El murmullo del agua cayendo y brotando entre la montaña de la que nace la cascada La Chorrera, ubicada en el municipio de Choachí, en la cordillera oriental de los Andes colombianos, ofrece la posibilidad de vivir una experiencia sensorial única.
Declarada como la cascada más alta de Colombia, con 590 metros de altura, la caída de agua impacta a los visitantes que, en medio del follaje, aprecian cómo la catarata rebota seis veces entre las imponentes rocas antes de precipitarse al suelo en un entorno mágico.
De camino al Parque Aventura La Chorrera, como se conoce el lugar, se empieza a ver desde la distancia la niebla de la inmensa montaña, el canto de algunas aves y la música de Compay Segundo de un chef cubano que, en su pequeño restaurante en la entrada del camino de herradura, da la bienvenida a los senderistas.
“No hay turista, ya sea colombiano o extranjero, que no me pregunte qué hace un cubano acá, en este sitio, en medio de estas montañas. Pero lo cierto es que llevo aquí ocho años con el restaurante, preparando platos típicos de comida cubana”, cuenta a la Voz de América el cubano Nolbert Chacón, quien invita a disfrutar de la naturaleza del lugar.
Al avanzar hacia la cascada, la vista de la montaña se volvía cada vez más espectacular. El equipo de la VOA no sabía qué lugar enfocar o elegir para apreciar en medio de la selva verde, mientras nuestra guía, Blanca Díaz, nos decía que “solo había que entregarse al lugar”.
“Nosotros empezamos a recuperar el lugar y construimos los senderos para llegar a La Chorrera”, señala a la Voz de América Blanca Díaz, guía local que, junto a los campesinos, creó una asociación comunitaria hace 18 años, dando vida al Parque La Chorrera.
De a poco, y a medida que avanzábamos, comenzamos a escuchar el sonido de los pequeños cuerpos de agua y cascadas menores que nacían en medio de la montaña, que dejaba ver su infinidad de matices: cientos de litros de agua abriéndose paso entre los árboles de un verde intenso que impedían divisar las aves que cantaban a su paso.
A mitad de camino, las vistas se volvían cada vez más espectaculares. Desde el punto conocido como la Cueva de los Monos, un conjunto de rocas sedimentarias, La Chorrera se dejaba ver en todo su esplendor, y en el horizonte, los excursionistas que ya habían alcanzado el objetivo de su recorrido disfrutaban de las aguas precipitadas.
“No pensaba venir aquí porque no lo había planeado, pero cuando me dijeron que era la cascada más alta de Colombia, me dije: ‘tengo que venir’. Así que es muy bonito y, para mí, que soy española, la altura y la montaña me fatigan, pero lo estoy disfrutando mucho”, dice María José Gracia.
Según la leyenda local, dentro de este inmenso bosque de niebla “lloran los espíritus” de un grupo de forajidos de la época colonial que hurtaron el sagrado cáliz de la iglesia de Choachí y lo escondieron en la cascada.
Aseguran que aún hoy se escuchan los espíritus de los “ladrones llorando” al borde de la cascada, indica nuestra guía, mientras al fondo uno de los grupos que recorrían el lugar imitaba el cántico que retumbaba por todo el bosque.
Tras dos horas y media de camino el rugir de la cascada comenzaba a retumbar por todo el lugar, hasta que llegamos al corazón de La Chorrera, que formaba una bruma al chocar contra las piedras.
“Es la segunda vez que vengo. Es un lugar muy cautivador por su diversidad de paisajes; es un plan muy bonito porque se respira siempre una energía mágica y curativa”, concluye Jaime Fernández, uno de los senderistas que nos acompañó en el recorrido.
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