Kate Jackson | Foto: United Archives
Fue una de las protagonistas y aportó dos ideas claves para el gran éxito de los 70, No le permitieron actuar en la película Kramer vs. Kramer y en el pico de su fama, sintió que “Tenía todo en el mundo y simplemente no era feliz” y se fue alejando de la escena
Los spin-off son esas series que surgen de una ficción conocida y que toman personajes de la original para crear una historia nueva. Si de chicos vimos la serie Los ángeles de Charlie y de grandes seguimos las peripecias de sus protagonistas sabemos que tanto Farrah Fawcett, Jaclyn Smith como Kate Jackson merecerían un spin off aunque no de sus personajes sino de sus vidas. En Teleshow ya narramos los amores y desamores, las aventuras y desventuras de Fawcett y Smith, hoy le toca a Kate Jackson, la actriz que en ese trío no sobresalía tanto por belleza pero sí por inteligencia.
Por Infobae
Después de pasar una tranquila infancia y adolescencia como hija única en Birmingham, una ciudad de Alabama, Kate comenzó a estudiar Historia en la Universidad de Mississipi. Pero lo suyo no eran los dramas del pasado sino el drama escénico. Armó las valijas y se mudó a Nueva York para estudiar en la Academia de Artes Dramáticas. Como estudiante participó en algunas obras de teatro de verano, al graduarse su primer empleo no lo encontró en Broadway sino en los estudios de la NBC. La contrataron no para un papel secundario en una serie tampoco de extra sino como guía turística de los visitantes.
La primera oportunidad como actriz surgió en la serie de vampiros Dark Shadows. Debía interpretar a un fantasma. Durante cinco semanas no emitió palabra hasta que le asignaron unas líneas. Su papel fue creciendo y llegó un rol protagónico en Night of Dark Shadows, la película del programa que no ahuyentó vampiros ni atrajo espectadores.
Farrah Fawcett, Kate Jackson y Jaclyn Smith, Los ángeles de Charlie
Mientras Kate avanzaba con paso firme y seguro, Aaron Spelling se consolidaba como uno de los productores más poderosos de la industria -llegaría a ser el más poderoso-. En la televisión las series con protagonistas masculinos, como Starsky y Hutch y Las calles de San Francisco, arrasaban con las audiencias pero La mujer maravilla y Mujer policía revelaban que había lugar para heroínas. Spelling pensó que si una mujer era un éxito, tres serían un exitazo.
Junto a su socio, Leonard Goldberg idearon la historia de Allison, Lee y Catherine, tres damas expertas en artes marciales que resolvían crímenes enfundadas en ropa de cuero. El programa se llamaría Alley cats, un juego de palabras que combinaba nombre y vestuario. Spelling estaba tan convencido de su propuesta que le aseguró a su mujer que ya podía ir pensando en comprar una mansión. Aunque los directivos de la cadena ABC le aseguraron que Alley cats era “la peor propuesta que escuchamos” aceptaron el programa. Spelling sabía que Kate sería ideal como heroína y la convocó. La actriz demostró su valía no solo delante de las cámaras también en la producción creativa.
Aceptado el protagónico, Kate se sumó a las reuniones de Alley Cats. Los productores buscaban un nuevo nombre ya que el de gatos no convencía. “Len y yo hicimos una lluvia de ideas en mi despacho y Kate se unió. Vio una pintura en la pared con tres ángeles –probablemente de Frank Sinatra que había sido el anterior inquilino– y dijo: ‘Tal vez podrías llamarnos Ángeles’”, escribió Spelling en sus memorias. Aprobado el “ángeles” pensaron que podrían ser “los de Harry” pero como se emitía el programa Harry O lo cambiaron por Los ángeles de Charlie.
Quedaba buscar los personajes y Kate volvió a demostrar que era mucho más que una bonita actriz. Miró el teléfono del despacho y sugirió que su misterioso jefe se comunicara solo por ahí lo que ahorraba contratar un actor. Dos ideas, dos golazos.
Los Ángeles de Charlie (Getty Images)
La idea inicial no sobresalía por original, un terceto integrado por una rubia, una morocha y una pelirroja con roles bien estereotipados: la sagaz, la atlética y la glamorosa, todas muy muy sensuales. A Kate le ofrecieron ser la elegante Jill Munroe, pero ella eligió a Sabrina Duncan, la inteligente. Las presentaciones con sus compañeras no fueron necesarias, aunque no eran amigas ya se conocían.
El primer encuentro con Smith ocurrió en la espera de audición para un comercial de cosméticos donde compartieron la añoranza que sentían por estar lejos de sus hogares. A Farrah la vio conoció en una fiesta de Hollywood y, deslumbrada por su belleza, no la olvidó más. “Casi me cegó, era la chica más hermosa, magnífica y gloriosa de la fiesta, simplemente me congelé y me quedé mirando, y pensé para mí misma: ‘Oh, Dios, mejor me voy a mi casa a ser maestra’”. No volvió a su casa, Farrah se unió al equipo y el proyecto arrancó.
Al firmar los contratos a Kate le pagaban 10 mil dólares por capítulo y a sus compañeras, la mitad. La brecha salarial obviamente no era por género sino porque ya era conocida y con formación teatral. Además no le habían pagado ni un centavo y ni siquiera figuraba en los créditos por sus buenas ideas del inicio.
El 26 de septiembre de 1976 se emitió el primer capítulo. Antes de la pausa final los teléfonos estallaron con llamados desesperados de la audiencia pidiendo repetir la emisión. Por primera vez se mostraba a mujeres compinches y amigas. El liderazgo de Jackson no era impuesto sino innato y sus compañeras la seguían que no es lo mismo que la obedecían.
Agobiadas por jornadas de grabación que comenzaban a las cinco de la mañana y terminaban a las siete de la tarde, los siete días de la semana, Kate exigía menos horas de trabajo y sus compañeras se unían al reclamo. Cuando les avisaron que ocuparían la portada en la revista Time pero las fotos se tomarían en su hora de almuerzo, Kate lo vio como una forma más de invasión de su tiempo personal y propuso negarse a participar. Idearon un plan. Encerradas en su camarín trabaron la puerta. Atrincheradas almorzaron durante 45 minutos y salieron 15 minutos antes de terminar su descanso. Hasta el día de hoy Smith, asegura que es su recuerdo favorito de la serie.
Como las críticas afirmaban que Los ángeles solo era un producto “vende pechos”, Kate exigió lucir solo pantalones y jamás tacos, faldas cortas y bikini. Es cierto que las actrices cumplían con el estereotipo de belleza y el guion indicaba que debían obedecer las órdenes que les daba un hombre, sin embargo varios capítulos fueron reescrito cuando Kate o sus compañeras consideraban que sus roles quedaban desdibujados y solo se priorizaba “el envase”. Incentivadas por Kate, las tres adquirieron el hábito de improvisar frente a la cámara y tratar de hacer reír a la otra o sorprenderla con algo inesperado.
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