Esa pieza periodista tiene como base una investigación que realizó la BBC con ciudadanos chinos que han denunciado que, debido a sus protestas u opiniones adversas al régimen comunista, han sido enviados forzadamente a hospitales psiquiátricos y obligados a tomar medicamentos psicotrópicos o han sido sometidos a descargas eléctricas en el cerebro (electroshocks).
En la investigación destacan varios casos: El de Zhang Junjie, de 17 años, un estudiante que protestó contra el gobierno en las afueras de la universidad. Pocos días después la policía lo llevó a un hospital donde lo amarraron a la cama y lo obligaron a tomar drogas antipsicóticas. Posteriormente le aplicaron electroshocks.
Junjie le relató a la BBC que la droga que le obligaron a tomar era Aripiprazole, usada para tratar la esquizofrenia y los desórdenes bipolares.
Otro caso en la investigación es el activista Jie Lijian que fue arrestado por participar en una protesta donde los trabajadores de una fábrica demandaban mejor salario. Lo interrogaron durante tres días y lo llevaron a un hospital psiquiátrico. Lijian dijo que lo obligaron a tomar medicamentos antipsicóticos y cuando rechazó tomarlos porque le atrofiaban el pensamiento, lo golpearon y le aplicaron electroshocks.
Lijien describió los electroshocks como causantes de un dolor atroz desde la cabeza hasta los pies. Sentía que su cuerpo no era el suyo. Relató que se desmayaba varias veces y sentía como que iba a morir. Lo mantuvieron en ese hospital 52 días.
La Asociación de Doctores en Medicina de China dice que el protocolo (procedimiento) para aplicar electroshocks a pacientes psiquiátricos se debe realizar bajo anestesia general. Los investigadores de la BBC encontraron que ese protocolo no se aplica a los opositores políticos. El registro hospitalario de esos pacientes políticos los identifica como “creadores de problemas”.
Los periodistas de la BBC se comunicaron con un grupo de periodistas independientes en China dedicados a documentar casos de abusos psiquiátricos contra disidentes y el grupo les reveló que, entre 2013 y 2017, ellos encontraron 200 casos de personas internadas a la fuerza en esos hospitales y sometidos a abusos psiquiátricos. El líder del grupo fue arrestado y condenado a prisión en 2017.
La importancia de esta investigación y reportaje periodístico es que trae a la luz pública, documentadamente, una faceta más de la malvada represión que realizan los regímenes comunistas contra quienes se les oponen, aunque sea de forma pacífica.
Este tipo de crimen, en realidad una tortura que deja secuelas permanentes ha sido usado en todos los países donde han existido regímenes comunistas. En la extinta Unión Soviética lo denunció el destacado escritor y disidente Vladimir Bukovski que pasó doce años en las cárceles, Gulaq y hospitales psiquiátricos de su país. También lo han documentado numerosas instituciones profesionales y víctimas de esos abusos.
En Cuba, el régimen comunista ha usado los abusos psiquiátricos contra opositores políticos desde la década de 1960. El Dr. Carmelo Mesa Lago publicó, en 1991, una investigación sobre esos abusos: “The Politics of Psychiatry in Revolutionary Cuba” donde documentó por nombre decenas de casos. El Directorio Democrático Cubano también publicó un estudio sobre esos abusos en el 2008.
Uno de los casos más horribles de abuso psiquiátrico por causas políticas en Cuba es el de Eugenio de Sosa Chabau, un abogado, exdirector de un importante periódico cubano y amigo personal de John F. Kennedy desde que fueron compañeros de habitación en una universidad de Estados Unidos en su adolescencia. Eugenio fue internado en 1967 en la sala Carbó Serbiá del hospital psiquiátrico de La Habana, conocido como “Mazorra”, y sometido a innumerables electroshocks. Unas veces se los aplicaban en la cabeza y otras en los testículos. Su testimonio sobre esos abusos es desgarrante por la descripción de los horribles dolores que sufrió. Perdía el conocimiento constantemente y a continuación le lanzaban cubos de agua para que se despertara y entonces continuar con los electroshocks. Eugenio pasó 5 meses bajo esos abusos.
Otro caso indignante es el de Roberto Bahamonte Basot, un ingeniero que presentó su candidatura a la Asamblea del Poder Popular en Cuba (los disidentes políticos no pueden aspirar a ninguna posición en Cuba). Bahamonte pasó 40 días en Mazorra sometido a electroshocks y drogas psicotrópicas.
Leandro Hidalgo Pupo es un joven que estaba como fanático en el coliseo de la Ciudad Deportiva de La Habana donde se celebraba un campeonato mundial de boxeo amateur y tuvo la osadía de gritar ¡Abajo el comunismo! A Leandro lo llevaron a Mazorra y fue sometido también a esos monstruosos abusos.
El 1ro de mayo de 2018, Daniel Llorente, un taxista, se mezcló con un desfile del Día de los Trabajadores y levantando una bandera de Estados Unidos gritó: “Libertad para Todos”. La policía lo arrestó y golpeó violentamente. Llorente no era ningún disidente. Simplemente consideraba que Estados Unidos es el mayor defensor de los derechos humanos y por eso alzó esa bandera. Fue internado en Mazorra durante casi un año y abusado psiquiátricamente.
El abuso de poder en los regímenes comunistas es de tal magnitud que identifica a los que se le oponen como pacientes de “enajenación mental”.
Esta conducta criminal de los regímenes comunistas es necesario que la conozcan los pueblos inocentes que votan por comunistas en países democráticos para llevarlos al poder. Un criterio sorprendentemente generalizado entre las masas populares es “no me interesa la política”. Sin embargo, la política es la que rige la forma y calidad de vida que tendrán los ciudadanos en sus países.
Uno de los sistemas políticos que más tragedia le ha ocasionado al ser humano en la era moderna es el sistema comunista (en realidad, socialista o “socialismo real” como prefieren identificarlo los comunistas para no ser confundidos con los socialdemócratas que también se autocalifican de socialistas).
El sistema comunista se instauró por primera vez en Rusia en 1917 y su “política” resultó en la muerte de más de 21 millones de personas. Los campesinos y empresarios rusos que se opusieron a las confiscaciones de sus propiedades fueron ejecutados como lo fueron también los ciudadanos que rechazaron la eliminación de sus derechos y libertades fundamentales.
La historia de la Rusia comunista se repitió después en numerosos países con pérdidas de vidas proporcionales a su número de habitantes: China, 82 millones; Corea del Norte, 4.6 millones; Vietnam, 3.8 millones; Cambodia, 2.4 millones; Afganistán, 1.5 millones; Yugoslavia, 1.1 millones; y así sucesivamente hasta un total que el Libro Negro del Comunismo totaliza hasta el 2017 en unos 100 millones de víctimas. https://www.outono.net/elentir/2017/12/17/los-mas-de-100-millones-de-muertos-que-causo-el-comunismo-divididos-por-paises/
La maldad intrínseca en la política del sistema comunista prioriza la eliminación física de quienes se les oponen confrontacionalmente. Pero al resto de los opositores les reservan otros métodos como: la expulsión de sus empleos o de sus escuelas, la marginalización social con acoso policial permanente, el encarcelamiento o el exilio forzoso.
La expulsión del empleo y la marginalización social condenan a esos opositores de conciencia a tener que vivir una vida de pobreza (más severa que la usual bajo ese sistema), pero los que son encarcelados tienen que vivir los horrores de las prisiones comunistas: golpizas frecuentes, insalubridad e insectos de todo tipo, hambre permanente, poca o ninguna atención médica y largos períodos aislamiento.
Pero un instrumento de destrucción contra los opositores de conciencia, que no es muy conocido, es el internamiento en hospitales psiquiátricos donde son sometidos a procedimientos que usan contra los desequilibrados mentales, pero que, aplicados a personas sanas, ocasionan trastornos que muchas veces son irreparables.
Luis Zúñiga
Analista político
Exdiplomático