Johana Gómez nació en Guatemala, pero desde hace 27 años mantiene la tradición de cantar las tradicionales «Mañanitas» a la Virgen de Guadalupe al amanecer de cada 12 de diciembre, fecha en que los católicos celebran el día de la venerada virgen, convertida en un símbolo de la cultura mexicana y aclamada como Patrona de Latinoamérica.
Gómez, que reside junto a su esposo y dos hijos en la ciudad de Manassas, Virginia, cuenta que en su país natal se quiere mucho a la también bautizada Virgen del Tepeyac, por el nombre del cerro de México donde, según cuenta la leyenda, apareció la imagen por primera vez. Sin embargo, fue tras casarse con un mexicano que la guatemalteca aprendió “a querer más a la Virgen”.
“A partir de ese momento la tradición se hizo más fuerte en mi familia y ella (la Virgen de Guadalupe) se fue metiendo más en el fondo de mi corazón”, contó a la Voz de América.
Pero más allá de seguir con una tradición, Gómez confiesa que lo hace porque cumple con una promesa que hizo hace 27 años.
“Le pedí a la Virgen un hijo varón. Prendía una candela todas las noches y me dio un varoncito. A las dos semanas que mi niño nació, se me iba a morir tiernito en mis brazos. Y yo le dije a la Virgen: ‘si yo te lo pedí y me lo diste, ¿por qué me lo quitas?’. Hoy en día mi hijo tiene 27 años y también viene a la misa de la Virgen de Guadalupe todos los años. Desde ese momento hice la promesa y aquí estoy”, recordó emocionada.
Alexa Suazo es hondureña y vino a celebrar su cumpleaños junto a la también llamada Virgen Morena acompañada de su madre y su hijo Mateo, a quien vistió con un traje típico mexicano.
“Desde que nacimos hemos crecido con la fe católica a la Virgen de Guadalupe y por eso se lo inculcamos a nuestro hijos. Además, el papá de mi hijo es de Oaxaca, México y su traje se lo mandó su abuelita para que lo use en esta fecha especial”, explicó.
Ella, al igual que decenas de devotos a la Virgen de Guadalupe, llegó a la iglesia de Todos los Santos en Manassas, Virginia, para agradecer por favores concedidos, pero también para pedir a la representación de la Virgen María que cumpla sus peticiones.
“Pedimos salud y que me dé la fuerza y la capacidad para ser una buena madre y ejemplo para mi hijo y que crezca dentro de lo que es la fe”, dijo Suazo a la VOA.
Como cada mañana desde hace 19 años, la mexicana Aurora, originaria de Puebla, asiste junto a sus hijos a cantarle las «Mañanitas» a la Virgen. Ella asegura estar agradecida por lo que le ha dado este país que los acoge. “Pido salud y paz para el mundo entero, para los mexicanos y para todos los inmigrantes que estamos en este país, que siempre nos bendiga”, señaló.
Bailes y tradiciones en honor a la Virgen
La celebración no solo incluyó las «Mañanitas», una emblemática canción mexicana usada en homenajes y cumpleaños, sino también una misa y un «fin de fiesta» al estilo mexicano, donde no faltó una danza que forma parte de una ancestral tradición precolombina que todavía se atesora en las comunidades indígenas mexicanas y representa una historia de caza de un jaguar.
Esta es una muestra del sincretismo que combina costumbres y religiones autóctonas, con las traídas por los europeos a las Américas.
“Mantenemos esta tradición desde hace 30 años. Se inició en Los Angeles y por devoción nos volcamos aquí cada 12 de diciembre para agradecerle con nuestra danza a la Virgen porque siempre nos acompaña y siempre está con nosotros. Esta danza es para ella”, asegura, José Luis Reyes, fundador del grupo folclórico Los Tecuanes.
Para calentar la fría mañana de invierno en Manassas, tampoco faltó el café y el chocolate caliente acompañado de los tradicionales tamales y pan dulce mexicanos.
Patrona de América Latina
Este año, México y el mundo conmemoran el 493 aniversario de la aparición de la Santa María de Guadalupe, reconocida como la Patrona de América Latina.
Según la tradición, un 12 de diciembre de 1531 la Virgen Morena se le apareció por cuarta vez al indígena Juan Diego en el cerro del Tepeyac, en Ciudad de México, a quien pidió repetidamente que intercediera ante el obispo Fray Juan de Zumárraga para que construyera un templo en la colina.
Juan Diego estaba muy preocupado por la salud de su tío y no atendió al pedido de la Virgen. Fue hasta la cuarta visión que la Virgen del Tepeyac hizo el milagro de curar al familiar. Admirado, Juan Diego se encargó de que se cumpliera el pedido de la Virgen.
Las tradiciones populares cuentan que el obispo le pidió a Juan Diego una prueba, y éste se lo transmitió a la Virgen, quien pidió a Juan Diego que recogiera unas rosas del cerro y las llevara como prueba al obispo porque en ese momento estas no florecían en ese terreno y menos en esa época del año.
Juan Diego encontró unas rosas de singular belleza, las cortó y se las llevó al obispo sobre su ayate, una prenda típica tipo poncho. Al momento que abrió el manto para entregarle las rosas al Obispo, la imagen de la Virgen de Guadalupe se reveló en la prenda que hasta ahora se conserva en la Basílica de la Virgen de Guadalupe.
Su culto se extendió por toda América Latina, lo que llevó al papa Juan Pablo II a nombrarla “la Patrona de América” durante su visita a México en 1999. También se le conoce como “Emperatriz de las Américas” y “La misionera celeste del Nuevo Mundo”.
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