La OTAN comenzará el próximo lunes su ejercicio nuclear anual “Steadfast Noon”, unas maniobras que durarán dos semanas y en las que participarán más de 60 aeronaves y 2.000 militares, pero que no utilizarán armas reales.
Se trata de un ejercicio rutinario de entrenamiento que tiene lugar cada octubre y este año consistirá sobre todo en vuelos sobre varios países de Europa occidental, según indicó la Alianza en un comunicado.
“En un mundo incierto, es vital que pongamos a prueba nuestra defensa y la fortalezcamos a fin de que nuestros adversarios sepan que la OTAN está preparada y es capaz de responder a cualquier amenaza”, declaró el político neerlandés.
La actividad estará encabezada por Bélgica y los Países Bajos, y coordinará a ocho bases militares, con unas 2.000 personas y 60 aeronaves de 13 países distintos. Los aviones de combate y bombarderos operarán en el mar del Norte -a unos 900 kilómetros de Rusia- y en el Reino Unido, aunque sin munición y ojivas nucleares reales. El Kremlin ya ha sido notificado de los movimientos
En 2023, Italia y Croacia fueron los encargados de liderar los ejercicios, en esta misma época del año, que movilizaron recursos de 13 países, entre ellos, bombarderos estadounidenses B-52.
Angus Lapsley, subsecretario general de Política y Planificación de Defensa de la OTAN, explicó que el objetivo de la operación es demostrar a “cualquier adversario” de Occidente la capacidad de la Alianza para contrarrestar a sus amenazas, algo que “deberían tomar extremadamente en serio”. En ese sentido, Lapsley se refirió al surgimiento, en los últimos años, de Corea del Norte como una potencia nuclear, así como de China e Irán, aunque destacó que “obviamente, el que más nos preocupa es Rusia”.
A finales de septiembre, Putin informó de cambios en la doctrina nuclear de su país como parte de los “ajustes” que el Kremlin está realizando, en base a las tensiones que se desarrollan en sus fronteras y en el mundo en general, donde es ampliamente condenado por la guerra que inició en Ucrania.
El portavoz presidencial, Dmitri Peskov, dijo semanas atrás que las revisiones que se están llevando a cabo son una “señal de advertencia sobre las consecuencias en caso de que (los aliados occidentales) participen en un ataque contra nuestro país con diversos medios, no necesariamente nucleares”. “La disuasión nuclear de Rusia se está ajustando debido a los elementos de tensión que se están desarrollando a lo largo del perímetro de nuestras fronteras”, agregó.
Parte de los cambios que se considerarán implican que cualquier potencia nuclear que apoye un ataque de otro país no nuclear -como lo es Ucrania- contra Rusia sería considerado participante en una agresión, por lo que, se “establecen claramente las condiciones para que Rusia haga la transición hacia el uso de armas nucleares”.
Con este anuncio, el Kremlin buscó nuevamente disuadir a la comunidad internacional de apoyar a las tropas de Volodimir Zelensky y, especialmente, a Estados Unidos y el Reino Unido, a quienes el Presidente pidió autorización para utilizar sus misiles de largo alcance contra objetivos dentro de Rusia. En los últimos meses, Kiev consiguió que los aliados relajaran algunas de sus restricciones sobre el uso de los proyectiles ATACMS y Storm Shadow, gracias a lo que los soldados comenzaron a utilizarlos en ofensivas contra elementos enemigos en territorios propios ocupados.
Sin embargo, las nuevas condiciones no incluyen objetivos dentro de la Federación de Rusia, ya que los aliados temen una escalada significativa del conflicto. “No hay cambios en nuestra visión sobre la provisión de capacidades de ataque de largo alcance para que Ucrania las use dentro de Rusia (y) no esperaría ningún anuncio importante al respecto”, dijo recientemente el portavoz de la Casa Blanca, John Kirby, al ser consultado al respecto.