“Las transiciones de la democracia” es una obra que recoge el testimonio de cuatro expresidentes, ocho intelectuales de talla mundial y más de seis defensores de derechos humanos. El libro editado por Julio Borges, Paola Bautista de Alemán y Juan Miguel Matheus incluye análisis y experiencias de líderes que participaron en transiciones democráticas. Es así como resaltan las opiniones del expresidente de España, Felipe González, el expresidente de Brasil, Fernando Henrique Cardoso, el expresidente de Costa Rica, Oscar Arias, así como al expresidente de Uruguay, Julio María Sanguinetti. Otros destacados expertos ofrecen sus puntos de vista sobre transiciones y derechos humanos, entre los que destacan Sergio Bittar, Abraham Lowental, Oscar Izurieta Ferrer, José Miguel Vivanco, Javier Urbina Paredes, Andrés Molano Rojas, Enrique Krauze, Juan Méndez, Claudio Grossman y Ramiro Orias.
El libro analiza además cómo el surgimiento de proyectos populistas en el mundo, combinado con un alto rechazo de las sociedades a los partidos convencionales y a la vieja forma de hacer política, se conjugan para poner en jaque los principios de la democracia.
A continuación, el dirigente político y coautor de la obra, Julio Borges, explica a profundidad los enigmas y las implicaciones de la obra.
¿Cuál es el aporte central del libro “Las transiciones de la democracia”?
Justamente hace dos semanas hicimos el lanzamiento del libro en Washington, con tres eventos importantes. Uno en la sede de la The National Endowment for Democracy (NED), otro en el The Inter-American Dialogue y por último estuvimos en la Universidad de Georgetown. Decíamos en ese lanzamiento que este es un libro que surge en medio de un mundo sumamente complejo, donde la democracia se encuentra prácticamente en terapia intensiva y donde ya no es el único camino, como si lo fue a finales del siglo pasado. La democracia enfrenta problemas de representatividad, dado que los pueblos sienten que el sistema no está dando las respuestas que necesitan, pero también enfrenta una amenaza a su existencia por el un auge inédito del populismo y autoritarismo. Los modelos como los de Venezuela y Nicaragua suelen ser más tolerables en esta época que en el siglo pasado y eso contribuye sin duda alguna a que se siga fortaleciendo más y más los proyectos autoritarios.
Este es un libro que es contado por sus protagonistas, voces de altísimo renombre como los expresidentes Felipe González, Óscar Arias, Julio María Sanguinetti y Fernando Henrique Cardoso relatan sus experiencias luchando por la democracia en cada uno de sus países. Pero también tenemos a historiadores como Enrique Krauze o Roberto Ampuero quienes abordan el fenómeno de populismo en la región y de allí nos mudamos a un conjunto de temas como transiciones y derechos humanos, donde hay personas como José Miguel Vivanco, Juan Méndez, Carlos Ayala y Claudio Grossman, juristas con dilatada trayectoria que conocen a fondo las implicaciones de la justicia transicional.
¿Qué lecciones encontraron en sus conversatorios con los expresidentes?
Creo que hay varias lecciones para los venezolanos, pero también para todos los que están luchando por la democracia a nivel mundial. Lo primero es que cada transición es distinta, porque las realidades históricas y las particularidades de cada contexto así lo son. Sin embargo, hay múltiples elementos que se repiten en cada caso, por ejemplo, el tema de la unidad nacional como un valor superior frente al poder autoritario, el tema de las garantías democráticas, la lucha por los derechos humanos y la búsqueda de la verdad, la importancia de la organización de base, el apoyo internacional y algo trascendental que son las Fuerzas Armadas, quienes terminan siendo el factor determinante dentro de una transición.
También hay un tema que pudimos determinar a lo largo de estas conversaciones y es que existe una diferencia significativa entre las transiciones del siglo XX y las transiciones del siglo XXI. Los autoritarismos del siglo pasado eran en su mayoría proyectos de corte militar, mientras que los autoritarismos de esta época no solo incorporan esa visión militarista del Estado, sino que tienen una dinámica gansteril o de Estado fallido operando en el centro de su estructura de funcionamiento, lo cual complejiza aún más los procesos de cambio político en el mundo.
Hoy en día hay personas que sienten que es imposible una transición democrática en Venezuela y que Maduro se quedará en el poder a la fuerza. ¿Qué le dice usted a esas personas?
Yo creo que las dictaduras se equivocan y si algo nos enseñaron estos encuentros sobre las transiciones es que a veces las dictaduras se caen cuando uno menos lo espera. En otras palabras, nunca sabemos a ciencia cierta cuando una dictadura se puede caer, a veces sencillamente el nivel de fractura y caos es tan grande, que se genera una transición inesperada. Y las dictaduras no son infalibles, se equivocan. En este caso, yo creo que Maduro vive su peor momento, porque por primera vez el régimen no es que no tiene apoyo popular, es que tiene todo el país en contra. Maduro concentra 80% de rechazo y esos son números irreversibles, él sabe que cualquier proceso electoral que convoque lo pierde. Además, en el régimen hay una fractura entre distintos grupos que buscan disputarle el liderazgo a Maduro en el poder. Igualmente, en la región los gobiernos de Brasil, Colombia, Chile y Argentina reconocen que la resolución de la crisis venezolana es urgente y necesaria para aliviar la situación de sus propios países. De manera que a nosotros lo que nos toca es luchar para que esas elecciones del próximo año sean lo más competitiva posible y logremos la salida del régimen por medio del voto del pueblo venezolano.
Usted tiene un capítulo en el libro, ¿de que trata específicamente su tema?
Del centro político. Yo creo que hay un tema neurálgico para revivir la democracia y es volver al centro político. La crisis actual de la democracia tiene mucho que ver con cómo se ha dinamitado el centro, los países constantemente están deambulando entre dos proyectos extremos, entre dos narrativas completamente opuestas y ese espacio de convivencia que era la democracia, donde visiones contrarias se encontraban para enmarcar un proyecto común, se ha desdibujado completamente. En el centro democrático se puede remar juntos, más allá de las ideologías y posiciones. El centro es el lugar del consenso, donde se puede soñar juntos y es eso lo que debemos recuperar, porque en la medida en que ese centro no exista, la democracia se va a continuar contagiando de los males que ya enmarcarnos: populismo, radicalismo, autoritarismo y polarización.
¿Y cuál es el papel de los partidos políticos en esta crisis de la democracia?
Es una pregunta interesante, que únicamente no la limitaría al rol de los partidos, sino al rol de todas las élites, de la sociedad en general. Lo cierto es que los partidos cada día están más débiles, se ha perdido un sistema de creencias comunes. Antes los cimientos sociales estaban pegados por un conjunto de creencias, pero eso ha cambiado y hoy lo que se percibe es más individualismo, las personas se refugian en su propia creencia. La función de los partidos en cuanto a integrar y convocar a la sociedad perdió total sentido, hay una desconexión total entre los partidos y las personas, un divorcio entre la sociedad civil y los partidos, mejor dicho, que le hace daño a la democracia y que niega la visión de ambas entidades en la construcción de una democracia, porque al final los partidos son una expresión de la pluralidad de una sociedad. Los partidos cada vez más se organizan en torno a una persona, a un liderazgo en particular y no a una colectividad, no a un conjunto de ideas. Eso sin lugar a duda condiciona el papel de los partidos en una democracia estable.
En el caso de Venezuela, ¿cómo ayuda este libro a la lucha democrática y a la construcción de consensos necesarios para buscar una salida de Maduro en el 2024?
El caso de Venezuela es ampliamente analizado en cada capítulo del libro, porque los análisis están construidos a la luz de la experiencia que hemos transitado en nuestro país, donde la democracia se fue apagando poco a poco, hasta dar paso a lo que tenemos hoy que es un Estado fallido, con una fuerte incidencia en términos de desestabilización de la región. Aunque cada transición es única e irrepetible, si hay algo que vemos que es fundamental en todas las transiciones y es el espíritu de lucha, la convicción democrática de los pueblos, que fue algo que vimos el pasado 22 de octubre con las primarias multitudinarias que dejaron a Maduro y su grupo sorprendidos. En la medida en que las dictaduras se hacen mas longevas, en esa misma medida buscan apagar la fuerza de lucha de la gente, apelando a sentimientos como resignación, apaciguamiento y desesperanza. Es por eso que el mensaje que mandó el país en las primarias es sumamente poderoso, porque no solo fue la elección de una candidata, en este caso María Corina, sino que hubo un trasfondo y es que el país está dispuesto a luchar para lograr desalojar a Maduro del poder.
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