las relaciones sexuales casuales y grupales.
Aunque la fotografía que acompaña al perfil aparece rotada, al girarla se puede apreciar con claridad el rostro de Aguirre Moreno, quien luce la misma imagen que suele mostrar en sus apariciones públicas. La foto parece haber sido tomada en una sala, por el propio Aguirre, utilizando una webcam. La evidencia fotográfica, sumada a la coincidencia de datos personales, como la edad, la ciudad de residencia y la orientación sexual, hacen suponer que se trata del mismo individuo.
La revelación de este perfil plantea dudas sobre los gustos de José Javier Aguirre Moreno y su relación con su esposa. ¿Es ese un secreto a voces dentro de la pareja? ¿O acaso la esposa del empresario desconoce las andanzas digitales de su marido?
Sea cual sea la respuesta, la aparente doble moral de Aguirre proyecta otra sombra de sospechas sobre sus actividades, incluyendo el manejo de su compañía.
El silencio cómplice y la necesidad de justicia
La trama que parece rodear a José Javier Aguirre Moreno y su empresa, pone de manifiesto no solo la ambición desmedida de individuos aparentemente dispuestos a todo por enriquecerse, sino también la fragilidad de un sistema que permite que este tipo de prácticas ocurran con impunidad.
La pregunta que resuena con fuerza en este caso es: ¿cómo es posible que un esquema de tal magnitud haya pasado desapercibido durante tanto tiempo? La respuesta, quizás incómoda, es que la corrupción no opera en solitario.
El silencio cómplice de quienes se benefician del sistema, ya sea por acción u omisión, se convierte en un engranaje más de la maquinaria corrupta. Los vendedores que inflan las listas de asegurados, los medios de comunicación que publican reportajes pagados sin realizar una investigación previa, e incluso aquellos que conociendo la verdad prefieren mirar hacia otro lado, se convierten en cómplices.
Es necesario que las autoridades federales, como la Comisión Federal de Comercio (FTC), el Departamento de Salud y Servicios Humanos (HHS), la Oficina del Inspector General del HHS, el Equipo de Acción y Prevención del Fraude en la Atención Médica (HEAT), el FBI y el Departamento de Justicia, actúen con celeridad y determinación para esclarecer este caso y sentar un precedente que desaliente futuras prácticas fraudulentas en el sector de la salud.
El futuro del Obamacare, un programa vital para millones de estadounidenses, podría depender de la respuesta que se dé a este caso. La impunidad no puede ser una opción.
FUENTE: EL PUBLIQUE